Noto algo en mi pecho. Un escalofrío en mi pezón. Abro los ojos. Cuatro ojos verdes me miran. Me sonríen. Aunque Yu enseguida infla las mejillas.
–¿Por qué has tardado tanto en despertarte?– se queja.
–Asúmelo. He ganado– le saca la lengua su hermana.
–¿Se puede saber a qué estáis jugando?– les pregunto, a punto de reírme.
–Quien te despertaba iba primero– sonríe Yi.
Yu se da la vuelta con los brazos cruzados. No le gusta perder contra su hermana. A ninguna de las dos.
–Diablillas traviesas– las acuso.
Las pellizco con dulzura. Ellas ríen. Me besan. Luego Yu se aparte. Me deja con su hermana.
No me pide nada especial. Simplemente se deja llevar. Soy todo lo dulce que soy capaz. Mimándola. Recorriendo su cuerpo con qi en mis dedos. Besándola en los labios, cuello, pechos, ombligo. Sin olvidarme de la peca bajo su nariz. De la que tiene bajos su pecho izquierdo. Descubriéndolas de nuevo.
Saboreo su vagina despacio. Su clítoris sin prisa. Llevándole despacio a un orgasmo. Luego a otro.
Me mira con deseo. Estirada sobre la cama. Indefensa. A mi merced. Abriendo las piernas con timidez. Como si fuera la primera vez. En cierta forma, lo es.
Mi miembro frota sobre su húmeda entrada durante un rato. Tentándola. Mientras mis manos y boca siguen recorriendo su cuerpo. Mientras mis oídos disfrutan de la música que son sus constantes y suaves gemidos.
Cuando me incorporo y la miro, sus ojos solo expresan deseo. Quizás sumisión. Amor.
–Te quiero. Sé mía– le susurro, volviéndome a inclinar sobre ella.
–Yo también te quiero. Soy tuya– responde un par de segundos después, sonrojada–. Y tú mío.
La penetro despacio. Ella hace una mueca de dolor por un instante. Eso no lo esperaba. Ha usado su yin para reforzar el himen. Como si fuera virgen de verdad. Aunque como mucho en la etapa uno de Génesis. Para mí, lo es. Al menos hoy.
Se lo hago muy despacio. Acariciando su mejilla. Recogiendo sus lágrimas con el dedo. Sonriéndole con ternura. Repitiéndole que la quiero una y otra vez. Besándola.
Ella responde con pasión. Hambrienta de mis besos. De mis caricias. De mis palabras. Conectada a mí no solo por donde la penetro.
La mimo. Amándola. Llevándola a cada orgasmo despacio. Dejándola disfrutarlo sin prisa. Dejándola llorar si así se siente. O reír. O simplemente sonreír. Cuando sonríe tan dulce, mi corazón se derrite. La amo. A todas ellas. Pero ahora, solamente existe ella. Durante este tiempo, ella es el centro de mi mundo. Quizás yo el de ella.
Nos quedamos abrazados después de llenarla. Sin prisa. Si hace falta, les dedicaré el día entero.
–Yu está esperando– me recuerda al cabo de un rato.
Lo hace con un profundo cariño. Hacia mí. Hacia ella. Nos besamos una vez más. Antes de separarnos. Aunque nuestros dedos quedan tocándose un rato más. Y nuestras miradas se encuentran. Una última sonrisa. Hasta que ella se aparta y mira hacia su hermana.
Yo también miro hacia ella. Yu me devuelve la mirada con timidez. Quizás temerosa. Sonrío. También la quiero. Tanto como a su hermana. Aunque, a partir de ahora y hasta que acabemos, solo se será ella.
–Ven Yu, mi amor– la llamo.
Ella se sonroja. Sonríe. Se acerca. Me besa.
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––Gracias. Te queremos–– me dicen dulcemente las dos a la vez.
Me besan en la mejilla. Cada una a un lado. Dulces. Despidiéndose.
