—Sunny nunca había pensado que un día abandonaría la ciudad —pensó. Apenas había considerado que hubiera algo más allá de la ciudad, en realidad. Para él, la propia ciudad siempre había parecido una tierra alienígena. Su mundo entero solía comenzar y terminar en las afueras.
Decenas de millones de personas que vivían en las afueras tenían una relación muy especial con la naturaleza más allá. Pasaban sus vidas mucho más cerca de ella que los verdaderos ciudadanos, y no estaban separados de ella por las altas murallas de barreras que englobaban potentes filtros de aire. Por un lado, los hacía más sintonizados con la existencia del exterior.
—Por otro lado, asociaban el exterior con la muerte, la enfermedad y el hambre en un nivel mucho más visceral —continuó pensando. Para ellos, el desierto significaba muerte en un sentido muy práctico de la palabra, en contraposición a uno distante y puramente teórico.