[Hubo un problema con "Torneo preliminares V" y no se publicó. Está puesto ahora en su sitio, tres capítulos atrás]
A diferencia del día anterior, el evento está mucho más lleno. Sigue sobrando espacio, por no hablar del piso de arriba. Se supone que será para los de los reinos superiores. Ni siquiera sé si me dejarán entrar.
Me muevo entre los puestos. Hay armas usadas de todo tipo. La mayoría en no muy buenas condiciones. Algunas parecen casi nuevas. Pero al intentar circular qi en ellas, su condición es patente. Quizás por ello, algunos no dejan tocarlas. No me fio de esos puestos.
Hubiera querido comprar algunas para las chicas. Las que tienen son sobre todo de la expedición a la que fui como esclavo. Así que las armas son de Génesis. Salvo unas pocas excepciones. El problema es que o son muy caras, o no están bien. Quizás bajen el precio en los próximos días. Si nos las venden.
Tengo más esperanzas con los calderos. Las armas normalmente no dejan de necesitarse, pero sí los calderos. Están entre un 50% y un 200% más caro que su precio en la secta. Por desgracia, no tengo ninguna excusa para comprarlos allí.
–¿Puedo probarlo?– pido a una estudiante.
Tiene el pelo rizado. Es un poco pecosa. Sus pechos son generosos, aunque no enormes. Lástima que vista unas ropas que dejan traslucir muy poco.
–Claro– sonríe.
Es mona. Me observa mientras cojo el caldero. Hago circular el qi por él tal y como me enseñó Wan'er. Noto varios lugares donde hay obstáculos. No insuperables. Pero rompen la fluidez.
–Tiene algunos defectos– me quejo.
–Claro. Si no, no lo vendería tan barato– se encoge ella de hombros. –Aún se puede utilizar unos meses.
–Ya veo. Quizás vuelva luego. ¿Puedo ver las recetas? ¿Cuánto valen?
–Tú mismo. 50.000 puntos por receta.
Una estudiante de alquimia no puede vender las recetas que recibe de la secta. Se enfrentaría a severos castigos. Incluso a la expulsión de la facción de alquimia. O de la secta si es grave.
Sin embargo, hay una pequeña laguna en la norma. Si alguien deja la facción, no tiene que devolver lo que ha obtenido. Y ya no está sujeto a las normas. Aunque solo con recetas sencillas. Las más avanzadas solo pueden obtenerse con condiciones mucho más severas.
Nuestra alquimista ya consigue hacer las píldoras de qi con soltura. Incluso las hace directamente más pequeñas para los esclavos. Necesita otras para practicar.
Solo hay cuatro. Una de ellas está incompleta. Supongo que le dieron solo la primera parte antes de que la echaran o se fuera. De las otras tres, una requiere reactivos que proporciona la secta. No le será útil. Sería un problema obtenerlos. Y es pronto para crearlos.
El precio no es barato. De hecho, estas recetas se consiguen gratis en la facción. Podría tratar que algún esclavo las copiara. Pero eso los podría poner en peligro. Así que prefiero no pedírselo.
He preguntado en un par de puestos más antes. El precio es el mismo en todos. Sospecho que se han puesto de acuerdo. Bueno, más o menos era lo esperado. Y no es que me falten puntos. Tengo bastantes millones. Y le hacen falta las recetas.
–Estas dos– elijo las que no he eliminado.
–Aquí las tienes. !00.000 puntos– responde ella, con una sonrisa más radiante. Está claro que necesita los puntos. Y que no deben vender muchas.
Me da una copia. No es la misma que estaba expuesta. Pero el contenido es idéntico. Yo le traspaso el precio requerido. Y guardo las recetas. De hecho, se las envío directamente a Wan'er.
Ella estaba descansando después de practicar. Las ve caer. Inmediatamente, se abalanza sobre ellas. Puedo verla sonreír. Y que va sacando ingredientes del Almacén. Parece que está deseando empezar.
Espero que tenga suficiente qi. Si no, recibirá bronca por ser demasiado impulsiva. Podemos aceptar que falle. Que necesite practicar. Pero no que tire los ingredientes por empezar sin estar preparada.
Por suerte, no es la primera vez. La conocemos. Así que hemos puesto a Yi'er de guardia. Quien la mira y la empieza a interrogar. Nuestra alquimista infla sus mejillas. Como una niña pequeña enfadada. Pero guarda de nuevo los ingredientes. Y se sienta para recuperar qi.
Yi mira al cielo. Suspira y se encoge de hombros. Sonríe y guiña un ojo. ¿Acaso sabe que la estoy mirando? Bueno, seguramente es una suposición. Acertada.
Sigo recorriendo los puestos. Encuentro más calderos. Pero no en mejores condiciones. También una receta útil más.
Lia Qin también está por aquí. Mirando si hay fórmulas o ingredientes para formaciones. Sobre todo, cristales de qi. Estaba entusiasmada por tener la oportunidad. Hong está con ella. Es mejor no dejarla sola. Es un tanto tímida e insegura. Hong tiene más experiencia. Las dos van disfrazadas.
