La chica que acababa de patear al hombre y que éste acababa de ponerse de pie, se acercó y agarró la camisa del hombre por el cuello, levantándolo para mirarlo a los ojos.
—¡Quita tus manos de mí! ¡Tú— seguridad! —gritó el hombre e intentó liberarse del agarre de la chica, pero no pudo.
Era un agarre tan fuerte que no pudo mover su mano ni un centímetro.
La chica miró fijamente al hombre y dijo en voz baja y fría:
—No vuelvas a tocar a nadie de esa manera nunca más.
Fu Xifeng, que estaba a solo unos pasos de distancia, escuchó lo que la chica había dicho y extendió su mano, deteniendo al personal de seguridad que estaba a punto de actuar.
Con lo que Jiang Yue acababa de revelar, se dio cuenta de que algo había sucedido para que ella lo golpeara de esa manera.
Justo en el momento en que pensaba en eso, vio a otra chica que se encogía a solo un metro de Jiang Yue.
—¿Ella ayudó a alguien otra vez?