Becca
Un estruendo rompió mi sueño en mitad de la noche. Al principio, no pude identificar el origen del ruido, pero mi mente, gradualmente más alerta, me hizo consciente de que alguien martillaba en la puerta de mi casa. Miré el reloj y, con un gemido, noté que eran cerca de las 5:00 de la mañana.
—¿Quién diablos...? —murmuré mientras me deslizaba de la cama y envolvía una bata alrededor de mí. Descendí las escaleras, mientras los persistentes golpes continuaban. La persona al otro lado parecía decidida a fastidiarme a esta hora temprana.
Al asomarme por la mirilla, mi corazón dio un vuelco. En el umbral de mi puerta estaba Neal, con el cabello alborotado como si no hubiera estado durmiendo. Vestía sudaderas y una camiseta, sosteniendo un bolso de lona en la mano.
—¿Qué...? —murmuré para mí misma mientras abría la puerta principal.