La joven dama contra la que había chocado Xiao Liuliu la alejó de un empujón con fuerza y miró su falda con disgusto, justo donde la había pisado la niña.
—Xiao Liuliu, ¿estás bien?
Nian Xiaomu se adelantó rápidamente. Tiró de Xiao Liuliu, quien estaba sorprendida porque le habían gritado, la abrazó y examinó su brazo herido.
Dejó salir un ligero suspiro de alivio cuando se aseguró de que estaba bien.
—Señorita, lo siento mucho...
—¿Esta niña es tuya? ¿Esa es la manera en que cuidas de tu hija? —la joven dama interrumpió la disculpa de Nian Xiaomu —Xiao Liuliu es un nombre de tan mal gusto con sólo oírlo. ¡Soy desafortunada y debo haber reunido la mala suerte acumulada de mis vidas pasadas para haberme encontrado contigo!
Con su actitud prepotente, incluso los adultos se asustarían, y ni hablar de un niño.
Llena de miedo, Xiao Liuliu parpadeó con sus grandes y aguados ojos y se metió directamente entre los brazos de Nian Xiaomu.