Dos años después...
El sol está radiante, el cielo azul con pocas nubes blancas, la hierba de un verde vivo así como los árboles enormes, ese día parece salido de un cuadro. Bajo el árbol más grande, tres mujeres conversan, emocionadas, sentadas en una mesa redonda, mientras observan a sus hijos jugar a las búsquedas del tesoro hechas por ellas.
La niña de seis años, pelirroja hasta la cintura, corre debajo de la mesa haciendo reír a las mujeres, mientras que el niño de once años, de cabello castaño, se dirige hacia los grandiosos árboles del jardín de la familia Wilkinson.
La niña de siete años con cabello negro suelto, de pie en el mismo lugar, no puede decidir dónde buscar el tesoro. No pasa mucho tiempo antes de que se acabe el tiempo, por lo que el chico de cabello castaño toma su mano y la lleva hacia los árboles.
La pelirroja no encuentra nada, así que corre hacia los otros dos amigos que la siguen buscando entre los árboles.
— Nos recuerdan tanto, ¿no Bibi? – comenta Sônia, bebiendo un poco de jugo mientras ajusta su vestido beige.
— Mucho - Beatriz asiente sonriendo, mirando a los niños a lo lejos — Sobre todo porque fue aquí donde conocí a Flávio, ¿recuerdas?
— Nuestro. No sabía que estaba aquí – dice Janet en portugués con un fuerte acento inglés, asombrada — Me dijo, pero nunca me dijo que era un lugar tan hermoso.
— Mi Sofía es muy inteligente – comenta Sônia viendo a su hija correr entre los árboles — Tiró de su madre.
— Ashley nunca bromeaba sobre eso en Londres... - comenta Janet — Solo bromea cuando está aquí... Me alegro de que Murilo la ayude.
— Con el especialista en búsqueda del tesoro y el campeón invicto, es difícil vencerlo - Beatriz comenta sonriendo — Sospecho de decirlo, pero mi hijo ganará.
— Bia, ¿qué opinas de la adaptación de Murilo desde la adopción? – pregunta Janet — ¿Y cómo es tu rutina?
— Increíble... - Beatriz responde emocionada — Él fue hecho para nosotros. Creo que nuestra rutina fue cambiando poco a poco y con la ayuda de Sandra para esta nueva etapa todo salió bien.
— Lleva mucho tiempo viviendo contigo, ¿verdad? – pregunta Janet — ¿Se adaptó bien? ¿Ustedes también?
— Es como si siempre viviera con nosotros - explica Beatriz — Sin mencionar que mucha gente piensa que es hijo de sangre mío y de Flávio. Pero él es más que eso, es nuestro hijo del alma. Tienes que ver cómo se ve Flávio cuando ve a Murilo y Murilo ve a Flávio. La forma en que me mira es una de las razones por las que me siento completa.
— De la misma manera que John mira a Ashley. - dice Janet.
— Al igual que Alberto y Sofía – dice Sônia — A veces pienso en cómo sería si me hubiera quedado con Jorge... No tendría a mi niña ni a mi maravilloso esposo.
— Y Alberto, Sônia, ¿cómo están?- pregunta Beatriz.
— Mejor que yo... En París fotografiando para Vogue - responde Sônia — Pero en dos semanas Sofia y yo vamos a embarcar y estaremos todos juntos.
— Flávio regresa hoy de Londres – recuerda Beatriz — No veo la hora de que llegue y que esta vez traiga buenas noticias.
— Estás hablando de la legitimidad de Murilo al título, ¿no? pregunta Janet.
— Sí. - confirma Beatriz. "Por cierto, Janet, escuché que te has convertido en candidata a la Cámara de los Comunes.
— Sí, incluso mi proyecto de campaña es precisamente acabar con esta cuestión hereditaria de la candidatura al Parlamento. Hay gente que entra solo porque tiene sangre noble y nada le suma al pueblo. – explica Janet a sus amigas.
— Espero que sea elegida. Ya es hora de que el Parlamento tenga una mujer como tú allí. – dice Sonia.
— Y hablando de tiempo… — comenta Janet, mirando su reloj. Se levanta — Es hora de que los niños coman.
— Cierto — asiente Sônia, levantándose de la mesa — Sofía, hora de la merienda.
— Murilo y Ashley, se acabó el juego, ¡vamos! – llama Beatriz, mirando el árbol.
