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Mientras Alicia deambulaba por la cámara de Harold esperando su regreso con Paulina, sus pensamientos divagaban sobre las diferentes cosas que podrían haberle sucedido a Paulina.
¿Y si había decidido que no podía quedarse en el reino de la Luna y había intentado escapar? ¿Y si se había perdido y uno de los feroces hombres lobo la había atacado? Se estremeció al pensarlo y se frotó los brazos con las manos.
Tal vez debería haberse ido con Harold y no dejarlo ir en busca de ella solo. Paulina le temía y probablemente se escondería si lo viera acercarse.
Se volvió hacia la puerta cuando de repente se abrió, y su alivio no conoció límites cuando vio a Paulina con un bastón entrar después de Harold.
—¿Por qué desapareciste? Me asustaste —exclamó Alicia al apresurarse a recibir a Paulina.
—Estoy... lo siento, mi señora. Yo... —se detuvo, sintiéndose demasiado avergonzada para continuar.
—¿Qué? ¿A dónde fuiste? —preguntó Alicia con curiosidad.