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2.68% El Hijo de Dios / Chapter 7: Un verdadero reto

Kapitel 7: Un verdadero reto

  Gustavo miró a su examinadora confundido, pero al sentir algo aproximarse, rápidamente giró su cuello con una expresión de alama. Una mano blanca lo sujetó del cuello y lo levantó unos veinte centímetros del suelo.

  --No eres un humano común, parece que pudiste reaccionar ante mi velocidad --Dijo, mientras observaba la herida en su pecho, causada por un sable de hoja fina--. Lamentablemente para ti, tampoco soy alguien común. --Con un movimiento de su mano, aventó el cuerpo del joven a decenas de pasos. Gustavo cayó, sintiendo un leve dolor, pero no más que eso.

  --¿Qué cosa eres? --Preguntó al ver la fea herida

  --¿Qué soy? --Repitió la pregunta con una sonrisa y, con su mano derecha extrajo de su pecho el sable--. Tu gente ha llamado a la mía de muchas formas: monstruo, no humano, aberración y, aunque han acertado, el nombre correcto es: devoradores.

La mujer tragó saliva al escuchar la raza del joven de vestimenta negra, conocía su especie y, sabía lo poderosos que eran y, aunque el joven todavía no había madurado para ser un devorador peligroso, al menos sentía que estaba cerca de un explorador de mazmorras de cinco estrellas, o talvez más, por lo que las probabilidades de salir con vida del lúgubre salón, eran muy bajas.

  --Lo lamento, nunca he escuchado de tu raza. --Dijo Gustavo con una expresión seria.

  --No preocupes, mi comida no tiene porque saber quién es el depredador.

Gustavo se colocó rápidamente en guardia, aunque no poseía su sable, tenía confianza en si mismo. El devorador se dirigió al joven con pasos lentos y, con una sonrisa maliciosa. La oscuridad lo acompañaba con cada pasa que daba. En un instante, se convirtió en una sombra y desapareció, apareciendo nuevamente a espaldas del joven. Abrió la boca y dejó ver dos colmillos largos y, con rapidez se lanzó hacia el cuello de Gustavo. El joven evadió el rápido ataque, lanzándose hacia adelante y, con una voltereta, se acercó a su sable y lo tomó.

  --Parece que no eres de los que se quedan quietos.

Gustavo levantó su sable, apuntando al devorador, no sabía porque, pero intuía que con ataques simples no podía derrotarlo, así que analizó rápidamente los puntos vitales de su adversario y creó una estrategia para lograr asestar golpes certeros. Tranquilizó su corazón y comenzó a preparar su ataque, el devorador nuevamente se acercó, corriendo en zigzag para confundir a su oponente. Gustavo esperó y, cuando creyó que era el momento indicado, atacó. La punta de su sable pasó justo al lado de la garganta de su oponente, pero antes de retroceder, fue atrapado por un fuerte arañazo, rasgando su preciado uniforme y, marcando con tres ligeras líneas rojas su pecho.

  --Tienes un buen cuerpo. --Dijo el devorador con una sonrisa falsa, se sentía insatisfecho por no haber logrado cortar su pecho y extraer su corazón.

Gustavo sintió una ligera picazón en sus pequeñas heridas, pero eso no le importó, lo que de verdad lo ponía furioso, era que su preciado uniforme había sido dañado. La mujer notó el cambio de expresión del joven y sintió que algo andaba mal.

  --El que se atreve a tocar nuestros colores, está destinado a pasar el resto de su vida en el infierno. --Dijo Gustavo furioso.

Con pasos rápidos, se acercó al devorador y, con una maestría inhumana en el manejo del sable, logró presionar al joven de vestimenta negra a retroceder, algo que por supuesto sorprendió al devorador y a la examinadora. Gustavo no perdió un solo segundo, pero repentinamente su mente se detuvo y dejó que su cuerpo actuara libremente. Colocó sus dos pies separados, su torso lo retrajo levemente y colocó su mano derecha a la altura de su rostro y, al siguiente segundo, lanzó su ataque, en un solo movimiento hizo siete estocadas. Algo que por supuesto no se esperaba ni él, ni el devorador. Las siete impactaron en el cuerpo del joven de vestimenta negra, agujereándolo con sublime precisión. El devorador cayó al suelo, se sintió débil y, su rostro se contorsionó en una fea mueca de dolor.