Shi y Song también se han apuntado. Y me miran cuando entra alguien. Es Dai Fen. Entiendo. Asiento. Una de ellas se acerca. Lo suficiente para oír lo que quiera que diga. La otra no se queda muy lejos.
Vamos todos con máscaras y tapados. No somos los únicos. Así que no destacamos. Espero.
Al final, acabo comprando el caldero "barato" de antes. Un 60% más caro que uno nuevo. Y estando defectuoso. He comprado otro más. Tampoco en perfectas condiciones. Pero deberían ser suficientes para mi alquimista por una temporada. Si no los rompe antes.
Vendremos en los siguientes días. A ver si hay algo más interesante cuando se unan los de cultivaciones mayores.
Nos acabamos quedamos más de lo esperado. Hasta que Dai Fen se va.
Hubiera querido seguirlo y acabar con él. Solucionar el problema de raíz de una vez por todas. Pero no va solo. Varios herederos locales lo acompañan. Ricos consentidos de cultivación más bien baja. Ninguno llega a Alma. Con sus respectivos guardaespaldas. Algunos han comprado las armas más llamativas que han encontrado. No importa si estaban dañadas o no. Sin duda, algunos estudiantes han hecho un buen negocio a costa de ellos.
Al poco de que se van, vamos saliendo. Recojo a las chicas fuera. Vuelvo a la secta. Alerta. Aunque hay estudiantes yendo y viniendo, no sería la primera vez que me encuentro con problemas. Me relajo en cuando paso por debajo del letrero con las palabras "Semilla celestial". El nombre de nuestra secta.
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Las chicas han oído quejarse a Dai Fen. Al parecer, alguien no le quiere devolver la mitad pagada. Y se ve que no ha completado el trabajo. Ese alguien asegura que ha hecho lo que ha podido. Y que es compensación por los problemas. Estaba furioso. No lo tenemos claro, pero sospechamos que podría ser Qin Zixuan.
También está fuera de sí con un grupo de subordinados que han desaparecido. Cree que lo han traicionado y huido. Aunque no sabe si todos. O si algunos han sido eliminados por los otros. ¿Se refiere a los que me emboscaron y matamos? Bueno, no dejamos rastro. Solo puede especular.
Sin duda, Dai Fen es un problema que debemos solucionar. Lia Qin nos dio una pista. Al parecer, capturó y torturó a alguien que sabía algo. Y la quiere vender como esclava para acabar de humillarla. No sé en qué estado estará. Pero si puedo curarla para que hable, podríamos tener un arma contra él.
Si no fuera porque es imposible pillarlo sin escolta o entrar en su mansión, lo mataría yo mismo.
Hoy el sexo es rápido pero intenso. De dos en dos. No tenemos mucho tiempo. Tengo una cita a la que acudir.
Aunque no faltan besos, abrazos y gemidos. Les he prometido que mañana será más intenso.
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Entro en la cabaña de mis pervertidas sin llamar. Al fin y al cabo, me han dado acceso. Iluso de mí, creía que podría sorprenderlas. Pero me encuentro tirado sobre la cama. ¿Desde cuándo está tan cerca de la puerta?
–Llegas tarde– me acusa Bi Lang.
–Nos has hecho esperar– se queja Bei Liu.
–Mereces un castigo– amenaza Pen.
Ha dejado a Fen Huan sola para que medite. Para que se prepare. Mañana, les toca a los de la etapa dos y tres. A ella.
Las tres están ropa interior. Iguales. Roja. Con bonitos bordados. Semitransparente. Atrevidas. Seductoras.
Me tienen atrapado. No es que me agarren muy fuerte. Pero jamás escaparía de sus manos. De sus pechos. De sus piernas.
–Aceptaré vuestro castigo– aseguro. Mirándolas.
Sonrío inconscientemente. Respondiendo a sus preciosas sonrisas. Dejándome desnudar poco a poco. Con caricias. Con besos por todo el cuerpo. Incluido mi pene. Aunque son más intensas con mis labios.
No sé quién está lamiendo mi ombligo. Pen no me deja ver. Ocupa ahora mi boca. Otros labios está en unos de mis pezones. Estimulándolo. Una mano pellizca el otro. No tengo ni opción de quejarme
La misma que lame mi ombligo tiene agarrado mi miembro. Mueve su mano de arriba abajo. Al cabo de un rato, se detiene por un momento. Me suelta. Y pronto una húmeda calidez lo envuelve. Poco a poco aumentando la extensión envuelta.
–¡Mmmmm!– se le escapa un gemido ahogado. Es Bei Liu.
Mientras las otras dos juegan conmigo, ella me cabalga. Sus caderas moviéndose a veces de arriba abajo. A veces en círculo. Incluso los dos movimientos a la vez. Sus manos en mi cintura. O acariciando mi estómago. Puedo sentir el roce de las paredes de su vagina. Estimulándome.