No toma mucho tiempo, y los tres aparecen. Sofía corre triunfante con sus bombones en las manos. Justo detrás aparece Murilo con su caja de bombones casi vacía. Ashley también viene detrás con sus chocolates, pero termina perdiendo el equilibrio y volcando el suyo. El niño se detiene de inmediato y ayuda a la niña con los chocolates. poner todo y el toma su caja y se la entrega a Ashley, quien la sostiene. Caminan hacia Beatriz, tranquilamente. Murilo se enfrenta a Ashley, parece estar encantado con la chica de pelo negro.
"La historia se repite"... piensa Beatriz, sonriendo.
****
Beatriz y Murilo entran en la casa y encuentran dos maletas en la entrada, se miran sonriendo, saben lo que eso significa: Flávio ha vuelto.
— Hola doña Beatriz – saluda Leninha que viene de la cocina — Hola Murilo.
— Hola, Leninha — responde Murilo, abrazando al ministro del Interior. Él la mira y pregunta— ¿Ha llegado?
— Llegó – confirma sonriendo Leninha — Está ahí en la sala.
— ¡Yay-yay!- grita Murilo corriendo hacia la sala — ¡Padre! ¡Padre!
— Hola, Leninha. ¿Arreglar el baño de Murilo, por favor? – pregunta Beatriz dirigiéndose al salón.
La escena que encuentra Beatriz en la sala es la misma de las otras veces, pero da la sensación de verla por primera vez: Flávio abrazando a Murilo con los ojos cerrados, una gran sonrisa en el rostro y en el sofá, varios regalos que sin duda son para el chico.
— ¿Cuidaste bien de tu madre en mi ausencia?- pregunta Flávio, dándose la vuelta.
— Sí, señor — dice Murilo sonriendo — Cumplí con mi deber, obedecí a mi madre, no me peleé con nadie, ayudé a Leninha... - Mira a su madre con una mirada dubitativa — Eso es todo, ¿no?
— Ayudé a Ashley hoy… - Bia recuerda sonriendo.
— Pero no era una obligación - responde Murilo, mirando a Flávio.
— Hmm – Flávio suelta mirando a Beatriz — Quiero saber más sobre esta historia.
— Te diré... - Murilo susurrando — Pero cuando nos vamos a dormir... Charla de hombres.
— Ahahaha – Gargalha Flávio — Está bien, pequeño.
— El baño está listo – advierte Leninha.
— Joven, para el baño – ordena Beatriz, señalando a Leninha.
— Pero, ¿y los regalos? – pregunta Murilo con tristeza — Quería abrirlo ahora.
— Los regalos te esperarán – explica Beatriz — No te preocupes.
— Así es - asiente Flávio tocando la cara de su hijo — Te espero para bañarte.
— Está bien... – está de acuerdo Murilo — Pero no pueden tocarlos.
— Te lo prometo - dicen los padres, cruzando los dedos sobre los labios.
Murilo camina junto a Leninha contándole cómo estuvo el día, mientras Beatriz mira a Flávio. Está contenta de que su esposo finalmente esté en casa. Se acerca y tira de ella, sujetando su cabello, la besa con fiereza. Ella toca su rostro sonriendo.
— Te extraño - comenta Flávio con los ojos cerrados — Tenía muchas ganas de llegar a casa.
— No podía esperar a que llegaras a casa - dice Beatriz dándole un beso a Flávio. Mientras él la abraza, ella pregunta— ¿Cómo estuvo Londres? ¿Todo cierto?
— Lo de siempre... Dicen que necesitan más tiempo para asimilar el tema del derecho de Murilo al título - explica Flávio — No quiero hablar de eso ahora, quiero disfrutar el resto de la noche contigo.
****
Después de que Murilo abre todos los regalos, cenan felices. Flávio contó todas las curiosidades de Estambul y lo mágico que era el lugar. Después de la cena, Murilo eligió la película de la noche para que la vieran, que por supuesto era una animación.
Todos están acostados en la cama de la pareja, viendo la caricatura animadamente. La película ya está terminando, cuando Bia y Flávio se dan cuenta de que Murilo durmió entre ellos. Besa la frente del niño, mientras Flávio lo toma en sus brazos, llevándolo a su habitación. Tan pronto como se acuesta a Murilo, se despierta frente a su padre.
— Padre, ¿puedo hacerle una pregunta? - preguntó Murilo.
