Aprovecho su momento de confusión al llamarla para quedarme mirándola. Sus sensuales piernas atraen mi mirada. Su entrepierna, mis deseos. Su mullido culo, el deseo de agarrarlo. Su esbelta figura, el de acariciarla. Sus insinuantes pechos, el de succionarlos, chuparlos y besarlos. Quiero recorrer ese cuello. Tener su pelo rubio entre mis dedos. Rozar esa nariz con la mía. Sellar esos labios con los míos. ¿Y qué decir de esos preciosos ojos verdes?
Sus labios dibujan una sonrisa algo traviesa. Sus ojos me miran acusadores.
–Pervertido– me censura Yu.
Solo puedo sonreír. Ella se acerca. Se sienta sobre mí. Sus brazos alrededor de mi cuello. Sus labios buscan los míos. Su cuerpo me empuja hacia la cama sobre la que estaba sentado. Ahora acostado. Con ella encima. Sin soltar mis labios durante un rato.
Me mira. Sonriendo satisfecha. Entonces reacciono. Sorprendiéndola. Rodando. Pasando a estar encima. Teniendo el control. Besándola. Se deja durante un rato. Luego ella recupera el control. Y lo vuelvo a recuperar yo. Y así unas cuantas veces. Riéndonos. Hasta que ella decide quedarse debajo.
Me empuja con sus pies hacia atrás. Tira las piernas hacia atrás. Dobladas sus rodillas. Cogiéndolas por estas con las manos. Totalmente expuestas sus partes más privadas. Está ligeramente sonrojada. Sin atreverse a pedir con palabras lo que ofrece con gestos.
Mis labios van hacia los suyos. No los de la boca, sino los que guardan su vagina. Mi lengua los saborea. Roza su clítoris. Amenaza con meterse en su agujero. Mis manos se mueven por sus nalgas y sus muslos. Acariciándolos. Disfrutando de su textura.
–¡Aaaaaaahh! ¡Konggg! ¡¡HHHHAAAaaaaahh!! ¡Sí! ¡¡Aaaaah!! ¡Así! ¡¡¡AAAAAAAaaaaahhhH!!!
Pronto empieza a mojarse. Puedo saborear sus jugos. Puedo notar que ahoga sus gemidos. Que se excita. Pero que también se avergüenza. Todavía. A pesar de que sabía que iba a pasar cuando me lo ha pedido sin palabras.
Estoy un rato más jugando con su entrepierna. Con cada rincón. Añadiendo qi. Llevándola al borde del orgasmo. Entonces, sin previo aviso, ataco sin cuartel a su clítoris
–¡¡¡¡HHHHHHHHHHHHAAAAAAAaaaaaaaaaaaahhhHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAAaaaaaaaaaaaaaahhhHH!!!! ¡¡¡¡¡HHHHHHHHHHHHAAAAAAAaaaaaaaaaaaaahhhHH!!!!! ¡¡¡¡AAAAaaaaaaaaaaaahhh!!!!
Su pecho sube y baja mientras recupera la respiración. Sus ojos me miran cuando me incorporo. Expectantes. El color sonrosado de sus mejillas la hace aún más adorable. Sus piernas se abren ligeramente para dejarme paso. Para darme la bienvenida.
Su vagina, totalmente expuesta, es fácilmente penetrada. Mi cuerpo empuja sus piernas hacia ella. Mi cabeza se cuela entre ellas. Mis hombros bajo sus rodillas. A la altura de sus hombros.
Me acerco a sus labios. Que me reciben con pasión. Sus manos ya no necesitan retener sus piernas. Así que buscan mi espalda. Mis codos se apoyan en la cama. Mis manos sostienen su cabeza. Acarician su pelo. Yo de rodillas. La penetro con delicadeza.
Nuestros cuerpos están pegados el uno al otro. Íntimos. Mi miembro llega fácilmente hasta el fondo. Del que entro y salgo poco a poco. Disfrutando de cada porción de su interior. De como frota contra ella, sin prisas.
Mis labios se unen y se separan continuamente de los suyos. Nuestras lenguas se entrelazan. Se despiden. Se vuelven a entrelazar. Sus manos recorren mi costado con delicadeza. Las mías juegan con su cabello rubio.
