App herunterladen
20.95% El diario de un Tirano / Chapter 35: Un día que deseo olvidar

Kapitel 35: Un día que deseo olvidar

  En una oscura noche, bajo la luz lunar cubierto por las nubes, un joven se encontraba sentado sobre una colina, al lado de un gran árbol de copa ancha.

  --Me siento impotente, te juré que me vengaría, pero ahora, uno de los que te hizo tanto daño escapó y, la otra persona me salvó la vida ¿Qué tengo que hacer? --Recargó su cuerpo sobre la corteza del árbol, observando el horizonte, ya no tenía que seguir ocultándose, o escapar de los guardias cuando los mirasen, ahora él era el amo del lugar y, todos debían inclinarse en su presencia, sin embargo, aún con todo el poder que poseía, no podía ir a visitar a su amiga, por dos razones un tanto peculiares, primera, ella no quería verlo y, segunda, porque sentía que la había decepcionado al no haber podido matar a Itkar.

Se colocó de pie, respirando para tranquilizarse y mirando a lo lejos las nuevas casas en sus tierras, el hogar de los islos. 

∆∆∆

Había pasado poco menos de dos días desde su repentina enfermedad y casi muerte, Astra se había preocupado tanto que no dejaba que se esforzara demasiado y, Fira estaba como los ojos guardianes de su hermano para asegurarse de ello. El joven se sintió ligeramente contento por la preocupación de sus subordinados, pero no por ello bajó el ritmo de su trabajo, sabía que aún le quedaban algunas cosas por hacer y, ahora, en una sala que había adecuado como su oficina personal, iba a hacer una de esas cosas importantes. Abrió la interfaz, yendo al panel de trabajos, sin dudar tocó donde decía "Gobernante" y, al sentir que todo estaba listo creó el punto seguro.

*Has creado un punto seguro*

*Actualizando*

*Lugar: Vahir de Tanyer, anteriormente gobernada por la familia Horson. Tomada por la fuerza por [ ]*

*Has desbloqueado: Tecnología, construcción, árbol de mejoras e ideología*

*Actualización terminada*

*Lugar: vahir de Tanyer, gobernada por [ ]*

Ya no estaba tan sorprendido como las anteriores veces por la extrañeza con la que funcionaba la interfaz, en realidad sentía que poco a poco se estaba acostumbrando. Abrió el primer panel que desbloqueó: tecnología, leyendo los requisitos que se necesitaban para conseguir ponerla en marcha, entendiendo que debía tener a alguien con el título de "Investigador en jefe" en un edificio marcado para la investigación y, de preferencia ese individuo debía poseer un gran intelecto para recibir una bonificación en la velocidad. Al parecer por la información leída, al desbloquear las ranuras bloqueadas de tecnología se lograrían conseguir planos de armaduras; armas de asedio, a distancia y cuerpo a cuerpo; estructuras de edificios nuevos y, otras cosas que aún estaba por descubrir. Después leyó la información del panel: Construcción, enterándose de que ahí se encontraba un mapa completo de todas las tierras bajo su dominio, teniendo la oportunidad de saber en qué lugar en específico las construcciones le brindaba más bonificaciones al vahir (ciudad pequeña o pueblo), al igual que saber que construcciones eran las adecuadas para las tierras. Al terminar abrió el panel de: Arbol de Mejoras, en realidad para ese punto no había mucho que explicar, solo era un panel donde uno colocaría ciertos puntos ganados a los aspectos de gestión de su vahir que más deseaba explotar y, así recibir una bonificación destinada al aspecto escogido. Al final abrió el panel de: Ideología y, eso no lo entendió para nada, solo sabía que podría conseguir ciertas bonificaciones si sus residentes adoraban a un Dios con clases diversas.

  --Fira --Alzó la mirada, observando a la dama de pie a su lado--, para ti ¿Qué es un Dios? ¿Y qué Dios adoras? --Preguntó con una mirada curiosa.

Fira dudó por un momento, pues no se había esperado semejante pregunta.

