William Cole permaneció en silencio.
Ruth Amanecer sentía como si estuviera golpeando algodón; no importaba lo que dijera, ¿Cole ahora parecía indiferente?
¿Se estaba dando por vencido?
—¿Por qué no contestaste mi llamada anoche?
—No volviste a casa en toda la noche, ¿te das cuenta de lo preocupada que estaba?
—William, ¿por qué no hablas? —Ruth miró fijamente a William Cole.
Cole se encogió de hombros. —¿Tiene algún sentido que hable? ¡De todos modos no me crees!
—¿Cómo puedo creerte si no explicas...? —Ruth se quedó sorprendida y lo soltó inconscientemente. Parecía que habían vuelto a sus conflictos anteriores, la crisis de confianza había regresado.
Cole asintió. —¡De acuerdo! Explicaré.
—Si te digo que no abrí intencionadamente el Salón Trece frente al Salón de la Misericordia Prosperar, ¿me creerías?
—¡No! —Ruth negó con la cabeza, frunciendo el ceño.