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Li Mei y Jiang Hai disfrutaban de la alegría de tener a su hija y nietos a su lado. El vacío en sus corazones finalmente se había llenado.
Li Mei miró a Tan Ming con cariño y tocó la parte superior de su cabeza. —Acompáñalos más tarde. Ya casi es la una. Apúrate y come. A propósito, mañana es miércoles. Mi compañero de clase y maestro llegarán a Ciudad del Mar mañana. He reservado un lugar para comer afuera. Tu padre y yo iremos a recogerte después de clase para comer juntos.
Tan Ming recordó que su madre le había pedido que se convirtiera en su discípula y aprendiera artes marciales. Asintió y aceptó. —Entendido, Mamá.
La familia Jiang era feliz y armoniosa, mientras que Si Cheng regresó a la compañía con el corazón oprimido.
La mente de Si Cheng no dejaba de repasar la escena de Tan Ming y Jiang Huai parados uno al lado del otro. Llamó a Ning Gang y le pidió que entrara a la oficina.