Nos pasamos tres días en el jardín. Wan recogiendo plantas. El resto disfrutando del paisaje o ayudándola, aunque con cuidado. Algunas plantas son venenosas. Por eso, Rayitas viene con correa. Es difícil controlarla. Demasiadas ganas de jugar.
A Wan le vuelve a costar dirigirse a mí. Se sonroja cada vez que lo hace. Supongo que la escena follándome a las gemelas la ha impactado. A pesar de ello, no ha tenido más remedio que hacerlo.
Hay unas plantas que necesitan un recipiente especial. O tratarlas inmediatamente. Pero no tiene ninguna de las herramientas necesarias. Y le faltan conocimientos. Es una aprendiz. Así que las he guardado en el almacén.
Primero hicimos la prueba de que no se estropeaban allí, con un fragmento. Me llegó a pedir perdón por dudar. La verdad es que yo tampoco estaba del todo seguro. Por lo menos, me habla. A veces. De repente, me acuerdo algo.
–Tengo estas recetas. ¿Crees que se podrían hacer?– le pregunto, mostrándoles las recetas que vienen en el cuaderno.
Ella las mira con interés. Al parecer, rara vez hace productos completos. Por ahora, aprender a identificar plantas y tratarlas. Además de realizar algunas mezclas preliminares. Es solo una aprendiz, aunque se lo toma muy en serio. Con pasión.
–Sí, creo que sí. Esta planta la tenemos. Y esta. Esta también. No son plantas muy raras. Y no parece difícil. ¿Para qué son están recetas?– murmura, mientras las lee ávidamente.
De repente, se pone totalmente roja. Creo que ha leído de qué son. Me mira con los ojos muy abiertos. Tartamudea.
–¿Pa… Para qué las… las quieres?– pregunta nerviosa.
–De momento, para nada en especial. Pero ya que tengo las recetas, no está de más tener el producto. Por si alguna vez hace falta.
–Sí… Claro… Ya veo… Bueno… Quizás podría hacerlas… ¿Es… urgente…?
–No. Si crees que puedes, hazlas cuando tengas tiempo.
–Va… Vale.
Le dejo la copia de las recetas. Quizás no debería haber copiado también su uso. Ahora ya da igual, está hecho. Ella me da más plantas para guardar. Apenas me mira directamente. Está nerviosa. Curiosamente, no parece afectarle al recoger las plantas. Pero sí al caminar. Tropieza.
–¡Cuidado!– exclamo, cogiéndola.
–Gra…Gracias– me agradece, inmediatamente apartándose de mí. Aún está más roja.
De reojo, veo que las gemelas se están riendo. No sé muy bien de que va todo. Como sea, recogemos las ultimas plantas. Ella las había dejado para el final. Después de eso, nos volvemos.
Las envío a todas de vuelta. Wan está mirando las recetas totalmente roja. Yo me dirijo al árbol. A la salida. Han sido tras días tranquilos en un lugar hermoso. Sin peligros. Simplemente haciendo lo que queríamos. Mucho sexo. Muchas bromas. Muchas risas. Hablando. Simplemente haciéndonos compañía. Poco entrenamiento.
Además, ayer alcancé la novena etapa, abriendo doscientos cincuenta y seis meridianos. Me siento más fuerte que nunca.
Estoy cerca de mi objetivo. De entrar en el reino del alma. De dejar de ser esclavo. Quizás en un mes. Estos días de libertad, en especial los tres últimos, hacen que me sea difícil volver a serlo. Pero tendré que aguantar un poco más. Las chicas llegarán pronto a la octava.
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Antes de partir, como despedida, llamo a Rong. Es la única que me falta por hoy. La hago arrodillarse y hacerme una felación, mientras disfruto de las vistas. La sensación de dominio en el paraíso.
Luego la hago ponerse de pie, de espaldas a mí. Su espalda doblada hacia el suelo. Sus manos casi tocando los pies. Es una buena posición para follarla mientras disfruto del paisaje.
–Quiero oírte– le exijo.
Ella obedece, dejando de contener sus gemidos. Se oyen por todo el espacio del jardín. Un espacio curioso. Acaba en paredes invisibles. Y la luz simplemente llega, pero no se ve de dónde. Aunque, de alguna forma, debe venir del sol. Se hace de noche. Me pregunto quién lo crearía. Wan dice que no se sabe. Bueno, al menos no lo sabe ella. Hay muchos secretos a los que los estudiantes novatos no tienen acceso.
