En un principio, Xia Ling no quiso mostrárselo, porque temía que él se diera cuenta de algunas cosas de la carta natal. Sin embargo, luego de pasar por tantas cosas de vida o muerte, y sabiendo la severidad del amuleto, repentinamente, ella sintió que no tenía que ocultarle tantas cosas a él. Ella le permitió tomar el amuleto. Él bajó la mirada y leyó las nuevas marcas.
—Nuestras cartas natales están talladas en el.
Xia Ling temía que él de verdad fuese a esforzarse por investigar lo que Xia Moyan dijo, por lo que prefirió decirle la verdad directamente.
—Mi carta natal... no es exactamente la misma que la que está en documentos oficiales.
Li Lei frunció el ceño. Él ya sospechaba de su trasfondo hace mucho, pero nunca tuvo la oportunidad de probar nada. Ahora, luego de escucharla, no pudo evitar preguntar cuidadosamente: —¿Qué tiene de malo?
Xia Ling bajó la cabeza y miró sus dedos entrelazados.