Me las quedo mirando. Evidentemente estoy más que dispuesto a tener sexo con ellas. Pero hay algo más. Solo tenían que besarme si es lo que querían. Y lo saben.
–Jo, Dandan, no lo digas así– protesta An.
–Deja que te lo explique– interviene Sai, la hermana mayor, encogiéndose de hombros –. Hay una técnica que podemos practicar y subir bastante rápido hasta el reino de Alma. Requiere concentrarse en el Yin, y luego complementarlo con Yang. Con un hombre. Con sexo. Pero, al hacerlo, extraeremos mucho Yang de él, por lo que tardará en recuperarse. Estará varios días muy cansado, y normalmente no podrá hacerlo durante un tiempo.
Bueno, en mi caso no debería ser problema. Aunque mejor que no se sepa.
–¡Pero te daremos frutos con Yang para reponerlo!– interviene Dandan –. Queremos practicarla, ¡pero no queremos tener sexo con cualquiera!
–Ya ves, algunos se han ofrecido. Antes nos despreciaban. Incluso alguno había abusado de nosotras. ¿¡Y ahora quieren ser nuestras parejas!? Porque saben que tenemos la constitución ilusoria…
–Di que sí– me pide An.
–Los frutos pueden reponer el Yang. Pero pueden tener afectos adversos. Así que hay que ir con cuidado. Parar si se nota algo raro. Si no quieres, no pasa nada. O si solo quieres hacerlo con una…– propone Sai, pero sus ojos dicen lo contrario.
¿Cómo no voy a ayudarlas? Si me dan esos frutos, me servirán como excusa. Aunque no los necesite. Cojo a Sai y Dandan del culo. Beso el cuello de An.
–¿Cuándo empezamos? ¿Ahora?– acepto, queriendo provocarlas. Excitarlas.
–¡Aaah! ¡Kong! No podemos ahora… De verdad– se niega Sai, casi suplicante. Quizás frustrada.
–¿Ni un beso?
Me miran. Se miran. Sai se adelanta y sella mis labios. Su lengua penetra mi boca. Me aseguro de contratacar. Con mi lengua y mis manos.
–¡Eso no vale!– oigo quejarse a An.
–¡Tramposa!– protesta Dandan.
Nos separamos sin dejar de mirarnos. Ella sonríe. Se muerde el labio inferior. En lo que parece una promesa. Aunque no podemos estar así mucho tiempo.
An aparta a su hermana entre risas. Y toma mis labios por la fuerza. También me aseguro de acariciarla. De manosearla. Y lo mismo a Dandan poco después.
Por desgracia, se tienen que ir. Querría que se quedaran más. Diría por su mirada que no quieren marcharse ellas tampoco. Pero no es un adiós. Tan solo un hasta pronto. Un pronto que promete.
–¿Podrás venir a nuestras habitaciones cuando te llamemos? ¿No será un problema?– confirma Sai.
–Claro. Pero no tardéis mucho. Os he echado de menos– les aseguro.
Ellas sonríen. Lanzan un beso al aire. Las veo marchar. Me vuelvo a practicar.
Ya se me da bastante bien imbuir mis músculos con Yang. Aún no es perfecto. Podría ser más eficiente. Pero ya he podido completar el ciclo una vez en el brazo. En teoría, es un poco más resistente. Aunque debe hacerse muchas veces más para que se note de verdad.
Me duele decir que Shi es más diestra que yo. Me duele en el orgullo. Aunque también me alegro. Y es cierto que sus consejos me han ayudado. Las otras también han empezado a probar. Las gemelas y Song. Le he dejado el manual a Rui para que lo lea. Creo que será útil que ella también lo haga.
—————
Wan está entusiasmada. Al parecer, se pueden hacer varias píldoras con ese tipo de frutos. No son un material muy común. Bastante caros. Al menos para un mero discípulo en Alma. Del resto de la conversación, no sé si se ha enterado. Como dicen sus primas, estaba en su mundo.