  --Amm, para mí, un dios era algo que podía hacer lo imposible, que me protegería a mí y a mi hermano sobre todas las cosas --Su sonrisa se apagó por un momento--. Ya no adoro a ningún dios, ya no, no después de habernos abandonado --Una lágrima resbaló por su mejilla. Guardando momentáneamente silencio antes de volver a levantar la mirada--... Ese día trajeron tres hermanos, tres huérfanos, porque ya no tenían padres a los cuales mirar a la cara, porque los verdaderos padres nunca harían lo que ellos nos hicieron. Recuerdo que la primera noche que pase aquí recé y lloré tanto que amanecí con el rostro inflamado. La segunda noche nos visitaron los guardias, esos malditos bastardos --Frunció el ceño, apretando los puños--. Mis hermanos sufrieron las consecuencias de protegerme, pero ¿Sabe lo que yo hice? Recé, como mi padre me había enseñado que lo hiciera, pedí por mis hermanos, pedí por la destrucción de mis enemigos, pero al final --Su voz se quebró--, al final nada pasó... Los días continuaron pasando y, cuando el día de la venta al fin llegó, fue mi hermano, quién ideó la manera de evitar que fuéramos nosotros los escogidos, nos pegó tremenda paliza, a Astra y a mí, que no pudimos levantarnos durante días. Ni siquiera pudimos despedirnos... Ya no creo en ningún dios, señor, ya no lo hago --Sus ojos azules brillaron--. Aunque, pensándolo bien, creo en usted, señor, ha sido nuestro salvador y protector, le debemos la vida que ahora vivimos, creo que usted es mi Dios.

El joven se quedó en silencio, escuchó todo con calma, por momentos se sintió furioso y, por otros tantos triste, no había experimentado por mucho tiempo el amor fraternal y de hermanos, pero el pequeño vínculo que había creado con los dos infantes y con Nina sirvió para enseñarle que en la vida había más cosas que solo pelear, que podía disfrutar de los pequeños momentos y, por ello entendía un poco sobre los sentimientos de Fira y, al también haber experimentado el dolor sin heridas, comprendió que no podía hablar a la ligera.

  --Fira --La observó, tratando de ser empático, aunque no le resultó demasiado bien--, no creo que sea un Dios, los protejo porque son mis subordinados, los primeros que acepte. Su compañía es grata, pero no quiero que me malinterpretes, no soy alguien bueno, en realidad no sé quién soy. No debes adorarme, no quiero decepcionarte.

  --Señor --Tocó su hombro--, mi hermano y yo conocemos nuestro lugar, sabemos lo que somos para usted. Lo respeto por sus actos, jamás nos ha mentido, en ningún momento nos ha ocupado para algo más, aún pudiendo y, por eso, he decidido que lo adoraré como mi Dios. Por favor, señor, permítamelo.

*En alguna parte del planeta te consideran un Dios. Puedes crear tu primer legado al conseguir mil creyentes*

La repentina notificación lo sacó de la incomodidad de quedarse sin palabras, no teniendo más remedio que asentir con una tranquila sonrisa.

  --No te haré cambiar de opinión, solo te pido que no dejes de llamarme señor. --Sonrió y, por primera vez lo hizo bien.

  --Sí, señor --Su sonrisa se hizo muy grande, sintiéndose inmensamente feliz--, gracias, señor.


next chapter

Kapitel 36: Una conversación

  Había encontrado al hombre adecuado para funcionar de "Investigador en jefe" y, como lugar provisional de investigación, había designado una habitación del castillo, para sorpresa de ambos, al otorgarle aquel título su mente sufrió un gran cambio, logrando leer los planos que le había proporcionado y, que el joven había conseguido de su inventario, los cuales aparecieron después de designar la habitación. Todo fue demasiado extraño, pero no creyó que eso fuera malo en realidad, había pasado por tantas cosas, logrando comprender que la interfaz era más una aliada que una enemiga y, así la trataba, por lo que tenía confianza en todo lo que provenía de ella. Lo dejó, notando que el hombre estaba deseoso por comprender el misterio que ocultaban los planos, trabajando día y noche, con descansos de pequeños intervalos de tiempo.

  --Señor, necesitamos más piedra para la segunda torre de arqueros. --Dijo Astra.

  --¿Y cuál es el problema?

  --La piedra la conseguimos de la tribu antar, anteriormente era su manera de pagar los impuestos, pero hace dos primar (primavera), al no ser necesitada, el hombre anterior del castillo cambió el tributo por piedras preciosas de sus cuevas.

  --Manda a un grupo de hombres para notificarles del cambio, de preferencia que los guardias sean islos, equípalos con buenas armaduras y armas, siento que el papel principal de su raza es el combate.

