Sebastián, la leyenda del Continente del Norte, yacía boca arriba, jadeando por aire. Luchaba por levantarse pero finalmente consiguió ponerse de pie sobre piernas temblorosas. Se limpió la sangre de la comisura de su boca e intentó cuadrar orgullosamente sus hombros, pero su espalda dolía y aún no podía recuperar el aliento. Se sentía muy parecido a su último Encuentro del Dragón Verdadero.
Incluso después de 10 años de arduo trabajo, Jeffrey se acercó paseando y dijo: "Eres mi primer oponente que vuelve a ponerse en pie". Lo dijo como si fuera un cumplido, pero eso hacía que la bilis subiera por la garganta de Sebastián. "No quiero cumplidos sobre qué tan bien me tiran al suelo", pensó amargamente. Si seguía luchando, podría acabar demasiado lesionado para seguir compitiendo. Ser sacado de la competencia afectaría más su puntuación general que perder un solo combate. No quería perder su oportunidad de entrar a la segunda ronda. "Admito la derrota", declaró Sebastián apáticamente.