Song Yan pensó que era bastante astuta y había evadido la aguda mirada de su hermano, pero en cuanto recogió los platos de la mesa y los llevó a la cocina, Wen Mingzhi la retuvo sonriéndole astutamente. —¿Tu cuñado vino a buscarte, verdad?
Naturalmente, el tazón que Song Yan sostenía casi se le resbaló de las manos. Afortunadamente, estaba lavando los platos y el tazón cayó dentro del fregadero sobre el montón de platos en lugar del suelo. —¡N..No...No! Negó instintivamente, pero olvidó que Wen Mingzhi había estudiado psicología en la universidad y hasta se especializó en ello. Con su experiencia y la capacitación de alto nivel que recibió en su universidad, Wen Mingzhi podía leer las expresiones de una persona impecablemente.