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La confusión inicial de Jasper pronto dio paso a la realización de que no era el único armado y preparado para la acción. Los misteriosos atacantes en el otro coche negro habían derribado metódicamente a sus guardias, dejando sus intenciones letales brutalmente claras.
En un intento de evadir el peligro entrante, los instintos de Jasper tomaron el control y saltó hacia un lado, evitando por poco la lluvia de balas. Sin embargo, su escape tuvo un precio ya que chocó con el duro borde de la acera, provocando un dolor agudo en su cabeza.
Aturdido y vulnerable, Jasper fue asaltado al instante por un grupo de hombres armados que habían estado ocultos cerca. Le agarraron los brazos por ambos lados, tratando de someterlo y arrastrarlo hacia su coche.