Me acerco a ellas. No muy rápido. Shi y Song nos miran. Riendo. Abrazándose. Animándome a mí o a ellas. Ellas corren riendo alrededor de la cama. Damos un par de vueltas. Hasta que las gemelas empujan a Wan. Que cae en mis brazos.
Ella las mira sorprendida. Ellas se ríen. Le guiñan un ojo. Ella me mira. Está roja. Siendo sujetada por mí. La miro. Mis labios rozan su oreja.
–¿Quieres continuar? Sé que no te gusta que te miren– le doy la opción de dejarlo para luego, de esconderse.
–Contra la pared. Como a Shi. Si no, yo… ¡Iiiiihh!
Grita sorprendida cuando levanto sus piernas. Cuando doy unos pasos y la apoyo contra la pared. Sus abundantes nalgas Pegadas a ellas. Sus enormes pechos a mí. Sus labios silenciados por los míos.
Restriego mi cuerpo contra el suyo. Aplasto sus carnes. Invado su boca. Juego con sus nalgas. Mi miembro busca la entrada. Se frota con ella. Sus manos me abrazan después de la sorpresa inicial. Su lengua intenta contratacar. Pero se detiene de golpe cuando la penetro. Se estremece por un instante.
Pronto se cuerpo se acomoda a mis embestidas. Sus enormes tetas siguen basculando, aún apretadas a mí. Mis manos no son suficientes para estrujar todo su culo.
Suelto sus labios cuando se corre. Cuando todo su cuerpo se estremece. Dejándola respirar. Recuperar el aliento.
–Estás muy ardiente para tener a todas mirándote– la provoco.
–No me lo recuerdes– me susurra bajando la mirada. Enrojeciendo.
–Está preciosa cuando te avergüenzas. Eres adorable. Te quiero.
No es falso. Quizás no es tan cercana como las otras. Pero se ha ganado un lugar en mi corazón.
Su rojo aumenta. No se atreve a mirarme. Así que la vuelvo a embestir. Vuelvo a reclamar sus labios. Su cuerpo. Dentro y fuera. Ella actúa con más timidez. Aunque pronto se deja llevar. Por el placer. Por los besos. Por nuestros cuerpos restregándose.
La dejo caer poco a poco después de llenarla. De llevarla al límite. Está jadeando. Pero no me suelta. Me arrastra con ella. Lleva mi cabeza junto a la suya.
–Yo… también… te quiero– me confiesa.
Después de decírselo, he ido sintiendo como su lealtad cambiaba. Más profunda. Más íntima. Hasta ahora. Puedo sentir que sus palabras son reales. Que está completamente roja.
–Me alegra oírtelo decir– le sonrío. Y luego nos damos un largo y apasionado beso.
Se me ocurre algo. Así que vuelvo a susurrarle.
–¿Me ayudas con tus primas? ¿No quieres vengarte un poco de ellas?
Me mira. Asiente. Pocas veces he visto esa sonrisa traviesa. Planeamos un poco más. Nos besamos. Me vuelvo hacia ellas. Que habían estado comentando sobre nosotros. Sobre todo sobre Wan.
Las gemelas sonríen más que nadie. Están contentas por Wan. Si bien no saben todo, se la ve feliz. Lo que tampoco saben es que son la siguiente presa. Huyen riendo. Hasta que la pierna de Yi es atrapada por Wan.
–Aaah. ¡Traidora!
–Traición con traición se paga– le responde Wan.
Yi no tiene tiempo de decir más. La cojo por detrás. La empujo contra Wan. Está la coge. Sujetando su cabeza con sus brazos. Bajo sus pechos. Yo la sujeto por detrás. No tardo en penetrarla. En disfrutar de su interior. De sus nalgas.
–Le encanta que se lo hagan así– informo a Wan.
–¡¡Aaah!! ¡Kong! ¡Tonto! ¡¡AAAAAAaaahhhH!! ¡No digas nada! ¡¡¡AAAAAAAaaahhh!!!– protesta Yi.
–¿No es adorable?
Wan ríe. Aunque también se está excitando. Nunca había tenido tan cerca a alguien siendo follada. Ya es una de nosotros. Aunque está avergonzada.
