La lucha por las ganancias y la represión aplastante que vino con ella fue sangrienta y despiadada. Lucca no parecía simpatizar con estos cautivos, ni siquiera en lo más mínimo.
Tal vez esos Hechiceros de la nueva generación tendrían sus dudas. Sin embargo, después de haber experimentado la agitación en el Continente Central, la Hostilidad del Mundo Mago y la gloria posterior, Lucca definitivamente no entretendría tal mentalidad.
—Cuando lleguemos a la Ciudad de Alabastro y cumplamos nuestra tarea, ¡todos podrán descansar bien! —gritó Lucca en voz alta, lo que hizo que sus hombres hicieran eco de sus palabras. Fue interpuesto por gritos de miedo de los cautivos. Esta escena era bastante divertida.
—Además, todos conocen las reglas, ¿verdad? No necesitan que diga nada.
Lucca luego lanzó una mirada feroz a las personas detrás de él. Había un indicio excepcionalmente distinto de advertencia en sus ojos.