Después de que Jazmín fue bañada y vestida, Fu Hua la llevó en sus brazos. Estaba tan feliz sosteniendo a su hija.
La pequeña lo miraba con curiosidad y a menudo sacaba la lengua. Bostezaba de vez en cuando y llevaba sus deditos a la boca para lamerlos.
—No me digas que tiene hambre —dijo Fu Hua mientras echaba un vistazo a Jia Li que estaba tomando sopa sentada en el sofá de la habitación.
—Sí tiene, pero tengo que terminar de comer primero. Esta noche tienes que ir a tu habitación —le dijo Jia Li.
—¿Por qué? —preguntó Fu Hua.
—No has dormido bien en varios días, necesitas descansar. Si pasas la noche en la misma habitación con nosotras, te garantizo que no pegarás ojo —dijo Jia Li con una sonrisa.
—No me importa. Solo quiero estar en el mismo espacio que tú y mi princesa —le dijo Fu Hua con una sonrisa satisfecha.