En el silencioso vagón, ese sonido fue tan abrupto que fue imposible de ignorar.
Maestro de Altar con su pálido rostro miraba a un joven hombre en la esquina de sus ojos y entonces se quedaron fijados sobre el pendiente. Entonces, con su boca abierta completamente, él se quedó congelado.
—Perdón por molestarlos a los dos —elevando las esquinas de su boca, el joven hombre miró hacia Maestro del Altar con una leve sonrisa—. ¿Debería presentarme?
Entonces, el joven hombre dijo con frialdad.
—Mi nombre es Song Shuhang.
Era un buen, pero común nombre de hombre.
El monje del oeste no entendía porque el misterioso joven hombre se había presentado en ese momento, ¡pero en ese momento él pudo ver como el poderoso rostro de Maestro del Altar se volvía pálido!
«Mira su rostro. ¡Es como si fuera el fin del mundo!
¡¿Tal vez aun haya esperanza para mí?!»
El monje del oeste pensó.