—¿Cómo supiste lo que pasó en la Ciudad del Lago Inundado? —preguntó Bobby. Estaba completamente cautivado por la belleza y la franqueza de la emperatriz mientras hablaba, su ojo izquierdo brillaba de color azul. No había pretendido revelar su identidad de esta manera, pero las palabras y el encanto de la emperatriz lo habían obligado involuntariamente a hacerlo. —Tenía razón —dijo ella, notando el brillo que emanaba de su ojo—. Realmente eres Bobby, el que puso patas arriba la Ciudad del Lago Inundado. ¿No vas a entregarme al señor de la Ciudad del Lago Inundado, verdad? —preguntó Bobby preocupado.