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Habiendo recuperado sus sentidos, Nial sentía como si todo su cuerpo estuviera en llamas.
Ingeriendo de un trago un frasco entero del suero curativo, ni siquiera se dio cuenta de que Kark y los demás lo miraban de una manera extraña.
Estaba únicamente concentrado en sí mismo, y en el hecho de que había matado a la horda de bisontes tal como se lo habían exigido.
Sin embargo, al percibir las extrañas fluctuaciones de mana de los demás, Nial no pudo mantenerse callado.
—¿Qué pasa? ¿No le robé la presa a nadie, verdad? —Inseguro de cómo funcionaba exactamente la asignación de presas en un equipo, Nial se sintió incómodo y como si hubiera sido demasiado codicioso al matar a los demás bisontes.
No obstante, quería demostrarles a todos que no era tan débil como pensaban.
Lo que Nial no sabía era que esta duda no solo había sido completamente aplastada, sino que ahora todos le tenían miedo.
Nadie respondió a su pregunta, lo que lo hizo sentir incómodo.