–Sabes… Aaahh… Tienes unas bonitas abdominales… ¡¡Aaaaaah!!~ me provoca mientras se mueve. Y mientras yo añado un poco de qi de vez en cuando.
–No están mal. Aunque también su pecho está curtido. Y a pesar de eso, tan suave. Aahh… ¿Cuál es tu secreto? Yo también quiero. Aunque mi parte preferida es la que esa zorra se ha metido dentro… ¡¡Aaaahhh!! ¡Kong!~ protesta Bi Lang. ¿Debería contarles lo de la cultivación Yin Yang?
–Envidiosa. ¡Ahhhh! No haber perdido… ¡¡¡AAAAAAaaahhHH!!!~ le responde su amiga.
Yo no digo nada. Pen mantiene mi boca ocupada. Aunque la libera por unos instantes.
–Aaah. No seas impaciente. Tenemos toda la noche. ¡¡Aaaaahhh!! ¡Malo!– responde sensual.
Vuelve a atacar mi lengua con la suya como represalia. Mientras su mano agarra mi pelo. Las mías están ocupadas con las vaginas de Pen y Bi Lang. Y he añadido un poco más de qi hace un momento.
Un rato después, es Bi Lang la que me cabalga. Y Luego Pen. Han ido rotando en sus posiciones.
Me incorporo después de llenar a Pen. Las tres se han quedado tumbadas sobre la cama. Sudadas. Preciosas. Como agotadas. Sé que no es cierto. Bueno, Pen aún está jadeando. También sé qué quieren de mí.
–Ya he pagado por mis crímenes por llegar tarde. Y vosotras os habéis aprovechado demasiado. Ahora vais a ser mías.
–Noooo. ¡No lo haremos más!– pide piedad y miente descaradamente Bi Lang. Lo volverán a hacer en cuando tenga la mínima oportunidad. No es que me queje, claro
–¡Seremos buenas! ¡Ten piedad!– suplica Bei Liu. Casi parece sincera.
–¡Demasiado tarde! ¡Estamos perdidas!– quiere parecer asustada Pen.
Así que hago con ellas lo que quiero. Es decir. Follarlas dulcemente. Sacudiendo sus nalgas con suavidad. Jugando. Más acariciando que golpeando. Mientras las penetro por detrás. Sus culos alzados. A cuatro patas a veces. Con su cabeza y pechos contra el colchón o las almohadas en otras ocasiones.
Sus bragas hace rato que han desaparecido. Siguen llevando sus sujetadores, aunque ya no sujetan nada. Solo mis manos hacen la función de vez en cuando. Jugando con sus pechos. Sus pezones. Comprobando que no hayan perdido su suavidad. Su elasticidad. Añadiendo qi en ellos. En sus vaginas. Penetrándolas cada vez con más intensidad. Saliendo de una y entrando en la otra. Hasta las tres acaban llenas de nuevo. Y satisfechas. Aunque solo por un rato.
Hablamos mientras se recuperan. Me entero de que han invitado a Yan Xiulan a venir. Otra vez. Les encanta provocarla. No sé qué debe de pensar de mí. De que tenga tantas amantes. Ellas se ríen cuando expreso mis pensamientos en voz alta. Pero no dicen nada al respecto.
Nuestra conversación acaba cuando Bei Liu se incorpora. Me mira. Me besa. No hace falta que diga nada. Los dos sabemos qué quiere.
Esta vez, es más calmado. Más intimo. Con muchos besos. Ella sentada sobre mí. Muy cariñosa. Totalmente adorable y sensual. Los que critican a mi preciosa pervertida por frívola no tienen ni idea lo equivocados que están. Quizás lo pueda parecer. Pero tanto ella como Bi Lang son más. Mucho más.
Su amiga le toma el relevo al cabo de un rato. También quiere mimos. Aunque prefiere estar acostada. Boca arriba. Conmigo encima. Recibiéndome con sus brazos, piernas y labios abiertos. Toda mía. Su suave piel a mi disposición. Yo todo suyo. Estando los dos solos durante un rato. O al menos, como si así fuera. Ninguna de las otras dos intenten interrumpir.
–Yo también quiero mimos– pide Pen adorable cuando le llega su turno.
–Envidiosa– la critica Bei Lang, riendo.
–No tardes mucho– ríe también Bei Liu.
–No menos que vosotras– les saca la lengua Pen.
–¿¡Tanto!?
–¡Eso no vale!
Las otras dos se quejan. Riendo. A veces me sorprende que se lleven tan bien.
Pen me mira. Sonríe. Abre los brazos.
Yo me pierdo en sus deliciosos abrazos. En la calidez de su cuerpo desnudo. En la suavidad de sus mullidos pechos. En la estrechez de su lubricada vagina. Entre sus esbeltas piernas que se cierran tras de mí. En sus estimulantes gemidos de placer, que vuelven a llenar la habitación. Y que la llenarán durante horas. La noche es joven.