Las exesclavas están aliviadas de saber que las tres hermanas están bien. En especial Liang. Es la que había tenido más contacto con ellas. Se han entusiasmado cuando se han enterado de las nuevas condiciones de los esclavos. Casi han llorado antes, cuando se lo he contado.
También han jugueteado y probado la malla que me han regalado. Song ha amenazado con quedársela. Bromeaba. Me han exigido que la lleve siempre. Por si acaso. Bueno, no pesa mucho. Quizás para un mortal. No para alguien en Alma.
No puedo dejar de reírme ante la desesperación de Yu. Le toca ser la encargada de Terror. Y la está persiguiendo por toda la habitación. Apostaría que la rata juega con ella.
Rayitas está en mi regazo. Dejando que la mime. Aquí no puede jugar. Es pequeño para ella. Y cada vez está más grande. Tendría que ir a jugar algún día al bosque con ella. Las chicas me dan envidia cuando lo hacen en la Residencia.
Al final, Liang, Song y Shi deciden darme un premio por las nuevas condiciones. Después de follarme a las gemelas, Wan y Lang. Que se han dejado hacer. Tumbadas boca arriba sin moverse. O casi. No podían evitarlo cuando se corrían. O cuando les hacía cosquillas. Yu me ha mordido.
No estoy seguro si ha sido un premio para mí o para ellas. Song también me ha mordido cuando se lo he dicho. Riéndose. Mientras Liang estaba sentada sobre mí. Subiendo y bajando. Frotando su cuerpo contra el mío. Noto sus pequeños pechos. Sus pezones erectos. Sus brazos alrededor de mi cuello. Sus manos acariciando mi pelo. Sus labios ocupados con los míos.
Es la que más retrasada está en cultivación. Aunque el resto la esperaran mientras yo no suba de etapa. Las gemelas subieron a nueve hace unos días, aunque oficialmente están en cuatro. Wan está en siete, y todas las demás en nueve. Bueno, Lang en unos días.
De las esclavas, solo Rui está en nueve. A Ning le faltan un par de semanas. A Rong la dejo una etapa por detrás, así que aún está en siete. Y Bronceada se quedará en ocho por un tiempo.
Pero eso no quita que su vagina esté apretada. Que sea deliciosa follarla. Besarla. Contemplar sus preciosos ojos marrones. Acariciar el cabello que, poco a poco, va creciendo de nuevo. Llenarla.
Song se sienta también sobre mí. De espaldas. Dejando que la coja de sus suculentos pechos. Se queja. Pero le gusta. Por mucho que lo niegue cuando las otras dos la provocan. Su interior aún se estrecha más cuando pellizco uno de sus pezones. Añadiendo qi.
Apenas tienen un par de orgasmos cada una antes de que las llene. Las otras dos juegan conmigo. Con qi. Están aprendiendo demasiado. Quizás si me esforzara podría evitarlo. Pero no hay motivo para no dejarse llevar.
Shi es la última. También sentada sobre mí. También de espaldas. Sus pechos son más pequeños. Muy lindos. Muy eróticos.
Acaban durmiendo las cinco conmigo. Shi, Song, Liang, Rayitas y Terror. Rayitas sobre nosotros cuatro. Terror sobre la cabeza de la tigresa. Curiosamente, el color de la piel de la rata se está ennegreciendo. Y el de su amiga peluda, aclarando. ¿Quizás acabará siendo blanca con rayas negras?
Ha mejorado su dominio sobre los rayos. Puede lanzar hasta diez en una hora si no son muy fuertes. Uno, si es de los más poderosos. Curiosamente, solo con dormir y comer están subiendo de nivel. Dan cierta envidia. Aunque quizás no debería quejarme. Mi método es bastante placentero.
El problema estará en conseguir carne de más nivel. Las chicas preguntaron. No es difícil, si tienes dinero. Es cara. Y una tigresa come grandes cantidades. Cuando acabe de crecer, no sé cuánto comerá. Es una suerte que tenga tanto almacenado. Pero en el futuro, tendremos que pensar como hacerlo. Además, las salamandras también crecerán. Tendremos un problema.