  --¡Serás maldito! --Gritó furioso, con una intención asesina incomparable. Se tocó el pecho y luego miró su mano, en el instante siguiente, como si sufriera de espasmos, su cuerpo comenzó a moverse de manera extraña, pero lo anormal ahí no se detuvo, su ropa se desgarró, su cuerpo creció en tamaño, le crecieron alas en la espalda, su cuerpo se llenó de algo parecido a bello y, su rostro tomó forma a algo muy parecido al murciélago.

  --(El demonio que describía mi abuelita) --Recordó el joven, pero rápidamente desechó sus pensamientos, podía sentir las ganas de matar de aquella cosa, por lo que no podía bajar la guardia.

El devorador se colocó de pie y observó a su presa, levantó su dedo índice y apuntó al cuerpo de la dama. La examinadora cayó repentinamente al suelo y, comenzó a tocarse la cabeza como si sufriera de un poderoso dolor. Gustavo observó lo sucedido, quiso acercarse para ayudarla, pero intuía que eso quería adversario, por lo que prefirió atacar, creyendo que así la mujer estaría a salvo.

Sus movimientos ya no eran tan precisos como antes, tenía la preocupación de la mujer en su cabeza, por lo que no podía actuar libremente. El devorador notó la duda en sus ojos y, con una sonrisa que no se logró apreciar, golpeó el cuerpo de Gustavo hacia arriba, mandándolo a decenas de metros del suelo. Bateó sus alas y despegó, alcanzó el cuerpo del humano y con ambos puños lo dirigió de vuelta al suelo. El joven impactó cruelmente con lo que parecía era mármol, uno muy duro. Tosió sangre, pero no se dio por vencido, se levantó una vez más, solo que ahora con dificultad. Otra vez estaba desarmado y, no sabía que hacer para derrotar al devorador, pero una idea apareció en su mente, la idea era sencilla: ocupar la bola de fuego que salió de su palma cuando mató al lobo gigante, lo único que impedía el poder hacerlo, era que no sabía cómo crearla. Miró su palma y la apuntó al devorador, con rapidez imaginó que una bola de fuego salía de su palma e impactaba en el cuerpo del murciélago gigante, sin embargo, no hubo ninguna reacción por parte de su mano. El devorador sintió una ligera amenaza proveniente del cuerpo del joven, por lo que se impulsó con fuerza, apareciendo en unos segundos frente a él y, como si quisiera repetir su acto, tomó del cuello al joven concentrado, levantándolo del suelo y, lo apretó. Gustavo lo miró a los ojos, podía sentir una furia ciega recorrer todo su ser, su cuerpo comenzó a hervir y, sin saberlo, su brazo derecho se cubrió en llamas y, en un movimiento veloz, lanzó su puño al pecho del devorador, atravesándolo con una facilidad risible. El cuerpo del murciélago gigante cayó al suelo, al igual que Gustavo, quien lo miraba con detenimiento, sin aún desactivar sus llamas. A los pocos segundos una voz cansada lo despertó.

  --¡¿Eres un mago?!

Gustavo volteó y, al ver a la examinadora de pie con una expresión de sorpresa, sintió un poco de alivió, debía reconocer que no le gustaba ver a las personas morir, ya había visto mucha gente muerta en la guerra, por lo que no deseaba observar más.

  --Es un gusta saber que se encuentra bien. --Dijo Gustavo. La mujer se sintió un poco extraña al recibir las palabras del joven ensangrentado, era como si alguien que temblaba de frío se alegrara porque la otra persona poseía un suéter.

Las llamas comenzaron a disminuir, hasta desaparecer por completo, aunque era un fuego muy potente, no daño ni un solo hilo de su ropa, algo que era muy ilógico, pero que más se podía esperar de este nuevo mundo. Se hincó repentinamente al percibir algo en el cuerpo del devorador, quién continuó con su forma de murciélago gigante tras su muerte y, sin duda alguna, sacó de su pecho un objeto, era un orbe grande, del tamaño de dos puños adultos, era pesado y de color rojo oscuro, muy parecido al color de la sangre. La sala volvió a su estado normal nuevamente, era como si todo lo sucedido hubiera sido solo un sueño, solo que no lo era, pues en sus manos poseía un orbe y su uniforme seguía en mal estado.

