"Ajenos a su tensión, Cristóbal dijo:
—Estoy pensando que deberíamos irnos de vacaciones.
Abigail inclinó su cuello y lo miró hacia arriba, sorprendida.
La sonrisa de Cristóbal seguía asomando en las comisuras de sus labios.
—Deberíamos ir y relajarnos en algún lugar con mucha vegetación, aire fresco y hermosos paisajes. Nos sentaremos a contemplar el paisaje, el amanecer y el ocaso, el cielo estrellado y escucharemos los sonidos de los grillos y las luciérnagas. ¿Qué te parece?
Abigail no pudo evitar sonreír.
—Suena emocionante. Estoy dentro.
La idea de alejarse del ajetreo y bullicio de su vida diaria y sumergirse en la serenidad de la naturaleza tenía un atractivo innegable. Era una oportunidad para relajarse, pasar tiempo de calidad juntos y crear recuerdos que serían atesorados por años.
Una chispa de alegría bailaba en los ojos de Cristóbal.
—Encantador —respondió, su sonrisa cariñosa transmitiendo su auténtica felicidad ante su acuerdo.