—————
Por la mañana, me despiertan los bigotes de Rayitas. Su lengua áspera. La devuelvo con a Terror, junto a algo de comida. Que devoran. Las chicas están durmiendo. Me ha despertado antes de lo normal.
Cojo un trozo de ropa y se lo pongo a Liang en la boca. Está bocabajo. Le ato las manos a la espalda. Creo que se ha despertado. Aunque no se mueve. Juego un poco con su entrepierna. Hasta que está mojada. Entonces la penetro.
Me lo pidió ella ayer. Así que la follo con fuerza. Aunque no demasiada. Sus gemidos son ahogados por su mordaza. Que pronto está empapada de saliva. Su culo vibra en cada embestida. Su interior me aprieta. Excitado. Lubricado.
Admiro su cuerpo desnudo. La cojo de la cintura. Entro y salgo de ella. Disfruto del placer de follarla. De dominarla. De verla disfrutar. De llenarla.
Cuando acabo, me doy cuenta de que las otras dos se han movido. Se hacen las dormidas. Ahora están bocabajo. Totalmente expuestas. Está claro qué quieren.
También las ato. Las amordazo. Y las follo desde atrás. Golpeando sus nalgas con mis caderas. Dejando que simplemente disfruten del sexo. Que disfrute yo.
–Sois unas envidiosas– les reprocha Liang entre risas.
–Las otras también querrán, si se enteran– sugiere Song.
–No tengo ninguna duda– está de acuerdo Shi.
Así que, una a una, las llamo, las ato mientras están dormidas, y la amordazo.
–Si quieres que continúe, abre las piernas un poco más– le doy a Yu un ultimátum.
Ella obedece. Quería asegurarme. Sufrieron cuando fueron violadas. Sé que aún no lo han superado del todo. No quiero hacerlo sin su consentimiento expreso. Y también les pregunto a Wan y Lang. Por si acaso.
Todas las abren. Esperándome. Anhelantes de que las penetre. De que las domine. De que las someta con placer.
Me temo que esta noche me va a tocar ser la víctima. No me extrañaría que ya lo estuvieran planeando. No voy a decir que no lo espere.
—————
Hoy por fin consigo tres hojas de nivel uno de Alma. Ya tengo suficientes puntos para comprar un arma. Tendré que ir a verlas un día de estos. Aunque no corre prisa.
Por ahora, recupero qi con Rui, Ning y Rong. Los retoques de Ning casi están acabados. Casi. Hoy me ha pedido la punta de la nariz un poco menos prominente. Apenas una uña.
Estoy un poco preocupado por hacerla prostituirse. Casi llora cuando le he insinuado de no hacerlo. Por un momento, he olvidado hasta que punto es pervertida. Hasta que punto lo está deseando. Se supone que con su nivel de lealtad nunca me traicionará. Pero me preocupa eso. Incluso hacerle daño.
Es curioso. No la he perdonado del todo. Pero tampoco quiero hacerla sufrir. ¿Quizás me he acostumbrado a tenerla como mascota sexual?
Es aparente el tamaño de las tetas de Rong. Han aumentado considerablemente. Alrededor de un centímetro al día. Ayer la vi tocándoselas. Parecía más curiosidad que otra cosa. Aunque casi acaba masturbándose. Se paró de golpe. No sé muy bien por qué. ¿Quizás debería follarla más?
De su culo, también se nota la diferencia. Como vibra cada vez que la embisto. Lo curioso es que su lealtad ni ha mejorado ni empeorado. Al menos sigue igual.
Además, se moja muy rápido. ¿Quizás lo espera con ansias? ¿O quizás simplemente es un acto reflejo? Lo cierto es que parece disfrutarlo. Sus gemidos no son fingidos. Ni sus orgasmos. Pero sigue algo hostil por dentro. Al menos, es obediente. Aunque no muestra pasión.
A Rui tendré que darle otra técnica. Quizás una de movimiento. Todos necesitaríamos una. Es una pena no poder tener las de grado alto. Solo las comunes.
