El momento tan esperado había llegado. El aire, denso y cargado de tensión, parecía detenerse por un instante. Frente a los ojos de miles, los equipos se preparaban para el enfrentamiento que definiría el destino del equipo rojo. La arena de combate se encontraba desierta, fría y desolada, como un reflejo de la incertidumbre que envolvía a todos los presentes. Las nubes oscuras se acumulaban sobre el cielo, ocultando el sol y dejando que una brisa helada recorriera el campo, mientras los jugadores tomaban sus posiciones.
El equipo rojo se alineaba con su formación habitual: tres defensores, un centrocampista y tres delanteros. Por otro lado, el equipo gris, con su defensa de cuatro, un centrocampista y dos delanteros, parecía decidido a poner fin a la racha de victorias del otro bando. Desde las gradas, Max, Karla, Clark y Hana observaban en silencio, la expectación palpable en sus rostros. Sabían que este encuentro no solo sería una prueba física, sino también emocional.
El silbato resonó en el aire, y el balón finalmente tocó el suelo. Los gemelos Hernández, los delanteros estrella del equipo gris, se encargaron de iniciar el juego. Con una coordinación impecable, avanzaban como una máquina bien engrasada, sorteando con rapidez a los defensores y centrocampistas del equipo rojo mediante una serie de paredes y toques rápidos. Pero los ojos del equipo contrario no se movían, no caían en provocaciones. Su único objetivo era el mismo: llegar hasta el final.
—¿Qué pasa, equipo rojo? ¿Son tan inútiles que ni siquiera pueden seguirnos? —se burló uno de los gemelos, mirando con desdén a sus rivales.
—Esto va a ser pan comido —añadió el otro con una sonrisa desafiante.
El equipo rojo, sin responder, avanzaba lento pero seguro. No necesitaban palabras para demostrar lo que valían. Sus atacantes, liderados por Killer, se desplazaban sin prisas, analizando cada movimiento de la defensa gris. No fue sino hasta que uno de los gemelos, con el balón bajo el control, intentó zafarse de Jeffer, que el juego comenzó a desbordar su tensión contenida.
Jeffer, activando su habilidad de ladrón, intentó robar el balón, pero el gemelo reaccionó rápidamente, pasándoselo a su hermano. Antes de que pudieran avanzar más, Alex, sin utilizar su habilidad, se interpuso con una presión feroz, mientras Hernández, con una astucia innata, pasaba de nuevo el balón. Entonces, un inesperado giro: Dairo apareció de la nada, interceptó el balón y lo envió a David, quien, con una habilidad impresionante, dribló al centrocampista rival y lanzó un pase directo a Danna.
La joven atacante, rodeada por dos defensores, recibió el balón con el pie derecho, y, en un movimiento preciso, lo levantó por encima de su cabeza. Los defensores, sorprendidos, retrocedieron un paso, y fue entonces cuando Danna activó su habilidad. Con un toque sutil del talón, mantuvo el balón suspendido en el aire, a medio camino entre la defensa y la portería. Con una visión clara, lo envió hacia Killer, quien, rodeado por dos defensores, activó su propia habilidad.
Un aura oscura comenzó a emerger de él. Sus ojos se tornaron rojos, las venas se marcaron bajo su piel, y su presencia intimidante llenó la cancha. Killer, con una sonrisa confiada, dejó que el balón pasara frente a él, mientras utilizaba su habilidad mental para crear un ambiente de desesperación en sus rivales. Los defensores, desbordados por la presión mental, cedieron un poco, dándole el tiempo necesario para controlar la situación.
—Es tu turno, señorita —dijo Killer, dirigiéndose a Suarez.
Con una rapidez fulminante, Suarez se lanzó por la banda izquierda, activando su habilidad en el último instante. Como un rayo, el balón se fue directo al ángulo izquierdo de la portería, y el equipo rojo celebró su primer punto. El equipo gris, en shock, no pudo evitar mostrar su frustración.