–Yo soy quien debe dar las gracias. Sois maravillosas. Gracias por elegirme– les aseguro.
Me vuelven a abrazar. A besar. A llorar con dulzura. ¿Por qué mis ojos están borrosos?
Todavía tardo unos minutos más en devolverlas. Y me tengo que tranquilizar antes de llamar a Shi. Que me sonríe. Me besa suavemente.
–Lo entiendo. Lo has hecho bien. Déjamelo todo a mí– me susurra.
Esta vez es ella la que tranquiliza mi corazón. No es que haya sido duro. Pero sí profundo. Las dos se han abierto a mí. Me han entregado todo su corazón y sus miedos. Aparte de su segunda virginidad.
Verlas tan vulnerables. Sentir su total confianza y entrega. Su amor. Ha sido conmovedor. Tanto, que me cuesta reaccionar. Que necesito a Shi. Montándome dulcemente. Hasta que se ríe y empieza a botar salvajemente delante de mí.
–¡Ah! ¡Malvada!– la acuso.
Ella ríe. Sabe que he vuelto en mí. Pero no por eso va a desaprovechar la ocasión. De hacer conmigo lo que quiera.
Las demás son más bien dulces. Todas me preguntan por las gemelas. Están preocupadas.
Ellas están tumbadas en sus camas. Hablando entre ellas. Casi todo el rato sonriendo. A veces llorando. Incluso abrazándose.
Tardan un rato en salir. Cuando yo ya estoy de camino a la librería. Todas las abrazan. No sé de qué hablan. Pero consiguen avergonzarlas. Algo que hacía tiempo no pasaba. Cuando las veo a todas reír, no puedo evitar sonreír también.
Después, no hablamos de lo que ha pasado. Nadie pregunta. Todo parece igual. Aunque las gemelas me lanzan algunas tímidas miradas. Y por la noche, son más apasionadas de lo habitual. Por la mañana, me atan. Ríen divertidas cuando me cabalgan. Y me besan dulcemente cuando las devuelvo. Sin desatarme. Riendo.
Podría decirse que hemos vuelto como siempre. Pero no sería del todo verdad. De alguna forma, estamos más unidos. Y ellas parecen más alegres. Como si les hubieran quitado un peso de encima.
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Al atardecer, vuelvo a la tienda. Con mi cargamento de crepes. Follo a Guo Xua en las escaleras. Por detrás. Sus manos apoyadas en un escalón. Su vestido alzado por debajo. Abierto por arriba. Pero todavía puesto.
Su cuerpo ha sufrido algunos cambios. Sus pezones algo más prominentes. Más sensibles. Necesito menos qi para hacerla estremecerse. Las aureolas que los rodean más grandes y oscuras. En unos pechos que han crecido también. Se nota el bulto en su barriga.
Ella está preocupado por su aspecto. Yo la encuentro adorable. Me gusta acariciar su barriga y sus pezones. Estrujar sus pechos. Y la follo para confirmárselo.
Los cambios de Lin Tao son similares. Las estoy follando despacio. Está bocarriba sobre la cama. Mirándome. Un tanto reacia.
–Hazlo. Si estoy cerca de ti, puedo vigilarte– le aseguro.
–¡Aaah! Pero cerca no significa dentro… ¡¡¡HHHhhaaaahhhHHH!!! ¡Así no puedo! ¡¡AAAaaahhhh!!– protesta.
–Claro que puedes. Y es más divertido– sigo penetrándola.
Al final logro convencerla. Que intente abrir ocho nuevos meridianos. Para un total de diecisiete. Con la supuesta ayuda de la píldora falsa que le he dado. Con Guo Xua mirándome de forma un tanto peculiar. Debe de pensar que tengo extraños fetiches.
