Después del incómodo incidente que tomó lugar en la habitación del Señor, Catalina evitó ir a cualquier lugar cerca del Señor o en la línea posible de su mirada. Dulce como era la manzana, ella había sido sorprendida mirándolo y ahora estaba mortificada por completo.
¿Qué habrá pensado de ella?
La inmoral escena pasaba por su mente como un proyector cada vez que pensaba en ello y su aliento se debilitaba con cada detalle de lo que había visto.
Ella se reprendía a si misma después de salir corriendo de la habitación, pensando qué pasaba con ella cuando pudo haber apartado la mirada. Pudo haberse ahorrado la vergüenza. Pudo haber salido con discreción como si no hubiera presenciado nada sin que él lo notara, pero no lo hizo.
Cómo podía hacerlo, cuando el hombre de sus sueños estaba de pie al otro lado del baño hipnotizándola.