Por ahora, la he llenado de Yang. Que practique con la técnica de cultivación del cuerpo. Ya le he explicado lo que necesitaba. A Ning y Rong de momento no les hace falta. Y necesito algunas que me den Yin. Quizás a Bronceada le iría bien, si fuera más leal.
—————
Hoy vamos a vender las salamandras macho. Han alcanzado el tamaño mínimo para ello. Las hembras están bastante activas. Tienen miedo a Terror y Rayitas. Cuando la tigresa ha puesto la pata en el agua, todas han desaparecido en el fondo. Supongo que pueden sentir la diferencia de nivel.
Llevo en la espalda una mochila. Oculto dentro, hay un recipiente con agua. Y las salamandras macho. Ni me miran cuando salgo de la secta. No es algo tan raro ver a alguien con una mochila. Y nadie se mete en los asuntos de otros.
Voy directo a un lugar apartado. Llamo a Shi y Song. Vestidas diferente a la otra vez. Para hacer más difícil que las reconozcan. Con su cultivación restringida a tres. Cambian la mochila. Para que no puedan relacionarnos. Tenemos una cuantas de la expedición.
Las sigo a cierta distancia. Miro alrededor. Por si alguien las vigila o actúa raro. Desde el otro lado de la calle, las veo entrar en la tienda elegida.
Tardan un rato. Empiezo a impacientarme. ¿Debería entrar a ver? Espera. Ya salen. Mmmm. Aún llevan la mochila. No es buena señal. Y hay movimiento. Han salido al menos tres de un callejón. Que da a la tienda en el lateral. Parecen estar entre las etapas cinco y seis. Otros dos salen un poco después que ellas. Y diría que hay al menos tres más detrás de estos.
Está claro que las cosas no han salido bien. El problema está en las salamandras. Puedo hacerlas desaparecer a ellas, pero no a los machos. Sería una pena perderlos. Aunque no sé si vale la pena meterse en problemas.
Ellas se acercan. Caminan despacio. No se detienen. Pero hablan para que las escuche.
–Nos han amenazado. Querían comprarlos por la mitad que ofrecieron. Y nos exigían saber de dónde los habíamos sacado. Ladrones…– gruñe Song.
–Elige un callejón. Prepara a las chicas. Creen que somos esclavas en la etapa tres. La que parecía la líder estaba en la siete. No nos deberían dar problemas. Si no, abandonaremos a los machos. Si dices que te hemos atacado y huido, no te harán nada. O coge la botella de alcohol y haces ver que estás borracho. Eres un discípulo de la secta. No se atreverían. Pero ves con cuidado– nos organiza Shi, que también parece enfada.
Ellas se paran un poco más adelante. Discutiendo. Yo las adelanto. El siguiente callejón no es adecuado. Hay el lateral de una tienda, y un par de personas hablando. El siguiente está vacío, pero no hay donde esconderse. El tercero parece adecuado.
Las chicas ya están preparadas. Les he dado la señal hace rato. Vestidas y armadas.
Las gemelas se esconden entre unas cajas abandonadas. Lang un poco más atrás, en un portal bloqueado con maderas. A Liang sobre el tejado. No era muy alto. Las gemelas me han ayudado a subir. La dejo con Rayitas, Terror y Ning. Esta última por si necesita defensa. Su nivel es bajo, pero puede disparar desde lejos. Además, Terror y Rayitas la obedecen.
Rui está preparada en la Residencia. Por ahora, no la llamo. No hay mucho sitio para esconderse.
Estamos todos tenso. Esperando. Temiendo que les pueda pasar algo antes de llegar. Al menos yo. Liang parece que también. Ha enviado a nuestra rata espía. Pronto vuelve. Ya vienen.
Entran a paso rápido. Como huyendo de algo. Sonríen cuando pasan por delante de las gemelas. Shi le guiña un ojo a Terror. Pronto llegan sus perseguidores.
–¿Dónde vais? Solo queremos hacer negocios. No hace falta que corráis– la llama una mujer en la etapa siete, con tranquilidad.