Disfrutamos el uno del otro. Sin prisa. No queriendo que acabe nunca. Llevándonos poco a poco al orgasmo. Los dos juntos. Sincronizados. Podemos sentir como el otro está casi en el límite. Como ella tiembla. Como yo la lleno.
No dice nada cuando acabamos. Solo me sonríe. Me vuelve a besar. Se acurruca a mi lado. Hunde la cabeza en mi pecho. Me abraza. La abrazo. Poco a poco se duerme. Como si fuera un ángel. Un ángel realmente hermoso.
Yo me quedo despierto un rato más. Mirando a Song. Ha estado caminando. Sin forzar. Al menos cumple su palabra. Se para al cabo de un rato. Parece que le duele. No sería raro. Se sienta. Supongo que pasa qi. No parece preocupada. Decide irse a dormir. Mirándola y sintiendo a Yu, mis ojos se van cerrando.
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Hay unos preciosos ojos verdes cuando despierto. Mirándome. Llenos de lujuria. Está gimiendo. Noto mi miembro dentro de algo húmedo. Dentro de ella. Su cuerpo acostado encima del mío. Se mueve hacia delante y atrás. Frotando todo su cuerpo contra el mío. Puedo sentir especialmente sus pechos. Presionándome tentadores.
–Buenos días, pervertida– la saludo.
Ella se muerde el labio. Sonríe.
–Buenos días, mi amor. Sabía que te gustaría despertarte así– me saluda.
Creo que le ha costado todo su valor decir esas palabras. Está adorablemente roja. Le avergüenza más que estar follándome.
Oculta su sonrojo besándome. Sin dejar de moverse. Despacio. En cierta forma, haciendo lo que yo hacía ayer. No puedo resistirme. Ni quiero. Aunque sí puedo mover mis manos. A lo largo de su suave espalda. En su culo. En su pelo, atado en una cola.
Como ayer, tenemos sexo despacio. Delicioso. Íntimo. Y con algún mordisco en mi hombro. Ayer no le di opción.
Me enseña los dientes amenazante. Traviesa. Me hace reír.
–Te quiero– le digo.
Ella me muerde. Ocultando su rostro. No se esperaba mi ataque. Luego me besa apasionada. Y empieza a acelerar. Poco a poco. Cada vez más excitada. Hasta que toda ella tiembla. Hasta que yo me uno a ella.
Se queda encima durante varios minutos. Hasta que decide incorporarse. Va a decir algo. Pero la ataco por detrás. Cogiendo sus pechos. Jugando con ellos.
–¡Aah! ¡Kong! ¡Pervertido!– protesta.
–Hoy no me has dejado cogerlos. Y ayer casi no pude. Los echaba de menos– me defiendo.
–Tonto…
Pero se deja manosear un rato. Y besarla en el cuello. Estamos cerca de volver a follar. La acabo penetrando por detrás. Esta vez somos más salvajes. Más apasionados. Y nos preparamos para recibir a las demás.
A su hermana, le ata las manos a la espalda. La azota mientras yo me la follo por detrás. A cuatro patas. Aunque no lo hace muy fuerte. Quizás un poco más cuando esta la amenaza. Y gruñe. Pero está muy mojada. Incluso se mueve si bajo el ritmo. Pidiendo más.
A Wan, Liang y Lang las tratamos bastante bien. También con las manos atadas a la espalda. Sentadas sobre mí. Besándonos. A veces Yi juega con sus pechos. O les da una palmada en el culo. Pero muy suave.
Yu es algo tímida. Sin embargo, eso no significa que no vaya a vengarse. Así que también ata dos las manos a la espalda a las otras. Y las tumba bocarriba. No sin interesarse por cómo está Song. Una sonrisa es la respuesta.
Se niegan a abrir las piernas. Así que las fuerzo. Tampoco es que hayan opuesto mucha resistencia ninguna de las dos. Luego las penetro. De rodillas. Levantando sus caderas a mi altura. Sus cuerpos totalmente expuestos.
