—Da Zi, ¿por qué entraste a la cueva sin mi permiso? —preguntó Gao Peng, mientras jalaba las antenas del ciempiés.
Junto con las antenas, jaló la cabeza. Miró perplejo a su amo e hizo un montón de sonidos ininteligibles con la boca. Finalmente, lo bajó y frotó un poco su cabeza para aliviarlo.
—No actues como ignorante, ¿de acuerdo? ¿Por qué fuiste sin mi permiso?
—No lo sé.
Da Zi levantó la vista con expresión lastimosa.
—¡No sirve hacerte el tierno!
Da Zi lloriqueaba, protestando, mientras se hacía una bolita. Luego de que Gao Peng repitiera varias veces la pregunta el ciempiés, dijo la verdad:
—Olí oso. Quería comer.
—¿Un ciempiés como tu quería comer un oso? Tus sentidos de predador son bastante intimidantes, ¿eh? ¿Y lograste derrotarlo? —preguntó.