—En el momento en que salí de la habitación de mi hermano, no pude evitar sentirme un poco desesperanzada en toda esta situación. Nunca he sido el tipo de chica que se deja vencer. Siempre he sido la chica que destacaba, que no aceptaba mierda de nadie. Y la única vez que realmente necesitaba el consejo de mi hermano, lo desestimó como si el problema fuera mío.
—No lo entendía. Había estado ahí para él innumerables veces a lo largo de los años. Aunque tuviéramos nuestras diferencias, no importaba. Aún acudía en su ayuda si lo necesitaba. Y la única vez que lo necesité, todo lo que quería era estar metido hasta el fondo con una chica que se suponía era mi amiga.
Las lágrimas corrían por mi rostro y rápidamente las sequé. Esto no era más que una señal de debilidad. Al menos así es como me criaron. Y ahora mismo, más que nunca, desearía tener a mi padre aquí conmigo para que me ayudara a guiarme a través de todo esto.