Aparecen tres más al otro lado del callejón. Por eso estaban tranquilos. Creen que no pueden escapar. Es como decían las chicas. Aunque hay uno en la etapa ocho.
–¡No queremos hacer negocios con vosotros! ¡Dejadnos en paz!– grita Shi.
Si no lo supiera, creería que está asustada de verdad. A estas alturas, deben de haber ya quitado las restricciones en su cultivación. Ellas solas quizás podrían escapar.
–Demasiado tarde. No deberías haber entrado en un lugar tan solitario. Ahora los queremos gratis. Y vosotras quizás podáis alcanzar un buen precio como esclavas. Dejadme ver vuestras caras. Mis chicos os enseñarán a ser obedientes si no lo hacéis. Si os portáis bien, les diré que os traten con cariño– se burla ella.
Ellas retroceden. Dejan la mochila a un lado. Como asustadas y queriendo librarse de ella. Simplemente, no quieren que corra peligro. Se ponen espalda contra espalda. Sin decir nada. Aparentemente aterradas.
Los matones se acercan. Mirándolas fijamente. Con prepotencia. Sin fijarse en quienes están escondidas. En algunos hay lujuria en sus ojos. Ninguno va a salir con vida de aquí.
Son diez. Más que nosotros. Si no contamos a nuestras mascotas. Pero su nivel es mucho más bajo. Lo importante es no dejar que escapen.
Cuando el último pasa por delante de mi posición, llamo a Rui. Le señaló a su víctima. Que no tenga piedad.
Las gemelas son las primeras en atacar. Cogen por sorpresa a dos de nivel seis que estaban junto a la mujer. Los apuñalan por detrás. Caen fulminados.
Rui y yo hacemos lo mismo. Aunque mi nivel es más alto, mi destreza con el arma menor. El de Rui muere. El mío queda herido. Guardo la daga y lo golpeo con el bastón en la cabeza. Con qi. No sobrevive.
El nivel ocho se vuelve hacia mí. Quiere atacarme. Pero se detiene de golpe. Se habrá dado cuenta de mi cultivación. Retrocede un paso.
Mientras, Shi y Song han sacado sus armas. Y cogido por sorpresa a sus atacantes. Uno ha caído. Otro está gravemente herido.
Lang ha cogido a otro por la espalda. El asesinato no es su fuerte. Pero es tres niveles más. Pronto cae. Rayitas se encarga de uno aterrorizado por cierta rata que le ha mordido en el cuello
Solo quedan el nivel ocho y la nivel siete. La mujer ha sido reducida por las gemelas y Lang. El hombre ha querido huir por donde estaban Shi y Song. Tarde se ha dado cuenta de que el nivel de ellas era superior al suyo. Además de que algunas flechas lo atacaban. Cuando he llegado, ya no hacía falta.
Recojo los cadáveres mientras Song y Shi van hacia la prisionera.
–¿¡Cómo os atrevéis!? ¿¡No sabéis quién soy!?– les intenta intimidar.
Es evidente que está asustada. No esperaba esto. Song la abofetea.
–Habla cuando te pregunte. No sé quién ERAS. Ahora eres una esclava. ¿Entiendes? ¿O prefieres ser un cadáver como tus amigos?– la amenaza, poniéndole la punta de la lanza en la barbilla. Está inmovilizada. No puede resistirse.
–S… Sí. Entiendo… Apártala…– se rinde enseguida.
Parece que es una de esas personas que se atreve con los más débiles, pero es en realidad una cobarde. Un líquido cae por sus piernas. Parece que se ha meado encima.
–¿Ves a este de aquí? A partir de ahora es tu amo. Lo llamarás Amo. Le servirás. Te follará cuando quiera. Eres su esclava. ¿Queda claro?– la intimida Song.
–Yo… Nunca…– balbucea.
–¿¡Queda claro!?– insiste Song.
Aprieta la punta de la lanza. La hace sangrar. La mujer intenta alzar su barbilla. Alejarse. Está aterrada.
–S…Sí
Song me mira. Afirmo con al cabeza. Puedo llevármela.
