—¡Excellent Era no tiene vergüenza!
Cuando Chen Guo escuchó lo que Ye Xiu había dicho, inmediatamente rompió el periódico en pedazos.
—¿Cómo debemos contrarrestar eso? —le preguntó Chen Guo a Ye Xiu en tono interesado.
—Venciéndolos —dijo Ye Xiu.
—Uh...¿aparte de eso? —preguntó Chen Guo.
—¿No sería eso suficiente? —Ye Xiu estaba asombrado.
—Eso es un deber, ¿seguro? ¿Pero qué pasa ahora? ¿Cómo deberíamos contraatacar? —preguntó Chen Guo.
—Realmente no necesitamos hacerlo.
La expresión de Ye Xiu parecía como si temiera más problemas.
—¿Tienes un futuro? ¿Por qué siempre te echas la culpa? ¡Te están difamando! —gritó Chen Guo.
—¡Qué vulgar! —Wei Chen miró con desdén, mientras se reía histéricamente.
—¡Deja de reír! —exclamó Chen Guo fulminándole con la mirada. Ella no estaba de humor para bromear. Estaba realmente enojada.