—La primera vez es una advertencia, y la segunda, ¡déjamelo todo a mí!
La voz fría es tenue y ligera, sin embargo, resuena en los oídos de todos como el lento acercamiento de la guadaña del despiadado segador cerca de cada persona presente, royendo sus vidas.
El ceño de Shen Hong se frunció ligeramente. No estaba seguro si este hombre decía en serio lo que decía, pero cuando miró al hombre de nariz aguileña a su lado, se sintió mucho más aliviado. Si los guardaespaldas no podían manejarlo, mientras este hombre estuviera allí, no tenía nada de qué preocuparse.
—Te dije que tomaras medidas, ¿por qué no lo has hecho? —dijo Shen Hong fríamente.
Los guardaespaldas restantes, con semblantes serios, no tuvieron más remedio que lanzar sus puños.
Habían confirmado ya que el joven sentado era extremadamente peligroso. No había necesidad de ocultarse ni de contenerse más. Si todavía albergaban mentalidad de suerte, probablemente terminarían como sus compañeros.