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—¡No me voy a ir! Si no hubiera venido, te hubieran acosado hasta la muerte. ¡Tengo que exponer los verdaderos colores de este desgraciado ante todos! —Zheng Bin vio el rostro manchado de lágrimas de Shen Mengqi y se volvió aún más protector, negándose a irse.
Los dos tipos estaban tan exasperados, como un par de gallos peleando. Ninguno de los dos quería dar un paso atrás y Shen Mengqi era completamente incapaz de detenerlos; solo podía mirar mientras luchaban delante de todo el mundo.
—¡Dime, a qué te refieres con mis verdaderos colores? —gritó Song Zihang.
—¡Eres un sapo codiciando una cisne. Sabías que Mengqi tenía novio pero seguías acosándola! —Zheng Bin no quería quedar atrás, así que replicó.