—¿Qué dijiste, Monique? —pregunté con expresión sorprendida, incluso mis manos llegaron a cubrirme la boca mientras comenzaba mi actuación digna de un premio.
—Su alteza, sé que mi hija es un poco ingenua y no comprende su bien o su mal, pero como una mayor, debería ser usted quien tenga el corazón más grande —¿acaso me acaba de llamar vieja!! Solo tenía un año más que Isabela, ¡y me llamó vieja! Eso era algo más atroz que acusarme de la bofetada.
—Tengo suficiente bondad como para aceptar que me llame mayor cuando usted es incluso mayor que mi madre, Monique Adelia, ¿qué más espera de mí? —dije esta vez con un tono más agudo, pude ver a Isabela intentando tirar del vestido de su madre para señalarle que parara.
Pero la señora estaba tan perdida en su actuación que ni siquiera notó que después de la escena que intentaba representar ni siquiera había ocurrido en primer lugar.