–¡Aaah! ¿¡Lo he conseguido!? Ha sido más fácil que… ¡Aaah! …lo que esperaba ¡Aaaaahh! ¡¡AAAAAAaaaaaaahhHHH!! ¡Espera! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!!
–Bien. Vamos a comprobar si aguantas más– me río.
Ella gime. Ya incapaz de decir nada más. Ha subido a la etapa cuatro sin mayores problemas. Ayudada por mí. Camuflo un poco los meridianos. Los obstruyo ligeramente. Artificialmente. Que no parezca que estén tan abiertos. Y la llevo a un largo orgasmo.
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–Esa pastilla debe de ser increíble– valora Guo Xua mientras comen sus crepes.
–No tanto. Aunque mejor que no digáis nada de ello– las advierto.
Las dos asienten. Con la boca muy llena. Están graciosas.
–Tengo otra para ti. Pero aún es pronto– le prometo.
Ella traga y me mira.
–No querrás hacerme lo mismo, ¿verdad?– pregunta, no muy segura de sus palabras.
–Ja, ja. Claro que sí. Es más divertido– la provoco.
–Pervertido– me censura.
–Mucho– acepto, metiendo mi mano entre sus piernas.
–¡Aaah! Déjame acabar–pide.
–Acaba. Nada te lo impide– le susurro sensualmente en la oreja.
No quito mi mano, sino que juego con su entrepierna. Con su clítoris. Con qi.
Acaba gimiendo y quejándose. Aun cuando es ella quien se mueve si se me ocurre parar. Se sonroja y enfada cuando se lo digo. Se le pasa con un beso.
Luego, es su asistente quien la releva. Obligada a sentarse sobre mí. Inmovilizando sus manos a su espalda. Obligándola a besarme. A moverse. No se resiste mucho. Más bien, colabora. Excitada. Rendida.
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Los brazaletes siguen entregándose con bastante éxito. Lo único a lamentar es que no habrá muchos más después. Quizás alguno esporádico de alguien que llegue a Alma.
De todas formas, Yan Xiulan está encantada. Tiene puntos de sobras para ir practicando. Y todavía le quedan los piercings. Que no había podido hacer por no tener las gemas del tamaño adecuado. Aunque ya las consiguió. Hoy nos tiene que traer el primero.
Es nuestro evento mensual de peleas. Para cumplir los cupos a quienes les resulta más difícil. Y para que mis pervertidas jueguen a crear parejas. El noveno evento, según dijeron.
La mejor noticia es que es difícil que me molesten. Mi fama ha resultado ser efímera. Ya no se habla mucho de mí. De mi "victoria aplastante" contra Ga Gui. El autoproclamado genio de la espada. Lo han confirmado las gemelas, mis pervertidas y las esclavas. Es un alivio.
Cuando llego, están todas. Bei Liu, Bi Lang, Fen Huan, Pen, Yan Xiulan y Ye Bi. No estaba seguro si Ye Bi iba a estar. Les pedí a mis pervertidas que le preguntaran. También está Ken, limpiando.
Mis pervertidas me recibe con abrazos. Pen también me besa. Fen Huan mira alrededor, y me besa también. Sigue siendo menos afectuosa cuando hay más gente. Pero supongo que con ellas se siente cómoda.
Yan Xiulan me mira algo sonrojada. Sin saber muy bien qué hacer. Ye Bi sonríe.
–No sé que les das. Son todas muy efusivas– ríe la artesana de talismanes –. ¿Para qué me has hecho venir?
–¿Hecho venir? Solo les dije que te preguntaran si vendrías. No era algo urgente. ¿Qué te han dicho?– le pregunto, mirando acusadora a mis pervertidas.
–¡Casi que era cuestión de vida o muerte!– exclama Ye Bi.
–¡Exagerada! No fue tanto…– la acusa Bi Lang.
–¿Y cuánto fue?– le pregunto.
–Solo un poquito…– reconoce Bei Liu.
–Aaah… Lo siento…– me disculpo, suspirando.