Los gemidos ahogados de Yi demuestran que está disfrutando. Se agarra a su prima. Yo empujo por detrás. Cojo sus pechos. Le pido un beso a Wan. Me lo da con timidez. Y sigo embistiendo a Yi. Le agarro el pelo. Haciendo que alce su cabeza un momento. Que podamos oír sus gemidos.
Muerde el pecho de Wan. No muy fuerte. Esta grita sorprendida. Yo me río. Azoto a Yi. Muy suavemente. Pero empujo con más fuerza. Haciéndole esconderse de nuevo sobre Wan.
Agotada y llena de mí, se queda apoyada en su prima. Jadeando. Su pelo acariciado con cariño. Me dijeron que de niñas eran muy cercanas. Que luego se alejaron un poco. Parece que se han vuelto a acercar.
Me acerco a las que faltan. Están dispuestas a volver a correr.
–Entregadme a Yu o asumid las consecuencias– las amenazo, intentando parecer serio.
Liang y Ma Lang se miran. Y empujan a Yu hacia mí, riendo.
–¡Traidoras!– las acusa.
Pero de nada le sirve. Está en mis brazos. Atrapada. De espaldas a mí. La agarro de la cintura. Y de un pecho. De la cintura bajo a su entrepierna. Saboreo también su oreja. Ella gime suavemente.
La cojo de los tobillos. Alzándolos por encima de mis caderas. Abriéndole las piernas Sus brazos estirados. Apoyados en la cama. Yo de pie. Detrás de ella. La penetro. Puedo ver como mi miembro entra y sale de ella. Lubricado por sus fluidos. Su pelo rubio cayendo. Sus gemidos perfectamente audibles.
Al segundo orgasmo, sus brazos pierden fuerzas. Se deja caer. Su cabeza sobre la cama. Yo sigo detrás. Empujando en ella. Disfrutando de ella.
–Que sensual es Yu– oigo a Liang. Entre otras.
La miro. Le sonrío. Amenazante. Ella se ríe. Se relame los labios. Insinuante. Ya la cogeré. Por ahora, acabo con Yu. Llenándola, llevándola al límite. Haciéndola gemir con fuerza. Con pasión.
Me siento a su lado. Besándola y mimándola un poco. No tarda en llegar Yi. Acariciando con ternura a su hermana.
–Sois realmente preciosas. Me enamoraría otra vez si no lo estuviera ya.
–Tonto.
–Ahora dices eso.
Se quejan. Pero me besan las dos con ternura. Quizás hoy estoy un poco sentimental. Pero son todas adorables. Ya no sé que haría sin ellas.
Al rato, me levanto y me pongo a perseguirlas. Liang es más ágil. Ma Lang se queda un poco atrás. Las chicas la animan. Y se ríen de mí.
–¡No!
–¡Suéltala!
–¡No puedes hacer eso!
Son algunos de sus gritos cuando la cojo.
Ella me mira. Sus ojos claros parecen brillar. Sus labios me piden un beso. Se lo doy. La cojo en brazos. La dejo sobre una mesa. Cara a mí. Sus brazos apoyados contra la superficie. Sus pies en vertical hacia arriba. Apoyados en mis hombros. Me cuelo entre ellos para besarla.
Mis manos en su espalda. En su culo. En su pecho. Mi miembro rozando su entrada. Hasta que está preparada para mí. Para recibirme. Para engullirme. Para frotarme cada vez que la penetro.
–Eres mi sirvienta preferida– la halago entre beso y beso.
–La única– me reprocha dulcemente.
–No por ello te quiero menos– le confieso, volviéndola a besar.
Se detiene un momento. Rígida. Sus ojos se humedecen.
–¿Estás bien?– me preocupo.
Ella sonríe. Acerca sus labios. Hay mucha pasión en el beso. Es reluctante a separarse. Su lengua me persigue. La saliva tarda en separarnos.
–Hazme toda tuya. Te quiero. Te quiero. Te quiero– confiesa casi con desesperación.
No puedo sino volver a besarla. Con ternura. La penetro despacio. Hasta el fondo. La acaricio con mimo. Disfruto de ella lentamente. Con dulzura. Saboreándola. Llevándola lentamente al orgasmo. Llevándome ella a mí.
Luego nos quedamos un rato abrazados. Ignorando los comentarios. Bueno, no tanto. Estamos los dos un poco rojos.
–Liang te está esperando– me dice al final, aunque no parece querer dejarme marchar.
