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Tomaron un taxi y pasaron el centro de la ciudad, dirigiéndose hacia áreas menos desarrolladas—. Leon suspiró. Sabía que no debería traer a extraños a la casa, pero siempre sintió que ella era inofensiva.
Tampoco quería que ella sufriera afuera.
Leon no pudo evitar mirar a la mujer a su lado. Aún sostenía su mano y se apoyaba en su hombro, luciendo muy tranquila.
Era realmente hermosa—, se dio cuenta mientras le trazaba el rostro. Sus rasgos faciales eran extremadamente delicados y bonitos, sus ojos azules eran de un tono que nunca había visto antes y su hermoso cabello ébano se envolvía a su alrededor como la más suave de las algas.
Veía al conductor mirarlos a menudo, y casi chocaron con un bolardo una vez. Sus ojos parpadeaban cada vez que encontraba los ojos del pobre conductor que espiaban a través del retrovisor.
Afortunadamente, solo lo hacía durante los semáforos o pausas, de lo contrario se habría llevado a Naia lejos del taxi inseguro...