Los abundantes pechos de Song abrumadores mientras se mueven. Los de Shi, más delicados, más sutiles, hermosos. Puedo contemplarlos. Y como Yu juega con ellos. Como pellizca sus pezones. Vengándose. Aunque no va tan lejos como fue Song. Que parece especialmente ardiente. Que simplemente se deja follar. Disfrutando de ser penetrada. Sin las aflicciones que hasta ahora la habían acompañado.
–Son unas pervertidas las dos– se queja Yu, aunque riendo.
No puedo sino darle la razón. Aunque tampoco estamos libres de culpa.
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A diferencia de su hermana. Me ayuda a vestirme sin bromas. Pegándose a mí. Abrazándome. Haciéndome besarla varias veces.
Hoy solo puedo copiar dos de siete. No había más disponibles. Eso son 70000 puntos más. Para un total de 105.163. Los manuales son baratos. Supongo que quieren que podamos estudiarlos. Y porque son prestados. Las armas cuestan bastante más. No son armas de mortales. Necesitaré más para el bastón. Bastante más.
No tengo prisa para coger otros manuales. Estoy ocupado con el de cultivación de cuerpo. Y debería practicar más con otros. En especial "Corriente de qi".
Así que no me entretengo más y salgo de la pagoda del conocimiento. Donde están los manuales. Y donde los copiamos. Aunque estamos en zonas separadas.
En cuanto salgo, una fruta madura pasa junto a mí. Estampándose contra la pared. Manchándola.
–Ja, ja. Has fallado.
–¡Mierda!
–Pierdes la apuesta.
Es el grupo de matones del otro día. Es la tercera vez. Las dos primeras nos encontramos por casualidad. Esta parece que me estaban esperando. No puedo seguir ignorándolos. Voy hacia ellos. Tampoco es que haya peligro. Aquí no podemos pelear.
–Antes era un esclavo y tenía que aguantar. Ahora no. No quiero hacer enemigos, pero no temo hacerlos. Así que decidme, ¿queréis serlo?
Lo digo con el tono más serio y amenazante del que soy capaz. No estoy seguro de si realmente lo parece. Me miran sorprendidos. Diría que incluso intimidados. Pero pronto se recomponen.
No es de extrañar. Es el estar en un grupo. El ser un gallito en el grupo. El apoyarse. El aprovechar el número para intimidar a otros. El temer quedar mal con el resto. He sido testigo muchas veces como esclavo. Incluso lo he sufrido. Pronto empiezan a bravuconear.
–¿Te crees que te tenemos miedo?
–Esclavo de mierda. Espera a que te pillemos fuera.
–Ja, ja. ¿Enemigos? ¿Quién te crees que eres?
Se animan los unos a los otros. Era lo esperado. Pero necesitaba que lo dijeran. Que quedara claro. Si no, no sabrán el porqué. Espero que aprendan la lección. Suspiro.
–Vosotros lo habéis querido– los amenazo, dándoles la espalda y alejándome de lugar.
Los oigo amenazarme desde lejos. Veremos si mañana están igual. Sé quiénes son cada uno de ellos. Antes de ir a la copistería, he obtenido esa información. La red de información de esclavos es muy eficiente.
La ropa limpia está ordenada por cabañas. Así, es fácil de distribuir en paquetes. Todas debidamente etiquetadas. No me cuesta mucho colarme. Vestido de esclavo. Ocultando el rostro. Nadie me presta mucha atención.
Dado que sé quiénes son y dónde viven, me resulta fácil localizar sus ropas. Al menos, los que tienen ropa limpia para ser entregada hoy. Me quedo vigilando. Mientras Shi y Song aplican una sustancia que ha mezclado Wan. Por dentro de las ropas. En especial en su ropa interior. Las oigo reírse. Sin duda, les divierte.
Salgo por una puerta lateral. Y me vuelvo a cambiar rápidamente de ropa.
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Follo a Rui, Ning y Rong como me he follado a Yi. De cuatro patas. Manos atadas a la espalda. Pero más rudo. Luego cambio posición con Ning y Rong. Para retocar sus caras. Los cambios empiezan a ser apreciables. No les quedan mal.
