IAN
Caminaba sumergido en mis propios pensamientos sin mirar a mi alrededor, por eso me sobresalté cuando alguien me sujetó desde atrás. Quise gritar pero me taparon la boca. Un carruaje se detuvo a mi lado y mi atacante me arrastró hacia él.
Con desesperación intenté soltarme pero no pude. Otro sujeto me quitó mi bolso, mientras el primero me arrojaba dentro del carruaje para subir él inmediatamente. El otro sujeto arrojó mi bolso dentro y mi secuestrador cerró la puerta.
Temblaba y lloraba ya que creía que era Faisto nuevamente y en ésta ocasión no podría soportarlo más.
— F-Fausto....p-por favor....mátame de una maldita vez.
—No soy ese monstruo — sentí aquella voz susurrándome en mi oído
—¿Orfen? — voltee para verlo sin dejar de temblar — ¿Eres tú?
—Si mi amor, así que deja de llorar y de temblar.
En verdad me enfurecí al punto de hacerme soltar y empujarlo lejos de mí. ¿En qué demonios estaba pensando? ¿Por qué me hacía ésto? Dejé de temblar y de llorar, pero la furia seguía aumentando en mí.
—¡Maldito! ¿Qué demonios te pasa? ¡Déjame! — Al ver que el carruaje seguía avanzando pese a que la mansión estaba a tan solo un par de cuadras lo miré — ¿A dónde vamos?
— Mi amor...
— Ahorratelo Orfen.
— Perdón — lo miré asombrado — Te traté muy mal estos últimos días....perdoname por favor
—¿Por qué Orfen? ¿Por qué me tratas así? — las lágrimas empezaban a humedecer mi rostro nuevamente. —¿Acaso tú.....?
— Te amo con locura mi amor — me interrumpió él — Y me aterra perderte de nuevo.
—¿Por qué no se notó en éstos días entonces? — Orfen miró para otro lado llorando, yo no entendía qué le pasaba realmente — ¿Qué pasa Orfen?
— No sé cómo pude soportar éstos años sin tí. Cuando te recuperé tuve muchas clases de sentimientos y creí poder curarte pero....siento que....pese a mis esfuerzos no estoy logrando nada y....hoy estallé.....No hay forma de que pueda ayudarte....y.....la angustia me invadió junto a furia hacía ese maldito de Fausto y mi impotencia por no poder matarlo....Perdón mi amor
— Orfen tú si que me ayudas
— ¿Y por qué sigues sintiendo terror cada noche cuando entramos a nuestra habitación? Cuando nos acercamos a la cama sigues sintiendo pánico, y solo deseas salir corriendo. ¿Qué estoy haciendo mal?
— Orfen ¿tú me amas?
— Sabes que sí
— Entonces debes saber que solo necesito tu amor y a tí.
— ¿Cómo puedo ayudarte?
— Amándome más, teniéndome paciencia. No me grites más.
—Perdón mi amor — Orfen me abrazó y lloró amargamente — No me dejes, no soportaría seguir viviendo sin tí....
—No me vueltas a gritar ni me sujetes con fuerza....eso me.....me aterra.....mi amor....
Orfen acercó sus labios a los míos besándome con ternura. Lo abrace mientras le respondía aquel beso con otro mas intenso. Nos amabamos tanto, que no se cómo pude creer que alejarme de su persona sería la mejor de las ideas que haya tenido.
— Te amo Ian — me susurró no bien se alejó un poco de mí al tiempo que el carruaje se detenía — Cenaremos fuera mi vida.
— Suena estupendo mi amor
—Luego iremos a casa — prosiguió Orfen — Y haremos el amor, yo prometo dejar de lado todo aquello que hice que te angustie vida.
— De acuerdo Orfen y gracias....mi amor.
ORFEN
Orfen interrumpió la lectura ya que debían almorzar. Alice se veía más calmada, y en ésta ocasión sonreía. El emo la miraba con fascinación, ya que cada detalle de la niña le recordaba a Ian.
"Te extraño mi amor, no tienes idea cuánto te extraño".
Meditaba mientras la contemplaba, recordaba a Ian y los intensos momentos en que pasaron juntos. Cuánto lo extrañaba en verdad.
Alice lo interrumpió en sus pensamientos.
—¡Orfen!
—¿Qué?
—¿Qué pasa? ¿Piensas en mi papá?
— Si
—¿Lo extrañas?
— Demasiado
—¿Dónde está él ahora?
— No sigas preguntando eso, porque no voy a responderte Alice.
— Tengo derecho a saberlo, después de todo soy su hija ¿cierto?
—Cierto
—¿Entonces?
— No voy a adelantarte nada
—Ya veo
—Vamos a almorzar pequeño
Ambos salieron del camarote para ir al restaurante donde almorzaron carne asada que desgustaron juntos.
Conversaron de todo un poco hasta rieron. Alice le empezaba a contar partes de su vida, que por cierto no era nada buena ni feliz tampoco.
Orfen agradecía aquella confianza que la niña empezaba a tenerle. En verdad lo haría muy felíz contar con la confianza y el cariño de la hija del amor de su vida. Ian Duncan.