—Ah, A-alex… n-no ahí…
Abigail se cubrió la cara de vergüenza cuando el hombre le separó suavemente las piernas y la besó allí. No podía creerlo. ¡Alex la estaba besando allí, en ese lugar!
—No te cubras la cara, Abigail, por favor… déjame ver tu cara —suplicó y ni siquiera tardó un momento en ceder a él. Mordió con placer su labio mientras la lengua de Alex la penetraba. La sensación era demasiado. Y al igual que anoche, sentía que su cuerpo hacía cosas por sí solo. Sus gemidos, sus movimientos de cadera, sus manos en su cabello... era como si estas no fueran partes de su cuerpo, como si alguien más las estuviera controlando.
—Alex... —tuvo que llamar su nombre entre sus gemidos. Cuando estaba a punto de cruzar la línea de meta, el hombre se detuvo.