La beso una vez más antes de dejarla ir. Las chicas se acercan a ella. Molestándola. Abrazándola. Aunque las gemelas pronto vuelven a su prima. Quieren hacerle confesar todo. Mejor no me meto.
—————
–¿Cuánto más hasta que la pilles?– se queja Song.
Llevamos un rato dando vueltas alrededor de la cama. Ahora estamos frente a frente. Las manos sobre la cama. Que nos separa. Nos miramos. Riendo. Es divertido jugar como niños de vez en cuando. Y verla correr desnuda es muy sensual. La sonrisa la hace irresistible.
–Hasta que alguien me ayude– río.
–¡Eso sería hacer trampa! ¡EEeeh!– protesta.
Alguien la ha cogido por la espalda.
–No deberías haberme empujado. Lo mereces por traidora– la acusa Yu.
–No. ¡Déjame! ¿¡Acaso no sabes qué va a hacerme!?– se muestra Liang asustada. Casi es convincente.
–Lo que llevas rato deseando– ríe Shi, a unos metros.
–Seguro que estabas pensando en tropezar– se burla Song.
Veo que se sonroja ligeramente. Así que eso pensaba.
Me acerco a ella. Despacio. No intenta huir. Librarse de Yu. Que la empuja hacia mí. Riendo.
La cojo del culo. Ella me abraza. Me besa.
–Te quiero– me susurra.
–Y yo a ti– le respondo, besándola de nuevo. Acariciando su pelo recortado para mí.
Luego le doy la vuelta y la pongo sobre la cama.
–Así que Yu era sensual. Veamos que tal tú– le propongo.
Sabe que si dice algo cambiamos. Todas lo saben.
–Yo mucho más sensual– presume.
–¡Ni lo sueñes!– protesta Yu. Las demás ríen.
La verdad es que no sé quien es más sensual. No sabría decidirme. Las dos son muy dulces. Yu algo más tímida y traviesa. Liang más servicial. Si tuviera que elegir, las elijo a las dos. Sin pensármelo.
Disfruto de entrar y salir de ella. Del tacto de su piel. De oírla disfrutar. De su vagina apretada. De llenarla de mí.
Después, estamos todos un rato charlando. Recostados unos sobre otros. Discutiendo cómo actuar después. Si deberíamos salir. Pero es difícil. Están vigilando la cabaña.
Las devuelvo cuando las anfitrionas se empiezan a despertar. No tardamos en acabar follando. En volverse a dormir. Comer, dormir y follar. Nada de cultivar. No me extraña que les cueste avanzar. Aunque ahora casi están en cinco. Gracias a mí. Debería intentar ayudarlas a subir. No tendría que ser difícil. Se creen cuanto les digo.
Por ahora, traigo a Rui y Ning. Me las follo contra la pared. Como a Shi y Wan. Pero más rudo. Y analmente.
—————
Por la tarde, Liu y Lang comparten la comida conmigo. Lang ha salido a echar un vistazo y recoger también su comida. Les toca algo menos, pero no parece importarles. Más bien se las ve alegres.
Tampoco les importa saltarse lecciones o prácticas. Digamos que no es la primera vez. Pero no se saltan que las folle después de comer.
–¿Por qué no pruebas a abrir los meridianos? Solo probar, no te preocupes mucho– le sugiero a Lang.
–¡¡Aaahh!! ¿Ahora? ¡¡¡Aaaaahh!!! ¡¡Aaah!!
Me la estoy follando. Liu nos mira. Masturbándose. Esperando su turno.
–¿Por qué no? Me moveré despacio un rato. Ahora no estás estresada
–¡¡Aaaahh!! ¡Va..le! ¡¡¡AAAaaaah!!!– acepta.
En serio, son demasiado manipulables. Demasiado fáciles de engañar. Noto como lleva el qi a los dieciséis meridianos. No muy convencida. Noto como se sorprende como resulta fácil. No sabe que la estoy ayudando. Sumando mi qi.
No voy a subirlas de etapa. Eso sería demasiado. Pero si a abrir al camino. A dejarlo listo. A facilitarles que lo hagan ellas. A dejarlos medio abiertos.
–¡Aaaah! Sí ¡Podré hacerlo! ¡Aaaaaaah! ¡HHHAAAAaaaahhh!
