Hazel abrió los ojos y miró a su alrededor. Hace solo unos segundos estaba en el palacio, luchando con Rafael y ahora estaba en los bosques con su cuerpo encadenado.
—Te estábamos esperando —una voz susurró en sus oídos y ella se volvió, pero no había nadie allí.
—¡Eres fuerte! Puedo oler el poder de los diablos en una bruja. ¿Cómo sucedió eso? —Las manos de Hazel ya tenían una bola de humo y no dudó en lanzarla en dirección a la voz, pero solo rebotó antes de desaparecer completamente.
—Si yo estuviera en tu lugar, ¡no habría intentado eso! —Escuchó el susurro nuevamente en sus oídos con una risita, pero esta vez antes de que la figura pudiera irse, Hazel la atacó solo para ver que era Eva.
Ella no parecía sorprendida sino que miraba a Hazel con diversión.
—¡Tú! ¿Eres tú quien me secuestró? —Eva levantó una ceja como si preguntara por qué estaba tan sorprendida. Hazel soltó el humo en sus manos y negó con la cabeza.