Es maravillosa la sensación de respirar este aire. De contemplar el paisaje. Mientras penetro a una esclava que en el pasado me denigraba. Que nos mandó a la muerte. Y que ahora gime bajo mis embestidas. Su pelo azul cayendo hacia el suelo. Sus nalgas agarradas por mis manos. Sin opción de quejarse.
Me dejo llevar, embistiendo sin parar. Llega al orgasmo, pero no me detengo. Simplemente sigo hasta que estoy satisfecho, lleno de qi. Ella en el suelo, jadeando recuperando la respiración. Aún tiene que limpiarme.
Quizás no la estoy tratando bien. Pero cada vez que recuerdo que pudo matar a Liang, me altero. A veces me pasa con Rui. Sobre todo si veo a Song deprimida por su pierna. Pero al menos Rui es fiel.
Como sea, la devuelvo cuando acaba. Me visto. Miro por una última vez a mi primer y último paraíso en este mundo. No sé si volveré. O si encontraré otro. Pero tengo esperanzas. Me doy media vuelta y cruzo el portal.
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La marca del portal se deshace en cuando aparezco. Solo puede entrar uno, y nadie más puede crear otro mientras está activo. Se puede entrar y salir durante un día. Pasado ese tiempo, cuando el que está dentro sale, el portal desaparece. Wan no sabe que pasa si te quedas más de un mes. Lo habían prohibido.
Lo que no esperaba es verme rodeado. Son cerca de diez. Deben de estar entre las etapas seis y ocho. No parecen tener buenas intenciones. Dejo las ropas y armas cerca de las chicas. Fruncen el ceño. Se visten y se preparan para entrar en acción. Esto puede ser peligroso.
Me pregunto si me habrán reconocido. No creo. Los estudiantes no se suelen fijar en los esclavos. Y ahora llevo ropa de estudiante. De todas formas, podrían reconocerme más adelante. Así que es peligroso dejarlos ir. Claro que el mayor problema es que nosotros salgamos con vida. Son más. Aunque nuestras cultivaciones deben de estar un poco por encima. No sé cómo serán sus habilidades en combate.
–¿Qué queréis?– pregunto, intentando ganar tiempo mientras ellas se preparan. Por ahora, ni siquiera tengo el bastón en las manos.
–Danos las plantas– exige la que debe ser su líder.
Es una mujer con el pelo corto, de color verde. De mi altura. Pechos medianos. Su expresión un tanto burlesca.
–¿Me dejaréis ir?
–Te daremos un muerte indolora– dice con arrogancia y desdén.
Tampoco cambia mucho las cosas. No le hubiera creído si hubiera dicho lo contrario.
–¿Y qué harás cuando venga mi grupo?– la amenazo.
–Ja, ja, ja. Llevamos dos días aquí y no hemos visto a nadie. ¿Crees que nos puedes engañar?– se ríe.
–Claro que no los has visto. Habíamos quedado hoy. Estarán llegando– miento.
Ellos se miran. Dudan. Parece que no se habían planteado esa posibilidad. La que me acabo de inventar.
–Acabemos con él rápido y salgamos de aquí, por si acaso– sugiere un estudiante de piel algo más morena, metro noventa, musculoso, pelo rubio oscuro rizado y con un pendiente en su oreja izquierda.
Ella asiente. Ordena a cinco que corran hacia mí. No hay espacio para más. A mi espalda está el árbol.
De repente, frente a uno que blandía dos espadas, aparece Song. Le clava la lanza inmediatamente. Era la táctica si le dejaba caer un pañuelo verde. Asestar un golpe de inmediato. Por sorpresa y aprovechando el mayor rango de la lanza. Simplemente es atravesado en el estómago. Su velocidad ayuda a ser empalado. Song parece algo sorprendida de que haya salido tan bien, pero enseguida se recupera.
Yi ataca con sus dagas a uno que llevaba una lanza. Había echado el brazo hacia atrás para atacarme. Al aparecer ella justo enfrente, no tiene tiempo de recomponerse. Las dos dagas se clavan. Se ve empujada un poco hacia atrás por la velocidad que llevaba. Inmediatamente, las saca de su víctima. Sin detenerse, le corta el cuello. Su oponente no ha podido reaccionar. Echa un vistazo rápido alrededor.
A Yu no la pongo enfrente. Sería peligroso para ella. Su adversario lleva la espada frente a él. Aparece en el lado contrario al que empuña la espada. Tarda medio segundo en reaccionar y atacar por el lado. Su adversario es más lento. A diferencia de Yu, él no estaba preparado para su súbita aparición.