Después de follarla hasta casi la extenuación, repito la operación con Liu. Con el mismo resultado. Y me las vuelve a follar. A cuatro patas. Hasta que se desmayan del placer.
–Lo están disfrutando– las mira Shi.
–Es el alquiler por el refugio– ríe Song.
Las dos se acurrucan junto a mí. Mientras charlamos. Mientras me cuentan que han hecho confesar a Ma Lang y Bei Wan. Entre risas. Me besan. Me dan las gracias por ser dulce con ellas. Me hacen sonrojar. Para luego burlarse de mí.
Las aprieto contra mí. Las beso en la frente. Les digo que las quiero.
–Eso es un buen contrataque– alaba Shi, besándome.
–Un golpe bajo– critica Song, que también me besa.
Nos pasamos el rato simplemente disfrutando de la compañía. Juntos. Íntimamente. Más tarde ya volveremos a follar todos. A aumentar nuestro cultivación. A acercarnos a nuestro objetivo. A disfrutar del sexo. Bueno, quizás Rong y Bronceada no tanto. Pero yo sí disfruto de ellas.
Wan, después de la pasión de esta mañana, se muestra muy tímida a hacerlo delante de todas. Pero las gemelas no le permiten esconderse. Ma Lang está especialmente dulce. Me ataca con Liang, en lo que sería una sobredosis de azúcar. Luego lo quemo violando a Rui y Ning.
Shi y Song se muestran muy sensuales y provocativas. Y Dominantes. Me tengo que rendir ante ellas.
Aprovechando la situación, las gemelas también me cabalgan. Aunque no lo reconozcan, les gusta hacerlo a la vez. Una en mi boca y otra en mi miembro. Abrazándose. Incluso llegan a besarse.
Me duermo pensando que falta un día menos. Aunque no está mal la situación actual, hay demasiados riesgos. Podrían descubrirme en cualquier momento. El peligro acecha.
Ha pasado otro día más. Con mucho sexo. Muchas risas. Algunas preocupaciones. Sigue la cabaña vigilada. Liu ha vuelto a salir. A dar una vuelta. Siguen buscándome. Casi han acabado con las cabañas de los estudiantes.
Me preocupa que puedan usar métodos superiores. Con el permiso y ayuda de algún maestre, podían buscar en toda la zona. Incluso atravesando las barreras. Solo espero que los miembros del control de esclavos no se decidan a pedir ayuda. O que tarden en hacerlo. Normalmente, los maestres no se preocupan por los problemas cotidianos. Por un simple esclavo.
Todas las facciones son reacias a pedir ayuda a otras. A reconocer que no pueden llevar a cabo su trabajo. Pero ya es el segundo esclavo que desaparece en poco tiempo. Sin rastro. En medio de la secta. Shi fue la primera. Eso les debe de poner presión.
Me gustaría preguntarles al resto de esclavos. Seguramente sabrán algo. Pero no puedo hacerlo. Y sería sospechoso que mi pareja de pervertidas lo hicieran.
Creo que podría lograrlo esta noche. Solo me queda un poco más. Pero no podría salir hasta mañana.
Por ahora, estoy tumbado en la cama. Después de follarme a Liu y Lang. Se están durmiendo otra vez. Ya sé que el sexo cansa, pero es excesivo. Son realmente perezosas. ¿Quizás debería pintarles la cara? Mejor no. Sé que se volvería en mi contra.
Noto vibraciones de qi. Alguien llama. Hay una silueta en la puerta. Liu abre los ojos, molesta por la interrupción. Debía de estar cerca de conciliar el sueño. Lang también abre los ojos. Suspira.
–Escóndete– me dice Liu, señalándome debajo de la cama.
Puedo ver que se pone una bata fina. Sobre su cuerpo desnudo. Un cinturón la cierra por abajo. Por arriba, sus pechos están bastante expuestos. Muy sexy. Muy provocativa.
Lang se pone una similar. A desgana. Mira hacia la entrada. Me mira a mí. Mueve los labios como gritándome que me esconda. Sonrío y me meto bajo la cama.
–Hola, ¿sucede algo?– pregunta Liu, con una voz muy sugerente.
–Ho… hola. Queríamos saber si han visto… algo. Del esclavo. ¿Hay alguien más?– pregunta nervioso la voz de un hombre.
