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22.72% Consecuencias / Chapter 5: Laguna mental

Kapitel 5: Laguna mental

Casa Taniguchi-Mizusawa

-!Yuzu-nee¡ Te extrañé- abrazando y manoseando las nalgas de Yuzu -!I wanna rock n' roll all night¡ Pasa y ponte cómoda. Mi amada sempai ya llega, fue por algo para picar.

-Un día de estos tu amada sempai te va a poner en abstinencia por tus bromas- contestó sonrojada la rubia mientras alejaba a la pequeña acosadora.

-Ya, ya. Antes de que empieces a darme un sermón... ¿Me puedes decir qué diablos te pasa que te huelo la angustia?

-Esperemos a Harumin para no tener que contar el cuento dos veces, mientras tanto sírveme un Lemmy (coctel hecho con Jack Daniel's y Coca-Cola).

-Mientras preparaba Matsuri los dos primeros tragos de la noche, Yuzu conectó su iPhone al stereo y puso una canción que enseguida alertó a la de pelo rosa:

♫What can I do?

Will I be getting through?

Now that I must try

To leave it all behind

Did you see

What you have done to me

So hard to justify

Slowly is passing by

Forever and one

I will miss you

However, I kiss you

Yet again

Way down in Neverland

So hard I was trying

Tomorrow I'll still be crying

How could you hide

Your lies, your lies

Here I am

Seeing you once again

My mind's so far away

My heart's so close

to stay

Too proud to fight

I'm walking back into night

Will I ever find

Someone to believe?

Forever and one

I will miss you

However, I kiss you

Yet again

Way down in Neverland

So hard I was trying

Tomorrow I'll still be crying

How could you hide your lies

Your lies♫

-Oh no... otra vez esa canción- dijo la castaña mientras cruzaba el umbral -¿Y ahora por qué te dio ataque de Mei (maldita bitch) Aihara, Yuzu?

La rubia estaba parada en mitad de la sala con un trago en una mano, un cigarrillo en la otra y con los brazos abiertos cantaba a grito herido mientras Matsuri la miraba entristecida.

-Mei ha vuelto a mi vida- soltó a quemarropa.

La castaña y la diablillo quedaron petrificadas, a Matsuri se le cayó el vaso de las manos.

-Espera, espera- repuso Harumi mientras soltaba las bolsas y se servía un tequila doble -¿Cómo que volvió a tu vida? ¿Acaso te buscó?

-No, coincidimos en un restaurante.

-Pero tú ayer tenías la cena con la novia de Kenji, ¿Se encontraron allí? ¿Y eso qué? No pasa de un encuentro casual...

-Es mucho más complicado que eso- respondió la rubia haciendo esfuerzos por no llorar.

-!Pues habla ya mujer¡, no entendemos nada- reclamó la castaña.

-Tendré que verla, pues Misato, la novia de Kenji es su hija... la hija de Mei y Udagawa.

Mansión Udagawa

-Mamá, hoy te vi muy distraída en la escuela y cancelaste tu junta de los viernes, además tienes ojeras y no has probado bocado... ¿Estás de nuevo enferma?

-¿Ah? No, sólo que estoy algo cansada y además pasé la noche de ayer con la oficina de Nueva York en el proyecto del Centro de Investigaciones.

Hoy me dormiré temprano.

-Bien... si tú lo dices... mamá hoy hable con Kenji y me invitó a salir mañana, ¿Puedo ir?

-Y ¿Qué planes tienen?

-Pues... iremos a los go-karts, luego a comer en Akihabara y terminaremos en un karaoke.

-Puedes ir, pero debes estar en casa antes de las 8:00 pm y Kenji debe venir a recogerte y dejarte. Quiero hablar con él.

Me muero por saber qué le habrá dicho Yuzu sobre mí.

Cuando Misato se fue a dormir, Mei sintió una opresión en el pecho, incómodamente familiar. Sus manos empezaron a sudar, y con la velocidad de un rayo hizo una llamada que, un año atrás, había prometido no volver a ejecutar.

-Señora Udagawa... hace mucho que no veía su número. ¿Cómo puedo ayudarle?

-Ahórrate las lisonjas Takeda. Tráeme lo usual.

-La tarifa subió a quinientos dólares, ¿Está de acuerdo?

-Nunca he regateado, sólo date prisa. Mi escolta te esperará en la puerta trasera.

-Entendido, en veinte minutos estaré allí.

Tras la llamada, Mei caminaba de un lado a otro de su estudio. Con las ansias a tope pasó los veinte minutos, que fueron eternos, recriminando a todo y a todos por su recaída.

-!Maldita seas Yuzu¡ ¿Por qué tenías que aparecer?

-!Shinami¡ ven al estudio.

-¿Sí Señora Udagawa?- contestó el empleado.

-En unos minutos alguien traerá algo para mí en la puerta trasera... dale esto- extendiendo un rollo de billetes.

-No se preocupe Señora.

Pasado el tiempo de espera, Mei sostenía un pequeño frasco de Vicodin, miraba la etiqueta con un perverso deseo.

Con las manos temblorosas lo abrió, tomó dos patillas y las tragó junto con un trago de whisky.

A los tres minutos estaba perdida en un sueño químico en el cual esperaba encontrar un escape de sus sentimientos y su conciencia.


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