—Sí, cambié —dijo.
—... Sí, en realidad no quieres poder. Pero cariño, deseas tener el mayor entre las personas de tu misma clase —dije—. Entre los regentes, ¿no quieres tener el poder más?
—... No se trata de querer. Es solo que... Siento que lo necesito —dijo—. Pero eso no significa que quiera usarte por eso, o algo así. Si tuviera que usarte para tener el poder más, preferiría tener menos.
—Lo sé. Es porque me amas —dije.
Se acostó en la cama y miró al techo. —Antes, sí, tenía hambre de poder. No diré que ya no. Pero ahora no es mandatorio —dijo—. En ese tiempo, no tenía algo que me importara mucho. No tenía un pasatiempo, ni amor, nada en absoluto. El poder era lo único que me motivaba a trabajar. Lo quería. Quería más y más.