  --Sí, señor.

  --¿Algo más?

  --Sí, el padre de Yerena solicita una audiencia --Al notar la expresión de su señor, explicó--, yo tampoco sabía que era, al parecer, es para decir con propiedad que desea verlo.

  --Dile que lo mandaré a llamar cuando sea el momento para hablar con él.

  --Sí, señor.

El joven se detuvo al mirar un guardia subir con una bandeja de comida en las manos, por los escalones que llevaban a los cuartos principales.

  --¿Se encuentra bien, señor?

El joven asintió después de un momento, mirando a su subordinado con seriedad.

  --Tengo que hacer algo, tú sigue haciendo lo tuyo.

  --Sí, señor. --Asintió, quedándose de pie y observando como la silueta de su señor desaparecía en la oscuridad del sendero de escalones.

El joven se dirigió de inmediato a la habitación más lejana del pasillo, exactamente dónde se encontraba un guardia custodiando la puerta.

  --Señor. --Dijo la mujer con respeto, abriendo la puerta al notar la espera del joven, quien se adentró sin pensarlo dos veces.

Era una habitación sencilla, amueblada con lo más básico, pero para la dama sentada en una silla de madera, degustando sus alimentos sobre una mesa del mismo material, era el paraíso, pues después de haber pasado días acostada en el piso, hasta las camas de heno las apreciaba como camas de la realeza.

  --Déjanos --Le ordenó al guardia del interior-- y, cierra la puerta.

La maga desvió su mirada al suelo, jugando con dedos para evitar que el nerviosismo se apropiara de ella, en la academia había aprendido muchas cosas para calmar la mente, estabilizar sus emociones y poder pensar con claridad, lamentablemente, todas esas cosas no funcionaban cuando estaba en presencia de ese monstruo con piel humana.

  --Sigue comiendo. --No fue una sugerencia, fue una orden.

La maga tragó saliva, no teniendo más remedio que obedecer. El joven se acercó, sentándose sobre la silla sobrante al lado de la mesa.

  --Me salvaste la vida y, te lo agradezco --Dijo con un tono que no representaba el agradecimiento. Helda casi se atragantó por la sorpresa, al final logró pasarse el bocado--. Pero eso no significa que te perdonaré por lo que hiciste. --Se recargó sobre la mesa con ambos brazos, mirando con frialdad a su cautiva.

  --Desde ese día --Bajó la cuchara de madera al plato, levantando la mirada para observarlo--... me ha estado rondando en mi cabeza una sola pregunta ¿Qué fue lo que te hice? No recuerdo haberte conocido antes de esa noche.

El joven tronó la boca para evitar enojarse, respirando profundamente.

  --Itkar --Blasfemó en silencio al pronunciar ese nombre-- y, tú abusaron de mi amiga Nina --Dijo sin emoción, porque sabía que dejaba salir su enojo, no podría controlar su espada--, la lastimaron y, ahora ella ya no es la misma.

Helda quiso decir algo, pero se arrepintió, la gélida intención asesina que desprendía de su cuerpo le advertía que cualquier cosa mal dicha podía llevarla a un destino más cruel que la propia muerte.

  --Entiendo. --No se atrevió a decir sus verdaderos pensamientos.

  --Vine a decirte que no te mataré, al menos no hasta tener el cadáver de Itkar en mis manos. Te has ganado eso por salvarme la vida.

  --¿Esperas que te agradezca? --Su arrogancia floreció.

  --No --Respondió--, pero si estuvieras consciente de mis habilidades, estoy seguro que mi forma de agradecerte, te hubiera alegrado más allá de la imaginación.

Helda volvió a quedarse en silencio, esos ojos verdes penetraban todo su interior con tal poder que la asfixiaban y, la frialdad con la que la miraba, era la mejor prueba de que sus palabras no eran solo eso.

  --Disfruta tus días y noches, porque no se cuándo volveré aquí con el filo de mi espada.

El joven se levantó al terminar de hablar, con intención de salir de la habitación.

  --Espera. --Se colocó de pie.

Volteó, esperando por sus palabras.

  --¿Qué quieres?

  --Si voy a morir --Dijo de forma impotente--, al menos déjame saber el nombre de mi primer hombre. --Algo había cambiado en su interior y, ni ella misma sabía el qué.

