—No sabía qué le había sobrevenido, así que la llevó a la cama en lugar del hospital.
—Pero antes había ingerido un afrodisíaco —algo con lo que había logrado lidiar a tiempo, gracias a los médicos— y recordaba vagamente que se parecía a esto. Debe estar sufriendo tanto dolor…
—El hospital estaba tan lejos, pensó, ella estaba tan incómoda, pensó. Él podría ayudarla él mismo, en su lugar.
—No ayudaba a su cerebro normalmente funcional que ella se frotara contra él mientras la llevaba, matando sus pocas neuronas restantes.
—Cuando la sacó de la bañera, ella inmediatamente rodeó su cuello con sus brazos y enlazó sus piernas alrededor de su torso mientras la cargaba.
—N-Naia— jadeó él, sorprendido, pero parecía que ella ya no podía oírle más.
—Era como si su cuerpo entero se moviera por instinto.
—No tuvo más remedio que aceptar el asalto y sostuvo sus bien formadas nalgas para evitar que se cayera.