La examinadora se limpió el polvo de su ropa, recobrando su compostura tranquila.

  --Señor, ha concluido el exámen, sin embargo, le pido que me siga, deseo que hable con mis superiores sobre la anormalidad y, así ellos decidan su rango. También puedo reparar su atuendo si lo desea. --Dijo con una sonrisa cálida. Gustavo lo pensó un momento y luego asintió, por lo que había visto, el lugar era muy avanzado, por lo que coser su uniforme no debería ser complicado.

  --Por favor. --Contestó el joven. La mujer sonrió amablemente.

  --Acompañeme entonces, por favor.


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Kapitel 8: Rangos y héroes

  Un joven vestido con una camisa y pantalón de lino color blanco hueso, se encontraba sentado en un sofá de cuero rojo, frente a él, estaba una mesa rectangular de madera y, sobre ella, habían dos tazas de lo que parecía ser cerámica. El joven agarró una de las tazas y la llevó a su boca, disfrutando con calma el líquido dentro de ella.

  --Disculpa la demora. --Dijo una mujer adulta al entrar a la habitación. Cerró la puerta y se dirigió al sofá enfrente del joven y, con calma se sentó--. He escuchado lo que sucedió de Margot, así que en nombre de todo el gremio de los exploradores de mazmorras, le pido una disculpa. --Gustavo dejó de tomar lo que parecía era té de hierbas, colocando la taza sobre la mesa.

  --Nadie salió lastimado de gravedad, no es necesario disculparse. --Contestó con una mirada amable. La mujer hermosa, de pestañas largas lo observó detenidamente y asintió, ahora entendía las palabras de su subordinada cuando le habló sobre el extraño sujeto.

  --Fuimos descuidados con nuestra seguridad, aunque usted no sienta que sea necesario una disculpa, yo, como administradora de este lugar, debo dársela. --Gustavo la observó por un brevemente antes de asentir y preguntar.

  --¿Puedo hacerle una pregunta?

  --Por favor, hable.

  --¿Qué fue lo que pasó en esa habitación?

La dama guardó silencio, había revisado los escudos y los encantamientos protectores y, no había encontrado ninguna anomalía, por lo que se le dificultaba responder aquella pregunta.

  --Señor, espero que no me malinterprete, pero no puedo darle un respuesta satisfactoria --Aclaró su garganta con un sorbo de té de hierbas--... ni siquiera yo he podido encontrar la causa verdadera, pero le prometo que en el momento que lo descubramos, usted será de los primeros en enterarse.

  --Gracias. --Contestó Gustavo.

  --¿Hay alguna otra pregunta? --Preguntó con cortesía. El joven dudó por un momento, pero sus ganas le ganaron, por lo que las palabras salieron solas de su boca.

  --¿Existe un lugar en esta ciudad donde pueda encontrar una biblioteca? --La mujer frunció el ceño.

  --¿Biblioteca? Disculpe, no conozco esa palabra.

  --Quiero decir, una sala con libros.

  --¿Desea un libro de hechizos mágicos? --Preguntó la mujer, podía darse cuenta que el joven ante ella deseaba hacerse más fuerte y, aunque no le gustaba el cambio de actitud de Gustavo, lo entendió, era una manera de compensar el incidente.

  --No --Negó con la cabeza--. Solo quiero el libro sobre la historia de este mundo.

La mujer se extrañó, no podía creer que el joven pidiera algo tan absurdo, no era porque fuera fácil conseguirlo para las personas normales, pero con el talento que poseía el joven, podía darse cuenta que provenía de una familia noble, talvez hasta poseía sangre real, por ende, sería sencillo conseguir un libro de la historia de los cinco continentes.

