Después de la pelea con los delincuentes, Song Shuhang se sintió muy liberado. El tarareaba una canción y caminaba hacia el departamento de Li Yangde.
—¿Entrenar más? ¿Qué tipo de chiste es ese, entrenar solo para ser golpeado de nuevo?
—Bastardo, demonio. ¡Ese tipo definitivamente chocó conmigo a propósito! ¡No hay duda! —el hombre del Mohawk lloraba con amargura. Hace dos minutos él había pensado que su oponente era un idiota, pero resulto que ellos eran los verdaderos idiotas.
¡Claramente el oponente había buscado pelear solo para torturarlos!
—Ah Sen, recuerda esta enemistad. ¡La próxima vez, encontraremos más hermanos para destruirlo! ¡Si cinco personas no fueron suficientes y si tampoco lo son diez, entonces veinte o incluso cincuenta! ¡No creo que sea un super hombre; el no será capaz de defenderse de cien de los nuestros! —el delincuente con el pelo dorado decía ferozmente.