  --¿Nombre de tu primer hombre? No entiendo.

  --Quiero saber tu nombre.

  --¿Mi nombre? ¿Por qué?

  --Es una petición pequeña, considerando lo que me has venido a decir.

  --No tengo nombre. --Dijo después de un momento de silencio.

  --Me quitaste mi magia --Apretó los dientes para evitar llorar--, me encerraste y, me trataste como uno de esos --No se atrevió a decir "sangre sucia"--... y no se diga que para salvarte tuve que darte mi primera sangre --Sus ojos se tornaron rojos y brumosos--. Lo he pensado, no soy estúpida, sé que no me vas a liberar, por lo que, al menos quiero saber cómo te llamas ¡Es lo menos que puedes hacer por mí! --Le gritó.

Se acercó, colocándose justo enfrente de ella.

  --Te lo dije, no tengo nombre. --Su voz fue tan gélida que apagó la furia de la maga.

Helda entendió por el tono que no mentía, sintiéndose ligeramente confundida.

  --¿De verdad?... ¿Por qué?

  --No lo sé. Si es todo lo que quieres decirme, adiós.

  --Espera... solo una cosa más ¿Has sentido algo extraño dentro tuyo después de ese día? --Preguntó con timidez.

El joven pensó por un momento antes de asentir.

  --Sí ¿Cómo sabes?

  --Sabía que no era mi mente --Se dijo a sí misma, luego volteó a ver al joven--. Es porque yo también siento algo y, no sé que es.

El joven entrecerró los ojos y, por el impulso llevó su mano al cuello de la maga, quién jadeó, mostrando una expresión de confusión y terror.

  --¿Qué... te... pasa? --Preguntó con dificultad.

  --¿Qué me hiciste? Puede que no comprenda la magia de este lugar, pero no por ello significa que no entienda el poder que poseen los lanzadores de hechizos. --Su mirada era fría, desprovista de cualquier sentimiento cálido.

  --No... te hice... nada...

Aflojó el agarre, pero no la soltó.

  --No te creo.

  --¿Acaso olvidaste lo qué le has hecho a mis manos? --Frunció el ceño, su enojo floreció nuevamente--. Por tu maldita culpa no podré hacer magia, no hasta encontrar la manera de sanarlas. Que más gusto me daría matarte, pero --Suspiró, volteando a un lado y, exhalando todo su enojo--... sé que no puedo.

La soltó, lanzando su cuerpo hacia atrás y, ella, al no poseer demasiada fuerza en sus piernas cayó sobre su trasero. Sus cabellos desordenados y opacos obstruyeron su mirada, una mirada orgullosa e impotente, que le dirigía la emoción las siniestra que los humanos poseen: el odio.

  --Te odio maldito --Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas-- ¡¿Me escuchaste?! ¡Te odio!

El joven se quedó de pie, estático, sus puños temblaron al apretarlos con fuerza, quiso gritar, pero al final, lo único que hizo fue retirarse de la habitación, dejando a la dama sollozando con las piernas abrazadas.

 


Load failed, please RETRY

Wöchentlicher Energiestatus

Stapelfreischaltung von Kapiteln

Inhaltsverzeichnis

Anzeigeoptionen

Hintergrund

Schriftart

Größe

Kapitel-Kommentare

Schreiben Sie eine Rezension Lese-Status: C35
Fehler beim Posten. Bitte versuchen Sie es erneut
  • Qualität des Schreibens
  • Veröffentlichungsstabilität
  • Geschichtenentwicklung
  • Charakter-Design
  • Welthintergrund

Die Gesamtpunktzahl 0.0

Rezension erfolgreich gepostet! Lesen Sie mehr Rezensionen
Stimmen Sie mit Powerstein ab
Rank 200+ Macht-Rangliste
Stone 0 Power-Stein
Unangemessene Inhalte melden
error Tipp

Missbrauch melden

Kommentare zu Absätzen

Einloggen

tip Kommentar absatzweise anzeigen

Die Absatzkommentarfunktion ist jetzt im Web! Bewegen Sie den Mauszeiger über einen beliebigen Absatz und klicken Sie auf das Symbol, um Ihren Kommentar hinzuzufügen.

Außerdem können Sie es jederzeit in den Einstellungen aus- und einschalten.

ICH HAB ES