Ji Ning atravesó el vórtice espacial. Una montaña masiva apareció de repente ante sus ojos: el Monte Corazóninterior.
—Tío maestro.
—Tío maestro.
—Gran tío maestro.
Ning intercambiaba algunas palabras con caras familiares mientras caminaba por el Monte Corazóninterior. Finalmente, llegó al templo daoista de Subhuti. Los dos novicios en la entrada, Aguaclara y Rioblanco, no se movieron para detenerlo. Claramente ya habían recibido instrucciones del Viejo Patriarca.
Ning entró al monasterio y vio a su maestro sentado en la posición de loto a lo lejos.
—Maestro —dijo Ning y se inclinó respetuosamente.
—¿Qué sucede? —pregunto Subhuti mirando hacia Ning.
—Embosqué las fuerzas de Puerta Perfecta varias veces y maté a más de diez Dioses Empíreos e Inmortales Verdaderos. Quería obligar a Puerta Perfecta a liberar a mi hermana aprendiz, pero aún así se niegan a aceptar. Lo que no esperaba era obtener un botín de guerra sorprendente.