A Shi también la pongo a un lado. El estudiante lleva dos espadas como ella. Podría ser peligroso. Así que dejo que me ataque, bloqueándolo con el bastón que saco de la nada. Solo entonces la invoco. Solo tiene que rematarlo.
A Rui la dejo en el suelo. La estudiante, que lleva también espadas, tropieza con ella. Rui se levanta rápido. Sorprendentemente, no la mata. La deja sin sentido.
Llamo entonces a Liang, que dispara hábilmente a quien señalo. A la líder. Usando "Flecha Espiritual", aplica qi. La flecha es bloqueada con facilidad. Liang solo está en la etapa uno. No es una sorpresa, solo pretendía distraerla.
Avanzamos los seis. Llamo a Ning para que ate a la que está inconsciente. Y prepare un escudo para proteger a Liang, por si es necesario. Esta sigue disparando flechas.
Yo avanzo hacia la líder. Debe de ser la más fuerte. Y yo ahora estoy dos niveles por encima de las chicas. Las gemelas avanzan juntas hacia dos estudiantes. Él es el rubio de metro noventa. Empuña un martillo. Ella casi igual de alta, lleva un hacha a dos manos. Me preocupan. Son rápidas, pero un golpe podría matarlas.
Shi se encarga de un estudiante pelirrojo que lleva una espada a dos manos. Tengo la sensación que lo conoce. Y que no le cae muy bien.
–Tú… eres…– tartamudea él, sorprendido.
Shi no responde, solo ataca. El momento de vacilación le da ventaja. Él apenas logra parar el ataque, de una espada, poniéndolo a la defensiva. Con "Danza de garza", se gira sobre sí misma, como si bailara, cortando el brazo de su enemigo con la otra espada. No es una herida profunda, pero le costará usar esa mano para blandir el arma.
Rui se lanza hacia un estudiante que usa dos hojas cortas que sobresalen del puño. No sé muy bien que son. Espero que esté bien, pero tengo bastante con preocuparme de mí.
La líder lleva dos bandas de metal en los puños. Me ataca con una patada, que detengo con el bastón. Se da media vuelta y me ataca con la otra pierna. Casi me da. Creo que está en la etapa ocho. Luego ataca con el puño, que logro parar. Tiene la iniciativa. Solo puedo defenderme.
De repente, se tira hacia atrás. Ha tenido que esquivar una flecha. Aprovecho para atacar con la punta, imbuyendo qi. Aún no lo acabo de dominar, es un poco rudimentario. Pero mejor que nada.
Ella se defiende con los brazos en cruz. Tiene unas protecciones en los antebrazos. A pesar de ello tiene que dar un paso atrás. Giro el bastón para atacar su pierna. La aparta hábilmente, dando otro paso atrás.
Como está desequilibrada, aprovecho para lanzar un golpe al estómago, por el lateral. El bastón sigue una trayectoria circular para ganar fuerza. Deja muchas aberturas. Pero ahora está lejos. No creo que pueda contraatacar.
Se agacha para parar el golpe con los dos antebrazos. Pero se ve obligada a usar uno para bloquear una flecha. Con solo el otro, no es suficiente. El golpe la lanza un par de metros hacia atrás. Se duele del antebrazo. El golpe llevaba mucha fuerza y qi.
Me pierde de vista mientras se duele. Una grave error. No es una combatiente veterana. Tampoco yo. Igual hubiera cometido el mismo error. Ataco con la punta del bastón. Apenas puede bloquearlo. Gran parte del golpe impacta en el estómago. Le doy otro golpe con el bastón en la cabeza. Cae sin sentido. No sé si está viva. Ahora me preocupan más los otros combates
Shi tiene su combate controlado. Su contrario apenas se sostiene en pie. Parece aterrado.
–Yo no quería. Perdóname…– suplica.
Supongo que es uno de los estudiantes que había abusado de ella en el pasado. Shi no escucha sus súplicas. La cabeza rueda por el suelo.
Yi y Yu se mueven entre los dos. Se van intercambiando. Tampoco es que sus enemigos sean capaces de distinguirlas.
–Maldita sea, dejad de moveros– maldice la estudiante, clavando el hacha en el suelo, volviendo a fallar.
Yi la ha esquivado. Yu aprovecha para clavarle una daga en la pierna, mientras el otro intenta impactar con el martillo. No estoy seguro, pero parecen estar divirtiéndose. Aun así, es peligroso. Un error puede costar caro. Sus dos enemigos están llenos de cortes.