Me puedo imaginar su cara. Intentando no mirar el tremendo escote de Liu. Su cuerpo a través de la bata que se transparenta. O hacerlo sin que se note mucho. Quizás ha aprovechado para usar alguna técnica para detectar otras presencias. Por suerte, bajo la cama estoy a salvo.
Al parecer, se hicieron con algo para bloquearlas. Después de un incidente en el que descubrieron al novio de alguien con ellas. Me han asegurado que no lo han necesitado nunca. Me lo creeré. No creo que me mientan. Tampoco tienen necesidad.
–Sí, yo– responde Lang.
Oigo sus pasos acercándose a la entrada. Me la imagino moviéndose sensualmente. Me siento algo molesto. ¿Celoso? Puede ser.
–Liu, ¿es amigo tuyo? ¿Va a pasar… un rato?– pregunta Lang provocativamente.
La invitación en su voz es evidente. Y puedo imaginarla apoyada en su amiga. Exponiendo su cuerpo.
–No, no. Estoy de servicio– niega el visitante, nervioso.
Seguro que se arrepiente luego.
–Oh. Lástima– se lamenta Lang.
Vuelvo a oír pasos. Supongo que de Lang. De vuelta a la cama. Acostándose. Emitiendo un gemido de placer al hacerlo. Muy sensual.
–No sabemos nada. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudar?– pregunta Liu, también muy sensual.
–No, no… Es todo…
Poco después se cierra la barrera. Y estallan en carcajadas.
–Ja, ja. Te has pasado. Lo has asustado. Seguro que es virgen– se burla Liu.
–Ji, Ji. ¿Has visto su cara? No sabía dónde mirar.
Me asomo por la cama. Están las dos sobre el colchón. Riendo. Son un tanto malvadas. Más traviesas de lo que pensaba.
–Así que flirteáis con cualquiera– las acuso. Me da la sensación de que mi voz suena más bronca de lo que quería.
–¡Oh! ¿Estás celoso?– sonríe pícaramente Liu.
–¿Acaso nos quieres solo para ti?– se insinúa Lang
Si tengo que pensarlo, la respuesta es sí. Las quiero solo para mí. Sé que es egoísta. Y más siendo aún un esclavo. Y más teniendo a muchas otras. Pero no puedo evitar quererlas acaparar. Me pregunto si podré lograrlo.
–Sí– les respondo.
–¿Y cómo piensas conseguirlo?– me reta Liu.
¿Me lo parece o están ligeramente rojas?
–No es tan fácil. Otros han fallado antes– Lang también me desafía.
Me acerco. Acaricio sus piernas. Las miro.
–Os daré sexo hasta que os rindáis– las amenazo.
–Mmm. Suena prometedor– se insinúa Liu.
–¿Después de la siesta?– sugiere Lang.
–Ni hablar. No hay descanso hasta que seáis mías. Además, sois mis prisioneras.
Me estoy dejando llevar. Sin duda estoy celoso. Y posesivo. No les doy tregua. Me las follo hasta que no pueden más. Hasta que casi pierden el conocimiento.
Las miro. Acostadas. Jadeando. Acaricio sus cabellos verde y morado. Sus pechos más bien modestos. Sus frentes sudadas. Por ahora, no se han rendido. Me reafirmo. Las quiero para mí. Solo para mí. Las beso en la frente.
—————
Llamo a las chicas y les explico el incidente. Parece ser que quien vigilaba se ha ido. Ya han pasado varios días. Supongo que creen que no tiene sentido. Mejor para mí.
–Son buenas– las alaba Song.
Las gemelas, Ma Lang y Bai Wan las miran con admiración. Y algo rojas. Supongo que no se ven haciendo algo así. Aunque estén desnudas frente a mí, ante otros son mucho menos atrevidas. Las gemelas, cuando salen, a veces se quejan de que les han estado mirando el culo.
Shi, Song y Liang lo ven algo diferente. Nunca hubieran hecho algo así. Las esclavas intentan pasar desapercibidas. Pero tampoco les debe de parecer algo imposible. No sé si se verían haciéndolo.
Están preocupadas pero esperanzadas. Si lo consigo hoy, no debería haber muchas más problemas. Si todo sale bien. No tenemos la seguridad de que me acepten tal cual. Sobre todo, ahora que me están persiguiendo.
