Ming Kunzi escuchó como se dirigía a él Wang Baole. La sonrisa se hizo más gentil en su amable rostro. Parecía estar confortado por el hecho, y se notaba en sus ojos. Su anciana voz estaba teñida de cierto vacío, como un eco que había atravesado el tiempo y el espació y que ahora sonaba en el Pabellón de las Diez Mil Artes, y dentro de la mente de Wang Baole.
—¿Te has dado cuenta?
Tras escuchar eso, la respiración de Wang Bale se aceleró. Se dio cuenta de que todo lo que estaba frente a él podría haber sido un sueño, que tal vez sus recuerdos sobre la Federación eran reales. Sin embargo, después de escuchar lo que dijo Ming Kunzi, oleadas de impacto agitaron su corazón.