Cindy olió suavemente y caminó hacia él.
Morgan casi levantó la cabeza, luciendo extremadamente impaciente.
Cindy pensó para sí misma, qué hijo tan lindo tenía.
Se inclinó y lo besó en la mejilla:
—Buenas noches.
El pequeñín finalmente se sintió satisfecho y cerró rápidamente los ojos, preparándose para dormir.
Cindy y Adrián Zhekova no lo molestaron más.
Apagaron la lámpara de noche de Morgan y salieron de la habitación juntos, cerrando la puerta para él.
Finalmente, el pequeño chico quedó solo.
Morgan felizmente se revolcaba de un lado para otro en su pequeña cama.
Se había revuelto hasta sudar y no pudo evitar reír a carcajadas.
Su risa se atoraba en su garganta, sonando como el graznido de un ganso.
Cindy se preocupaba de que no se acostumbrara al nuevo ambiente y no pudiera dormir.
Pero en realidad, Morgan se adaptó bastante bien.
La única razón por la que no podía dormir era porque estaba demasiado emocionado.