— Por supuesto - responde Flávio, sentándose al lado de su hijo.
— Hoy cuando vi a Ashley... Sentí un calor aquí dentro – comenta Murilo señalando su corazón — Y algo en el estómago, como si estuviera montando una montaña rusa. ¿Estoy enfermo?
— No... Eso es lo que siento por tu madre - responde Flávio — Todos los días.
— ¿Quieres decir que me voy a tener que casar con Ashley? – pregunta Murilo asustado — ¿Pero y si ella no quiere?
— No tienes que casarte con Ashley... Tal vez sí, tal vez no. Pero todo tiene su tiempo.
— ¿Y si no le gusto? - preguntó Murilo.
— Bueno... Es un riesgo que todos corremos - responde Flávio — Lo más importante es que la respetes y la dejes llegar a ti.
— ¿Pero y si no? preguntó Murilo.
— Si tiene que ser, Murilo, será. No importa cuánto tiempo tome, un día la persona adecuada estará en tu camino.
— Al igual que tú y mamá, ¿verdad?
— Exactamente – dice Flávio cubriendo a su hijo. Besa la frente del niño — Duerme bien, hijo mío.
— Buenas noches – responde Murilo volteándose hacia un lado.
Flávio apaga la luz y se va a su habitación.
****
Beatriz ya está arreglando la cama para dormir cuando entra Flávio. Él le da una sonrisa de suficiencia.
— No te duermas todavía - pide Flávio, yendo al baño.
— ¿Porque no? - pregunta Beatriz, curiosa.
— Porque necesito hablar contigo - responde Flávio con cara seria.
— Está bien — asiente Beatriz, sentándose en la cama. — ¿Buena o mala conversación?
— Tú decides — responde Flávio desde el baño.
— ¿Cuál es el tema de conversación?
— Es uno de mis temas favoritos.
— Si tiene que ver con el hecho de que no me diste un regalo, no te preocupes. Lo importante es que estás aquí.
— ¿Y quién dijo que no te daré un regalo?
— Flávio, ¿qué está pasando? –pregunta Beatriz curiosa. — ¿Por qué ese retraso en el baño?
Flávio pasa la mano por el interruptor, apagando las luces de la habitación, dejando encendidas sólo las lámparas.
— Hola... Estoy buscando a la chica mala que duerme en esta habitación – dice saliendo del baño vestido de Policía — Me llamaron para arrestarla.
Beatriz se echa a reír desde la cama cuando ve que Flávio tiene el disfraz prácticamente completo. Saca su celular y pone "You Can Leave Your Hat On 21", que siempre le recuerda al disfraz de conejo.
— Sé que te encanta este regalo - comenta, pasándose la mano por el cuerpo, mientras se muerde el labio.
— Me encanta ganarlo todos los años – admite Beatriz arrodillada en la cama — Solo faltaba la porra.
— Está guardada - responde Flávio, pasándose la mano por la entrepierna sobre los pantalones — Puedes estar seguro de que hoy la usaré para domarte.
Se quita la gorra de la cabeza y la arroja a un lado. Rueda al ritmo de la música, desabrochándose la camisa, mostrando su pecho desnudo. Termina de quitarse la camisa muy despacio y se la lanza a Beatriz, toma las manos de Beatriz y se las pone en el cinturón, dejando que ella se la quite. Ella toma el extremo de su cinturón y le da palmaditas en el trasero, haciéndolo reír.
— Tienes que ser castigado aquí - dice Flávio, tocando el cabello de Beatriz.
Agarra sus pantalones y los tira, rasgándolos. Beatriz da un leve grito de sorpresa ante la escena. Continúa bailando sobre la cama mientras deja que Beatriz le pase la mano por el cuerpo.
— Puedes quitártelo - pide, metiendo las manos de Beatriz en su ropa interior.
Ella agarra con calma la cinturilla, deleitándose con el toque mientras él toma sus manos.
—Espera. -dice, sonriendo. Flávio va a la mesita de noche y saca un cartelito — Un momento.
Camina hacia la puerta relajado y cuelga un letrero en el pomo de la puerta exterior.
— No queremos que nadie esté celoso de nuestra actuación, ¿verdad? – explica, cerrando la puerta.
En la placa está escrito en negrita:
¡NO MOLESTAR!.
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21. Música de Joe Cocker
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