Fuimos al centro comercial a comprarle ropa, y le expliqué por encima sobre los planes.
—Me siento extraño —solté, observando a Daisy mientras se cambiaba.
—¿Por qué extraño, John?
—Acabo de tener una erección con un hombre nalgón.
Daisy miró para todos lados, y le di un pequeño golpe en la frente.
—No seas estúpida, claramente hablo de ti. ¿Cómo se te ocurre imaginar que pasaría eso con un tipo de verdad?
—Ya me había preocupado.
—¿Cómo atreves a dudar de mi? ¿Estás buscando que te dé para abajo aquí mismo?
—Vestida de hombre estaría muy raro.
—Te cogería como sea, después de que seas tú. Podrías vestirte de ranita, de lobita, de mariquita, y aún así, provocarás esto. Es más, pensando las cosas con claridad, me gustaría verte vestida de enfermera algún día.
—Sabía que dirías alguna de tus fantasía. No tardas en tirar las indirectas. Contigo eso es un problema. El otro día, casi no podía levantarme por tu culpa.
—Que buenos tiempos— reí—. La culpa la tienes tú, hermosa. Nadie te manda a provocarme. Incluso ahora lo estás haciendo. No sé cómo se va a tapar ese culaje que tienes. Tus senos no se ven mucho por la camiseta, pero ese pantalón está bien ajustado a tus caderas y a tu trasero. Mira como se levanta esa máquina.
—No se puede ocultar lo que se tiene, querido.
—Lo que tengo, más bien—le di una nalgada, y me miró sorprendida.
—Será mejor que me quite esto, antes de que me saltes encima.
Luego de comprar todo, fui a recoger los documentos con nuestra nueva identidad. Todo será temporal. Fuimos a ver a nuestra hija, no podíamos venir acompañados de Kwan; no me confío de ese hijo de puta. Mi hija estará protegida aquí, y eso es lo que me tranquiliza. No veo el momento de terminar con todo esto. No quiero estar lejos de ella.
Mientras Daisy hablaba con Alfred, fui a la habitación a ver a Mia. Estaba dormida, y para no levantarla, me incliné hacia la cuna y acaricié su cabecita.
—Sé que debes extrañarnos mucho, pequeña. Siento mucho abandonarte así, pero te juro que todo esto es por tu bien y el de tu mamá. Te prometo que papá se va a encargar de todo, y tan pronto regrese, vamos a tener una mejor vida. Si las cosas no salen como espero, te prometo que voy acompañarte siempre. Creo que es importante que sepas que tú y tu mamá, son lo más importante que tengo. Estoy agradecido de tenerlas conmigo, porque cuando creí que no merecía nada, la vida me sorprendió con ustedes dos. Es por eso que debo protegerlas— acaricié su suave mejilla, y sonreí—. Cada día que pasa te pareces más a tu mamá. No se pueden negar ninguna de las dos. Son igual de bonitas.
—Eso no es cierto — escuché la voz de Daisy, y quedé derecho.
—¿Qué hacías escuchando conversaciones ajenas? ¿Desdé cuándo estás ahí?
—No podía quedarme callada más tiempo. ¿Dónde están tus sentidos, John? Es increíble como se duermen, mientras estás con nosotras dos. Ese no es el John que conocí —sonrió.
—Es una falta de respeto que hayas estado escuchando nuestra conversación.
—Claro que no — miró a Mia —. No le hagas caso a tu papá, está hablando de despedida y ese tipo de cosas malas. Si se atreve a dejarnos solas, aún después de muerto, iremos a golpearlo y traerlo de vuelta por necio. Él no puede dejarnos, nos prometió quedarse con nosotras y no hay forma de que ninguna de las dos permita que le pase algo, ¿Cierto, Mia?—me miró, y sonrió —. No puedes fallarnos, John.
Cada día que pasa, puedo sentir que alguna parte de mi siente miedo; antes no me importaba si vivía o moría, estaba consciente desde el primer momento que algún día pasaría lo inevitable, pero ahora las cosas han cambiado. Ahora que encontré dos razones para quedarme, para luchar y mantenerme con vida, tengo miedo de dejarlas solas. Temor de no poder cumplir esa promesa que les hice, porque lastimosamente, no depende de mi. Si pudiera pedir otro deseo y que pudiera cumplirse, sería poder permanecer al lado de ambas siempre, y no, no lo pido tanto por mi, lo pido por ellas. No puedo morir todavía, no hasta que las libere de todo esto.
—¿Estás bien, john?
—Sí, cosita. Voy a ir a hablar con Alfred. Tan pronto termine, nos vamos. Necesitas descansar, en la madrugada será el viaje— la abracé fuertemente contra mi pecho.
—¿Estás seguro de que estas bien?
—Sí, solo necesitaba esto. Supongo que me malacostumbraste, chiquita.
—Posiblemente —rio —. Te amo, John. No estés preocupado, todo va a salir bien. Tenemos muchas razones para regresar con vida.
Es como si pudiera ver detrás de mí. ¿Será que incluso me he vuelto tan obvio? La alejé de mi, y sujeté su mentón.
—Lo sé, mocosita. Te amo, linda la miré fijamente.
—Hace mucho no lo dices así. Me gusta que lo hagas— sonrió, y me besó.
—Ya mismo regreso—la solté, y salí de la habitación.
Daisy
—Papá está muy nervioso, nunca lo había visto tan preocupado; siempre es de callar las cosas. Tenemos que ser fuertes, pequeña. Te prometo que nos vamos a cuidar, tenemos que volver bien para darle nuestra noticia. Ahora no es el momento de preocuparlo más, debo ir con él para ayudarlo y apoyarlo. Si se entera de nuestro secreto, no me dejará ir, y sé que debemos hacer esto por nuestro bien. Quedarme aquí sería peor, porque complicaría las cosas para ti, chiquita. No quiero que te pase nada por hacer una necedad y quedarme. Sé que si me quedo al lado de tu papá, él se sentirá más tranquilo, y regresaremos sanos y salvos. Moriría de la preocupación si lo dejo solo, y más, luego de lo que sucedió con Kwan. Sé que serás una buena niña y te portaras bien con Alfred. No quería abandonarte, pero te aseguro que valdrá la pena este sacrificio. Ya luego le contamos a papá sobre tu hermanito o hermanita. Estoy segura que se pondrá feliz al saberlo— acaricié mi barriga, y sonreí —. Sé que la hará.