—¡Maldita sea! —gritó la líder en cuanto cerró con llave la entrada de su cuartel general—. Había un mecanismo oculto instalado por la entrada para esconder toda la base a simple vista.
Los cinco subordinados que lograron escapar con ella jadeaban a su lado, sintiéndose avergonzados de haberse visto obligados a escapar de la misma persona que frustró sus planes en el Territorio de Norria.
—¡Apúrense y reúnan todos los documentos de nuestra investigación! —ordenó la líder—. Esta base podría haber sido ya comprometida. No podemos quedarnos aquí por mucho tiempo.
—¿Qué hay de los Extranjeros que aún están en medio de la transformación? —preguntó uno de sus subordinados.
—¡Déjenlos! —respondió la líder—. No podemos llevarlos de vuelta con nosotros. Además, tienen más valor quedándose aquí como señuelos cuando alguien descubra esta base.