–Bien. Ahora empieza a cantar. Date prisa.
Las gemelas vigilan. Una a cada extremo. Liang desde arriba. A Lang y Rui las he devuelto por ahora. Nos confiesa que su nombre es Guo Hai. Pertenece a una familia de mercaderes relativamente adinerada. Con no muy buenas prácticas si se da la ocasión. De hecho, están enfrentados a otra de las tiendas a las que querían ir. Al parecer, es bastante más fiable. Aunque habían ofrecido un poco menos.
Suplica perdón varias veces. Asegura que su familia pagará un rescate. O la de su prometido. Curiosamente, lo conozco. Es aquel estudiante. Al que hice que expulsaran.
No le sirve de nada. Dejarla ir sería un riesgo que no podemos asumir. A pesar de que el dinero sería más que bienvenido.
Creo una habitación sin puertas y la dejo encerrada. Aunque primero me he asegurado de que durmiera. Nos encargaremos de ella más tarde.
Shi y Song salen del pasaje. Yo un rato después. Como si hubiera entrado bastante después. Puedo ver algunas miradas hacia ellas. Han visto entrar a los matones al callejón. Solo pueden especular con lo que ha pasado. Sin duda, especular es un pasatiempo muy divertido.
De todas formas, nadie hace nada más que cuchichear. La lección de no meterse en los asuntos de otros está muy bien aprendida. Además, sus rostros están ocultos tras una capucha y un velo.
Esta es una ciudad junto a una secta. Es normal que haya gente con cierta cultivación. Mucho de los que han sido expulsados por una razón u otra. En su mayoría, por ser demasiado lentos en cultivar. Así que puede ser peligroso meter las narices donde no te llaman.
Las veo entrar a lo lejos en otra tienda. Según nuestra nueva adquisición, son honrados. Según Song, un poco engreídos.
Me vuelvo a poner nervioso. Tardan mucho. Así que me acerco y entro en la tienda. A "curiosear". Se dedican a la compraventa de animales mágicos. Los compran, los entrenan y los crían. Luego los venden mucho más caros.
En la tienda, solo tienen dibujos y características de sus productos. El precio se ha de negociar con ellos. Veo el de un tigre similar a Rayitas. Me pregunto por cuánto lo venderán. También encuentro los de varias ratas. Mientras miro de reojo a lo lejos. Shi y Song están hablando con alguien. Le han enseñado las salamandras.
Me gustaría acercarme. Pero no estaría muy bien visto. Quizás me echarían. A pesar de que no veo a nadie de una cultivación mayor. Pero sé que hay al menos un par de comandantes en Cuerpo en la ciudad. Si apareciera alguno, no tendríamos ninguna posibilidad.
Además, en la secta está mal visto crear problemas aquí. Hay muchos intereses. De hecho, hay maestres relacionados con algunos negocios. O pertenecientes a algunas familias. Crear problemas puede resultar un suicidio. Por ello, es mejor que acabemos rápido.
Salgo sin que haya recibido más que miradas. Supongo que no tenía pinta de comprar nada. Mi cultivación es visible en mi uniforme. No creo que estudiantes de mi nivel sean buenos clientes.
Mierda. Hay gente reunida frente a la tienda. Están armados. Algunos de nivel más alto que el mío.
–¿Qué está pasando? ¿Quiénes son?– le pregunto a una vendedora ambulante, mientras compro unos pinchos que no sé de qué están hechos.
–Son de la familia Guo. Algo ha pasado. Deben de buscar a alguien que ha entrado allí. Esperan fuera porque son rivales. Si entraran, se montaría una buena pelea– responde ella.
Los veo discutir. Parecen nerviosos. Es la familia de la tienda que han ido antes. A la que pertenecen los matones con los que hemos acabado. Y mi nueva esclava. Quizás están aquí por ella. Casi seguro que las están esperando.
Normalmente, no hay peleas a plena luz del día. Pero hay excepciones. Incluso una patrulla no ha querido acercarse. Se ha dado media vuelta. La gente se ha apartado. Tengo que hacer algo. ¿Cómo devolverlas sin que se note? ¿Sin que nadie se dé cuenta?