  --No está jugando ¿verdad? Porque si su objetivo es poseer un libro de hechizos, solo diga de que elemento y puedo conseguirlo por usted, aunque debo decirle que no será superior al sexto círculo de magia. --Dijo la mujer con una mirada seria. Gustavo meditó las palabras de la mujer, pero luego de un momento negó con la cabeza.

  --No es un juego, señora. En verdad deseo un libro sobre la historia de este mundo.

  --Sí eso es lo que deseas, puedo conseguirlo, pero siento que debemos compénsarte con algo más ¿Que te parece esto, señor sin nombre? Mientras terminan su identificación para ser perteneciente al gremio de los exploradores, acompañeme al salón de tesoros.

Gustavo asintió y, se colocó de pie cuando la dama de vestido blanco se levantó. Con pasos lentos caminó a espaldas de la mujer, los pasillos del interior del gremio eran anchos, decorados con cuadros de paisajes o retratos de personajes importantes de la historia del gremio. Se detuvo momentáneamente al ver un rostro familiar, era una joven de cabellos negros, ojos inocentes y taciturnos y, unos labios ligeramente gruesos y rojos. La mujer en el retrato no era nada menos que Amaris Cuyu.

  --Disculpe, señora ¿Qué significan estos retratos? --Preguntó. La mujer dio media vuelta y miró al joven y, con una coqueta sonrisa respondió.

  --Parece que está interesado en la heroína Cuyu.

  --Por supuesto que no, señora. Debo admitir, que la dama Cuyu es una mujer muy hermosa, pero mi curiosidad no radica en lo romántico, es solo que la he conocido hace poco y, al ver una pintura de ella, mi interés creció.

  --¿La conoció? --El joven asintió.

  --Tuve el privilegio de viajar con ellos en su carreta está mañana. --La mujer sonrió sorprendida, no había esperado tal coincidencia.

  --¿Usted es ese hombre?

  --Disculpe, no entiendo su pregunta.

  --Nada nada --Lo miró apenada, no quería revelar algo innecesario, tosió y miró a la pintura a su derecha--. Respondiendo a su pregunta, los hombres y mujeres en estás paredes, lograron grandes hazañas para este reino, por lo que se les entregó el título de: héroe, aunque algunos ya no se encuentran con nosotros en este mundo --Gustavo bajó la mirada para honrar a los muertos, algo que no notó la mujer--, los que aún viven, son personas muy habilidosas, talentosas y diestras en sus respectivas ramas, además de poseer el rango de estrella dorada en sus gremios. --Explicó. Gustavo asintió admirado, aunque no comprendía toda la información, debía reconocer que la dama Cuyu era una mujer sobresaliente.

  --¿Estrella dorada? --Preguntó sin darse cuenta.

  --El rango en los gremios de aventureros y en el de los exploradores de mazmorras se divide en estrellas. Los novatos poseen por lo regular una estrella, los veteranos de dos a tres, los veteranos hábiles cuatro estrellas, cinco estrellas los individuos que han atravesado un sin fin de batallas a muerte y han fortalecido sus habilidades. De seis a siete estrellas, ya estamos hablando de gente muy diestra en su rama, seres poderosos y con gran habilidad --Guardó silencio antes de continuar--. Sin embargo, después de la séptima estrella, siguen las estrellas doradas, esos si son verdaderos monstruos, aunque son pocas las personas que han llegado a una estrella dorada, no es el máximo rango, el máximo es: tres estrellas doradas, un rango sacado de la leyendas, pues el último hombre que logró obtenerlo, fue el héroe Muzlat, un guerrero que combatió a un dragón de escarcha y logró matarlo. Hace más de quinientos años --El joven asintió, pero por un momento, aquellos ojos inocentes llegaron a su mente, no sabía porque, pero no podía imaginarla como una poderosa guerrera--. Al parecer conoce muy poco sobre los gremios ¿Acaso usted es del continente Este? --Preguntó algo curiosa.

  --No señora --Negó con la cabeza, no quiso mentir, a veces una mentira inocente con el tiempo se convertía en una pesada carga--. Pero si provengo de un lugar muy lejos de aquí. --Dijo, con ojos nostálgicos. La mujer notó aquella expresión y, sintió que había echo una pregunta muy personal, por lo que prefirió callar.


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