La cocina está más vigilada. Cuesta colarse. Pero luego los esclavos reparten la comida. Ellos solos.
Rui está vestida de estudiante. Con un velo. Y choca con el esclavo que lleva el carro. Y se hace la enojada. Acusándole a él de haberla golpeado. Se le da bien. No es su primera vez. El esclavo suspira aliviado cuando se va. Otros le hubieran dado un paliza. O al menos unos cuantos golpes. Solo ha sido un susto para él.
No sabe que las dos "estudiantes" que estaban charlando al lado del carro eran Shi y Song. No han dudado en ofrecerse voluntarias. Y en añadir algo a algunos platos concretos.
Repetimos la operación con otros dos. No creo que mañana vea a mis "amigos". Solo debería durarles un día, pero será doloroso.
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Vuelvo a practicar la técnica "Cuerpo Yin Yang". Creo que lo tengo dominado. Así que pruebo a aplicar Yang. Casi todo se pierde. Pues no estaba tan dominado.
Decido ir poco a poco. Una fibra cada vez. Es muy lento así. Pero al menos puedo controlarlo. Y ver dónde está el problema.
También miro de reojo a Song. Algo preocupado. Está empezando a correr. Aunque suave. Luego practica una técnica de lanza. No sé que ha pasado. De repente, ha caído al suelo. Está llorando. La traigo. Asustado.
–¡Song! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?
He entrado en pánico. Ella alza su rostro. Sus preciosos ojos verdes me miran. Húmedos de sus lágrimas.
–¿Kong? ¿Por qué me has llamado? ¿Qué pasa?– me pregunta, extrañada.
–¿Es… Estás bien?
–Claro. ¿Por qué no iba a estarlo?
Se seca las lágrimas. Parpadea varias veces. Parece extrañada de verdad.
–Pero… Te has caído. Y estabas llorando… ¿De verdad estás bien?
Me mira un momento. Hasta que de repente sonríe. Y se tira sobre mí. Empujándome contra el suelo. Inmovilizándome. Sin que yo me resista. No entiendo nada.
–Así que me estabas espiando– me acusa seductoramente.
Está desnuda. Como casi siempre. Su cuerpo es realmente erótico. Pero primero, quiero entender qué pasa.
–Estaba preocupado…– me defiendo.
De repente, me besa. Con mucha suavidad. Sigo sin saber qué pasa. Pero supongo que está bien. Y su sonrisa es realmente radiante.
–Cuando he probado una técnica básica de lanza, todo era mucho más fácil. Lo que antes me desesperaba, ahora salía fluido. Me he emocionado. De sentir que estoy curada. Que puedo ayudar como todas– confiesa.
Respiro aliviado. Se me escapa una sonrisa. Ella me vuelve a besar. Sus manos se meten entre mi ropa. Es muy hábil. Pronto estoy desnudo. Ella encima de mí. Mirándome traviesa.
–Ya que me has llamado, deberíamos aprovechar.
No puedo negarme. No tarde en montarme. Agachada sobre mí. Su cuerpo en perpendicular al mío. Usando sus dos piernas para subir y bajar salvajemente.
–¡¡Aaaaaah!! ¡Antes no podía hacerlo así! ¡¡¡HHHHAAAaaaaahhh!!!
–Pervertida– la acuso.
–¡Tú más! ¡¡¡Aaaaaaaaah!!!
No llego a sus pechos. Así que me conformo con mirarlos. Rebotando lascivamente. Y con su culo. Al que acaricio en toda su extensión. Mientras ella me viola salvajemente. Se oye perfectamente mi miembro entrar y salir de ella. Aunque aún más sus gemidos. Incluso los míos.
No le absorbo qi. Es un poco pronto. Pero si compruebo de nuevo su pierna. Y la hago correrse. Y la lleno de mí. Y nos quedamos abrazados. Besándonos. Acariciándonos. Haciéndonos cosquillas. Pellizcándonos. Riendo.
Verla tan alegre es algo maravilloso. Nunca la había visto así. Antes era una esclava. Y después, siempre había tenido la pierna deformada. Siempre había algo que la ensombrecía. Ya no.