Fen Huan aparece por la tarde. Preguntando. Parece preocupada. Parece sentirse culpable. Está muy enfada con su novio. Se han peleado. Incluso ella lo ha abofeteado. Debe haber dolido. Ella es mucho más fuerte.
Liu y Lang hacen lo posible para consolarla. Y que se vaya. Pero no es fácil. No pueden echarla sin más. Yo sigo escondido debajo de la cama. Durante tres horas. Hasta que dos cabezas aparecen.
–Lo siento. No henos podido echarla antes– se disculpa Liu.
–Un "lo siento" no es suficiente. Vais a tener que pagar por tenerme ahí debajo tres horas– las amenazo.
–Es lo justo– acepta Lang, desabrochándose la ropa.
Las ayudo a desvestirse. Las beso. Juego con sus labios. Sus cabellos. Sus piernas. Sus entrepiernas. Sus pechos. Sus ombligos. Sus caderas. Sus culos. Las acaricio. Estrujo. Beso. Lamo. Chupo. Pellizco. Las llevo a las dos al orgasmo antes de penetrarlas.
–Os voy a hacer mías– las amenazo.
–¿De verdad lo dices en serio?– pregunta Liu. Su voz tiembla un poco.
–Sabes que lo hemos hecho con muchos– añade Lang.
Se ven algo tímidas. Resulta extraño.
–Me da igual. Os quiero para mí. Para siempre– les aseguro.
Entro en pánico. Están llorando.
–¿Qué pasa? ¿Estáis bien?
–Nadie me había dicho eso de verdad. Todos nos usan para sexo. Y nosotras a ello. Pero nos desprecian. Muchas veces hemos sabido que nos llaman putas a nuestras espaldas. Que se ríen de nosotras. No queremos saber nada más de ellos, pero nos gusta el sexo. Y lo hacemos con otros. Algunos son sinceros. Solo es sexo. Otros mienten y se burlan de nosotros– explica Liu, entre lloros.
–Hay más. No las puedo abandonar. Tendríais que compartirme– confieso. Quiero ser sincero.
–Lo sabemos. Ken nos ha contado mucho– ríe Lang, entre lágrimas.
–¡Maldita chivata!– exclamo.
–Ja, ja. ¡Tendrás que "castigarla"!– sugiere Liu.
–Seré tuya. ¿Pero… al menos una vez a la semana?– pide Lang.
Es raro verla tan tímida. Tan dulce. Tan vulnerable. No puedo controlarme. Tengo que besarla. Me devuelve el beso apasionadamente. Sin ninguna reserva.
–Al menos una vez a la semana. Si no puede ser, me aseguraré de compensarte– le aseguro.
Ella asiente. Me sonríe. Está preciosa.
–¿¡Eh!? ¿¡Tan fácil!? ¿Dos veces a la semana?– intenta negociar Liu.
Me acerco a ella. La miro. Mis labios muy cerca de los suyos. Casi tocándose.
–Una. Al menos– me reafirmo, antes de besarla.
Acepta mi beso. Nuestros labios se separan y juntan varias veces. Nuestras lenguas también se juntan y separan. Aprovecho para manosear su pecho.
–¡Ah! Va… vale. ¡Ah! Una. O más– se rinde a mí –. Pero dime otra vez que me quieres para ti.
La miro. Sonrió.
–Te quiero.
Ahora sí que está roja. Totalmente. Caen lágrimas. Es una combinación extraña. Tan pervertidas. Sexualmente abiertas. Y tan inocentes. Vulnerables. Anhelantes de amor. Supongo que como todos. Es realmente adorable. Solo pensar que alguien podía haberles mentido diciendo lo mismo…
Nunca la había visto tan sumisa al ser besada. Tan entregada. No deja de mirarme. Sus manos me acarician lentamente. Llegando a mis caderas.
De repente, noto una mano que me coge del brazo. Temerosa. Me giro. Lang me está mirando. Tímida. Indecisa. Mordiéndose el labio. Nerviosa. Liu me empuja hacia ella. Me acerco. La beso con suavidad.
–Te quiero– le digo también.
Le caen lagrimas. Me besa. Es largo. Delicado. Pero no lo es tanto los brazos que me agarran y me tiran sobre la cama. Pronto otros dos me cogen también.
–Más te vale cumplir tu promesa– amenaza Liu.
