—¿Estás planeando matarme? —Tan pronto como Connor terminó de hablar, escuchó un alboroto proveniente del patio trasero.
Poco después, más de una docena de hombres fornidos de negro aparecieron detrás de él.
Estos hombres eran todos musculosos y exudaban una fuerte sensación de hostilidad, con expresiones fieras en sus caras.
Estaban todos sosteniendo armas como tubos de acero y machetes en sus manos.
Claramente, estos eran los asesinos dispuestos por Queta, esperando el momento en que él mordiera el anzuelo.
Tras ver a estos asesinos, Connor finalmente se dio cuenta de lo que sucedía. Era obvio que ella ya albergaba la intención de matarlo.
—¿Crees que puedes matarme con esta gente? —Connor giró su cabeza y evaluó con desdén a los asesinos que Queta había traído, diciendo inexpresivamente.
—¿No son suficientes estas personas? —dijo ella con una sonrisa burlona.
—¡Probablemente no lo son! —Sacudió su cabeza ligeramente.