—¿Qué acaba de pasar? —murmuró Hernández, claramente desconcertado.
—Se supone que este es el peor equipo —agregó su hermano gemelo, incapaz de comprender cómo habían caído tan rápido.
Killer, con una sonrisa desafiante, observaba a los gemelos grises, quienes lo miraban con furia. El capitán rojo se acercó a ellos y los enfrentó con la mirada, desafiándolos a intentarlo de nuevo. Pero Danna, con una delicadeza firme, lo separó antes de que el ambiente se caldeara aún más. David, por su parte, felicitó a Suarez, dándole un abrazo que hizo evidente el desagrado de Killer.
El juego continuó, y con él, la rivalidad se intensificó. Los gemelos Hernández, decididos a responder, comenzaron la segunda jugada con más ímpetu. Pero Killer, con su mente afilada, los había previsto. Usó al Gemelo como carnada para engañar a su oponente, y al final, con una brutal embestida, derribó a su rival, dejándole el balón a David, quien con una sonrisa maliciosa lo pasó a Suarez.
—¡Tu turno, Baby! —gritó David, mientras Suarez se preparaba para hacer su jugada.
El equipo gris, sintiendo la presión, intentó contenerla, pero fue inútil. Suarez, con una velocidad sobrehumana, superó a los defensores y disparó con una precisión letal, anotando el segundo punto para el equipo rojo. El Gemelo, visiblemente frustrado, maldijo mientras Hernández gritaba órdenes a sus defensas.
—¡Son un montón de inútiles! —exclamó Hernández, mirando a su equipo con furia.
Killer, en su papel de líder, no dudó en responder con más provocaciones, asegurando que la victoria estaba cerca. Pero las tensiones internas comenzaron a aflorar en el equipo rojo. A pesar de su ventaja en el marcador, una pequeña grieta comenzaba a formarse entre sus jugadores.
La trompeta sonó, anunciando el final del primer tiempo. Ambos equipos se retiraron a sus respectivos vestuarios, con el espíritu de la competencia encendido. El segundo tiempo sería aún más crucial, y el destino del equipo rojo seguía en el aire.
-Oye Killer- David.
-¿Qué quieres?- Killer.
-Quiero saber ¿¡que mierda te pasa!?- David.
-Lo mismo me pregunto yo-Killer.
-¿¡De que hablas!?- David.
-Está bien que quieras impresionar a Suarez, pero no olvides que aun quedamos más delanteros, deja de usarnos de carnada, maldito mujeriego- Killer.
-¿¡A quién llamas mujeriego idiota!? ¿¡Acaso estas celoso!? Ella es la mejor para anotar, además ustedes dos siempre están fuertemente marcados, como capitán deberías entenderlo- David.
-Resolvamos esto, tu y yo, en la línea del frente, quien anote más puntos vencerá y dirigirá al equipo como se le dé la gana- Killer.
-Acepto, no le tengo miedo a un delantero frustrado y fracasado- David.
-No se olviden que aún estamos aquí, y Killer esa actitud tuya me parece muy infantil e inmadura- Suarez.
-¡Cálmense par de idiotas! No perderemos este encuentro por su comportamiento inmaduro- Alex.
-Yo ocupare la posición de David, Suarez tu vienes a mi lado, ustedes dos irán al frente- Danna.
-¿Te unirás a esa discusión infantil Danna, enserio?- Suarez.
-¿Tienes algún problema? Estas muy contenta con tu doble anotación, es divertido usarnos de carnada para que tu pretendiente juegue para ti y anotar, ¿No es cierto?- Danna.
-¿A caso tienes envidia?- Suarez.
-Cálmense- Ana.
-No tengo problema- Suarez.
-Bien solucionen sus problemas, sin embargo, si arrastran al equipo a la derrota por su comportamiento infantil, tendrán serios problemas- Jeffer.
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