–Empezando por ahora– añade Lang.
No tardan en violarme. En cubrir mi cuerpo de besos. Chupetones. Saliva. Algún mordisco. Sus cuerpos restregándose. Haciéndome lamer sus partes. Turnándose sobre mi miembro. A veces suaves y delicadas. Otras salvajes y apasionadas.
Yo les dejo hacer. Me dejo usar. Me dejo amar. Hasta que se acuestan junto a mí. Sobre mis brazos. De lado. Mirándome. Sonriendo. Poco a poco, sus párpados se cierran. Cumpliré mi promesa.
—————
Hago a Bronceada follarme. Luego a Rong. A Ning. A Rui. Les absorbo más qi de lo normal. Mientras abro poco a poco los más de quinientos meridianos. Cuesta más que otras veces. Hay una barrera. Algo que ejerce presión. Que hay que vencer. Como una prueba a superar.
Las chicas me follan con cuidado. Sigo forzando sus contenedores. No me cuesta mucho. Luego les absorbo una gran cantidad de qi. Siento no poder satisfacerlas. Les compensaré. Tampoco me lo piden.
Se aseguran de estar mojadas. De sentarse sobre mí. De moverse despacio. Les he absorbido la mitad a todas. Aún no es suficiente. Shi vuelve a ponerse sobre mí. Me da un beso en la mejilla. Yo tengo los ojos cerrados. Concentrado. Pero agradezco sus ánimos.
No falta mucho. Podríamos haberlo hecho más despacio. Pero hubiéramos tardado quizás un par de días más. No podemos esperar tanto.
Noto como algo se rompe. Como una barrera invisible se resquebraja. Aún no es suficiente. Noto los pechos de Song apretándose a mí. Ya falta poco. La siguiente es Yi. O quizás Yu. Algo estalla. Tengo que concentrarme para controlar el qi. Para evitar que se desboque una vez rota la barrera. Que me cause daño.
Redirijo la explosión a cada meridiano. Abriéndolos. Mientras cambia la hermana. Debo tener suficiente qi. Pero no puedo perder la concentración y decírselo. Deben estar preocupadas. Lang es la última en la etapa ocho. Liang y Wan ayudan lo que pueden, pero no tienen mucho qi. Y a las esclavas las he vaciado antes.
Finalmente, lo noto. Al abrirse el último, todo cambia. El circuito se ha completado. El qi fluye más ágil. Más rápido. Por todo mi cuerpo. De alguna forma, resulta más fácil manipularlo. Ahora veo que estaba incompleto. Que todos los meridianos se complementan y fluyen como uno.
Abro los ojos. Varios pares me miran. Preocupados. Sonrío. Grave error. No tardo en ser aplastado bajo sus abrazos.
–¿Cómo estás?– me pregunta Shi, nerviosa.
–Bien.
–¿No estás cansado?– pregunta Liang.
–No. Me siento bien. Mejor que nunca.
–Entonces empieza a compensarnos. Pero se suave. Hemos perdido mucho qi– me exige Song.
Me las quedo mirando. Confuso un instante. Pero un beso hasta la garganta disipa cualquier duda.
No es necesario para su cultivación ni la mía. Pero no por ello dejamos de tener sexo. Suave. Lento. Cuidadoso. Las follo delicadamente. Todas rendidas a mí. Pero soy yo el que cumple sus órdenes. El que las sirve. El que las mima. El que las acaricia con suavidad. Las penetra con delicadeza. Las besa con devoción. Con amor.
Hoy se acuestan todas conmigo. Al menos hasta que las devuelvo. Todas juntas en una cama. Y me quedo durmiendo con mis nuevas "adquisiciones". Aunque ellas no lo saben todo. Algún día se lo diré. Las llevaré conmigo. Pero no estoy seguro de si pueden guardar el secreto ahora mismo. De si puedo arriesgarme a un desliz. O a que les saquen la verdad de otra forma. Así que, por ahora, seguirán siendo estudiantes. Y mis amantes.
Me cuesta dormirme. Estoy nervioso. Así que me quedo leyendo la nueva información que ha aparecido en la residencia. Revisando los nuevos "juguetes". No dejo de sorprenderme. De sonreír. De tener esperanza.
Pero nada de eso sirve por ahora. Mañana será el momento de la verdad. No sé qué puede pasar.
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