–Ja, ja. No te preocupes. Ya las conozco. Además, tenía curiosidad. ¿De qué querías hablar?– le resta importancia Ye Bi.
–Más bien quería consultaros a ti y a Xiulan'er. Verás, estuve en el salón de misiones, y vi que se vendían talismanes. Algunos con packs especiales. Me preguntaba si sería posible venderlos en conjunto con los brazaletes que ha estado haciendo ella. Pueden almacenar qi, y funcionan bastante bien con los talismanes de prueba que me diste. Creo que los que compran talismanes, estarían interesados– expongo mi idea. Bueno, la idea de Yi, más bien.
Ye Bi me mira pensativa. Saca un talismán. Me lo da.
–¿Puedes probar con este? Me gustaría verlo– me pide.
–¿Es peligroso?– pregunto, mirándolo.
–No, es un escudo temporal. Puede parar un ataque de hasta la etapa tres. Lo hice con material del malo para probar una variación, así que se estropeará en unos días– me asegura.
Entonces, no hay problema. Así que añado qi directamente del brazalete. Excepto un poco para guiarlo. El talismán brilla y estalla. Combinando el qi proporcionado y el que contiene. Creando una sólida barrera de qi.
Ye Bi se adelanta. El qi circula poderoso a su alrededor. Sus ojos verdes parecen brillar. Su pelo también verde ondea al compás del qi. Empuña una lanza. Golpea la barrera con ella. Aplica solo un poco de qi. La barrera resiste unos segundos. Luego estalla en mil pedazos de qi.
Veo de reojo que uno de los árbitros nos mira. Supongo que ha sentido la fluctuación de qi. Está prohibido pelear fuera. Pero nada impide hacer una prueba con talismanes. Vuelve a lo suyo poco después. Creo que un poco molesto.
–Va bien, no hay diferencia. Podría funcionar. Si hacemos una solicitud a las facciones y lo llevan a cabo, podríamos conseguir un pellizco sin hacer nada. El problema es que son muy lentos. E igual ni siquiera lo miran. Es posible que no nos hagan caso– explica pensativa Ye Bi.
–¿Por qué no ponemos simplemente unos packs de brazaletes y talismanes a la venta a ver qué pasa?– sugiere Bi Lang.
–Si tiene éxito, incumpliríamos las normas. Es obligatorio una solicitud para cualquier producto nuevo– explica Xiulan.
–Una vez oí de unos que pusieron algo en venta justo después de hacer la solicitud. Así cumplían las normas– sugiere Ken, que lo ha oído todo mientras limpiaba cerca.
–¿Serviría?– pregunto a Bi y Xiulan.
–No lo había pensado… Ahora que lo dices… La norma solo dice que hay que hacer una solicitud antes. Aunque creo que sería mejor dejar un tiempo, no hacerlo enseguida. Podrían mosquearse– apunta Ye Bi.
Yan Xiulan asiente su acuerdo.
–¿Podéis hacer alguna de vosotras la socilitud o como se llame?– inquiere Bei Liu.
–Claro. Yo puedo hacerla… ¿O prefieres hacerla tú?– le pregunta Yan Xiulan a Ye Bi.
Se ha puesto un poco nerviosa. ¿Quizás cree que se ha entrometido?
–Ja, ja. No, no. Odio los papeles. Tú te has ofrecido voluntaria, ¡ahora no te escapas!– se burla Ye Bi.
Así que acabamos decidiendo esperar dos semanas. De todas formas, Yan Xiulan todavía tiene brazaletes por acabar. De hecho, hoy me ha dado dos. Y Ye Bi tiene que preparar algunos talismanes.
Le es fácil y no le aporta mucho. Pero le ha gustado la idea. Además, si funciona, podría buscarse algún joyero de más alto nivel. O vender talismanes más potentes. Al sumar el qi propio y el del brazalete, podrían activarse más fácilmente.