Llamo a las chicas. Estamos tras el cartel de una tienda. Que ha cerrado temporalmente previendo problemas. Entre todos, improvisamos un plan rápido. Las envío de vuelta para que se vistan deprisa. Como estudiantes. Aunque con el rostro tapado.
Voy hasta una calle lateral y salimos desde allí. Yi, Yu, Lang, Wan, Ning, Rui y yo. Me han disfrazado precipitadamente de estudiante femenina. Con velo y entre ellas, no se nota mucho. Hacemos como si no nos enteráramos de qué está pasando. Nos miramos y hablamos entre "nosotras". Reímos. Sin mirarlos. Llegamos frente a la tienda. Nos quedamos charlando y señalando los carteles.
Debemos parecer un poco "estúpidas". Estudiantes de la secta que no tienen ni idea del mundo real. Que ignoran un grupo hostil. Eso espero. Desde donde estamos, podemos ver el interior. Al menos lo suficiente para saber si va a salir alguien.
De reojo, veo que nos miran con mala cara. Quizás con desprecio. Pero no nos dicen nada. Más bien, parecen preocupados. Si les pasa algo a estudiantes, podría ser un problema para ellos. Somos un estorbo.
Finalmente, las vemos salir. Justo en ese momento entramos. Como si no miráramos. Atropellándolas. Escondiéndolas entre "nosotras". Se las ve confusas. Pero nos reconocen enseguida. Solo cuando no pueden verlas, las llevo de vuelta.
No hemos acabado de entrar. Y al final no lo hacemos. No sé qué deben pensar los de dentro. Ni los de fuera. Ni tampoco Shi y Song. Las he devuelto solo a ellas. Y Rayitas y Terror no pueden explicarles qué pasa.
Nos apartamos y seguimos nuestro camino. Creo que están un tanto aliviados. Vuelven a observar la tienda con hostilidad.
Finalmente, puedo llegar a otro lugar apartado. Entre risas, me ayudan a quitarme el disfraz. Luego las devuelvo con Shi y Song. Yo prefiero no quedarme más tiempo por aquí. Me vuelvo a la secta.
—————
Mi intención era ir directamente a mi cabaña. A descansar y hablar con las chicas. Aunque ellas parecen ya tranquilas. El problema es que me he encontrado con un pequeño problema.
–¿Por qué no la dejáis en paz? Solo está haciendo su trabajo– dice un estudiante, claramente irritado.
Mmm. Lo he visto antes. Ah, sí. Es Tai Feng. Me defendió cuando volví al campamento cubierto de… mierda. Es un recuerdo un tanto desagradable. Ahora está defendiendo a una esclava. La he visto antes, pero no la conozco. Parece no tener cultivación.
Hay algunos paquetes por el suelo. La han debido mandar a unos encargos. Puede que se haya roto algo. Ella también está en el suelo. Con algunas magulladuras.
–Es solo una esclava. ¿Por qué la defiendes? Es culpa suya por no mirar por dónde iba. Golpeó contra mí– le reprocha
Ya estamos con las excusas estúpidas. Está claro que han sido ellos. Lo raro es que se metan con una esclava cuando ya están en la etapa seis tres de ellos. Otros dos en la cinco. ¿Tan aburridos están? Tai Feng está en la siete, pero son cinco.
–Últimamente están muy crecidos estos esclavos, merecen una lección– añade otro.
–Se creen que porque un esclavo se haya convertido en estudiante son algo. Deberían haberlo azotado en lugar de promocionarlo– sigue un tercero.
Oh, vaya, ahora es culpa mía. Al final es lo de siempre. Celos. Inmadurez. La verdad es que no quería meterme donde no me llamaban. Pero no puedo dejar de hacerlo.
Por una parte, Tai Feng me cae bien. Por otra, están molestando a una esclava a causa de que tienen celos de mí. En lugar de cultivar con más dedicación. Supongo que no queda otro remedio.
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