Tomándose algo de desayuno, Shiro se dirigió a la habitación donde se encontraban aquellos que sufrían de deficiencia de maná. También había traído de vuelta a Nimeu e Iziuel a su reino de maná ya que querían descansar un poco más.
Al ver la pálida cara de su amiga Yuki, Shiro no pudo evitar suspirar.
—¿Los curanderos no pudieron hacer nada al respecto? —preguntó.
—Algo así. Pudieron estabilizar su condición y curarlos un poco, pero debido a la naturaleza de la deficiencia de maná, los curanderos solo podían dejarlos sanar naturalmente —respondió Nan Tian.
—Hm… aunque yo pude curar a Iziuel de su deficiencia de maná —Shiro frunció el ceño.