—Enciende la luz, Lurch —dijo Noah con calma—. Lurch dejó el té sobre la mesa antes de encender la luz. Hizo una leve reverencia antes de salir de la habitación.
—Me llamó —Paul, que estaba de pie junto a la puerta hasta ese momento, se acercó a su jefe.
—¿Cómo están las chicas? —preguntó Noah.
Parece que este hombre tiene un problema secreto con él, Paul pensó. No podía creer que Noah le hubiera pedido venir hasta aquí por esto, cuando podrían haberlo discutido por teléfono. Paul se contuvo de decir algo.
Por molesto que estuviera, no se atrevería a replicarle a Noah, de lo contrario nunca saldría de esta mansión igual. O bien lo sacarían en ambulancia o... Paul parpadeó alejando sus pensamientos. No quería pensar en lo que Noah podría hacerle.
—Encerradas, han estado llorando todo el día diciendo que están listas para confesar. Dijeron que Nari Sui les pidió que fueran tras la señora —Noah asintió.